Con la victoria de Gustavo Petro en las elecciones de 2022 se inició un proceso de empalme en el Ministerio de Cultura que generó una gran expectativa en muchos de los profesionales que hemos venido trabajando por años en el estudio y conservación del patrimonio cultural colombiano. La experiencia de escuchar a todos los actores para construir una agenda de trabajo conjunta y evaluar el desempeño de administraciones pasadas, resultaba muy prometedora. Las primeras discusiones apuntaron al desarrollo de tareas prioritarias, pero algunos de los temas tratados, se trabajaron solamente para mostrar resultados en los primeros 100 días del gobierno. Para los entusiastas participantes del empalme, todo quedó ahí: no se hicieron más reuniones, no hubo seguimiento a las propuestas discutidas y, los nuevos lineamientos y en general el trabajo del Ministerio de Cultura por el patrimonio cultural colombiano, se convirtieron en una especie de secreto. Ejemplo de esto es que la página web del Ministerio de Cultura aún hoy no se actualiza, a lo que se suma el inadecuado manejo de las redes sociales de la institución, que solamente informan de las visitas y viajes de los funcionarios en interinidad, ministros, viceministros y directores, entre otros, guardando más similitud con páginas sociales y fotos grupales que con una acertada comunicación del trabajo que se desarrolla. Muchos sospechamos que es lo que se está haciendo en el Ministerio por el patrimonio cultural, pero todos queremos saberlo de primera mano. Se desconoce si se restaura algún edificio o alguna colección; ¿qué ocurre con el inefectivo Sistema de Información del Patrimonio (SiPA) y la imperativa necesidad de transformarlo en una base de información más robusta?, ¿qué ha pasado con la revisión de los Planes Especiales de Manejo y Protección – PEMP en sus diferentes escalas; en que van los estudios técnicos y el proyecto de restauración del Hospital San Juan de Dios?, ¿Cómo se prepara el país para enfrentar el fenómeno del niño y todos los eventos relacionados con el calentamiento global para proteger el patrimonio colombiano?, ¿Cómo se vinculan los programas de gestión de riesgos con nuestro patrimonio? Algunos de los temas que se consideraban prioritarios como una posible ley para los Centros Históricos o la derogación de la ley de patrimonio sumergido (ley 1675 de 2013) no han vuelto a ser noticia. Nos preguntamos por el destino de la escultura Ala Solar, monumento que el Consejo Nacional de Patrimonio recientemente aprobó para ser declarado Bien de Interés Cultural Nacional en un apresurado proceso sin que aún se conozca la declaratoria y que hoy representa un monumento a la desidia y el abandono de las instituciones del estado frente a los bienes muebles en espacio público. El patrimonio cultural es muy vulnerable y la situación de deterioro de nuestras colecciones en museos, bibliotecas y archivos del país es muy compleja. El Patrimonio Inmaterial requiere del apoyo del estado, muchos de los portadores de estas manifestaciones son adultos mayores y se necesitan recursos para que este tipo de patrimonios se sostengan en el tiempo. En este año se debilitó el vínculo con la academia y muchos proyectos de investigación y formación de larga data fueron interrumpidos, o siguen a la espera de sortear los tiempos paquidérmicos para su inicio o su completa ejecución. La comunicación es un componente fundamental del patrimonio cultural y de su apropiación social. De igual forma lo es para que el Ministerio de Cultura pueda mostrar, con asertividad y transparencia lo que está haciendo, y discutir con otros sectores desde un diálogo crítico, aquello que hace, aquello que no hace y aquello que debería hacer. Si queremos que el patrimonio cultural colombiano pueda ser transmitido a las futuras generaciones es necesario darle nuevamente valor a la producción de conocimiento, al desarrollo científico y tecnológico y a la investigación. Actualmente y con el nombramiento del nuevo Ministro el sector de patrimonio cultural está a la espera de la escogencia de un Director de Patrimonio que logre aprovechar el tiempo perdido, unificando la experiencia acumulada por muchos profesionales del y propendiendo por el desarrollo de un trabajo inclusivo, que permita una mirada amplia y crítica, que evite repetir los errores cometidos como las declaratorias sin sentido que ha realizado el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural y su poca – casi nula – preocupación por el conocimiento, valoración y protección del patrimonio cultural (arquitectónico y mueble) de Bogotá.
Mario Omar Fernandez Reguera