El Fin de la Critica

A mi si me parece que la crítica debe ser estimulada y premiada. Y para esto nada más pertinente que se haga desde una universidad. Más aún si la universidad es el lugar por excelencia para el debate de ideas y la reflexión sobre la práctica del arte. Lo que el minsiterio puede hacer es promover encuentros de crítica que actualicen el mapa local tanto del arte como de la misma crítica. Y porque no, ofrecer también una lectura de los salones que produce con tanto esfuerzo. Este si sería un momento y un lugar apropiado para promover la crítica.

Más allá de este problema vale la pena recordar que lo que W. López dijo ayer lo ha venido dearrollando desde hace un par de años, y es que la crítica de arte «debe ser pensada como un estadio nuevo, que presenta formas, discursos y protagonistas diferentes a los que hasta ahora había presentado. Antes que haber muerto o hacerse irrelevante, se está transformando en algo nunca antes visto. Uno de los muchos elementos nuevos que la caracterizan es el «lugar» en donde aparece. Este supone, de hecho, una transformación estructural que, a mi modo de ver, está en directa relación con las formas contemporáneas que está adoptando tanto el pensamiento crítico como su socialización, es decir, lo público. Así, es necesario dejar de lado nuestros «prejuicios» sobre el modelo y el ideal de crítico de arte que hasta ahora hemos visto.»

Ojalá el Premio de Crítica recoja estas transformaciones de un pensamiento crítico que ya existe en la red. Sería muy triste que los críticos tradicionales sean los únicos participantes. Pero bueno, eso está por verse.

> fragmento de un texto de William López con el que participa en «Columna de Arena» (julio 2003) en una discusion sobre el estado de la crítica de arte:

«No creo que la crítica de arte haya muerto. Como tantos otros certificados de defunción (el de la pintura, el del arte), éste, a mi modo de ver, también es falso. La prueba fehaciente de la vitalidad de la crítica de arte está en espacios como el que el mismo Roca administra, o en espacios como «Esfera pública», o en la bibliografía publicada en los últimos años, dentro de la que se destacan libros como «Alejandro Obregón. El mago del Caribe» de
Carmen María Jaramillo o «Oscar Muñoz. Volverse aire» de María Iovino.

Creo que habría que poner en discusión la noción de «crítica de arte» desde la cual habla Roca. Porque, desde mi perspectiva, ésta antes que parecer el cadáver de una viejita decrépita, en nuestro país, es, por el contrario, una jovencita rozagante, inteligente, un poco desaliñada, grosera muchas veces y, sobre todo, democrática e irreverente. Basta con recordar la reciente discusión sobre la exposición de `moda contemporánea para muñecas’ del Museo de Arte Moderno de Bogotá, para mostrar un argumento fehaciente de mi
posición.

En este sentido, la actual situación de la crítica de arte en Colombia debe ser pensada como un estadio nuevo, que presenta formas, discursos y protagonistas diferentes a los que hasta ahora había presentado. Antes que haber muerto o hacerse irrelevante, se está transformando en algo nunca antes visto. Uno de los muchos elementos nuevos que la caracterizan es el «lugar» en donde aparece. Este supone, de hecho, una transformación estructural que, a mi modo de ver, está en directa relación con las formas contemporáneas que está adoptando tanto el pensamiento crítico como su socialización, es decir, lo público. Así, es necesario dejar de lado nuestros «prejuicios» sobre el modelo y el ideal de crítico de arte que hasta ahora hemos visto.

La curaduría, en este sentido, no tendría por qué pensarse como una función que tiende a hacer irrelevante al crítico de arte. La discusión sobre la definición de la curaduría, sobre sus límites y funciones, muestra, primordialmente, que el campo artístico en nuestro país se está haciendo más complejo, que está entrando en un estadio nuevo, que está re-definiendo las reglas de juego y, por ello mismo, el número de jugadores y de sus funciones, es decir; que la división del trabajo en este campo específico se está haciendo más profunda y sutil.

El contexto en que se está dando esta re-estructuración del campo del arte es el de la redefinición de todo el campo cultural. No es casual que paralela a la discusión a la que hemos asistido durante los últimos tres o cuatro años en el campo específico de las artes plásticas, se haya presentado la discusión sobre la gestión cultural, la planeación cultural y las políticas culturales, en ámbitos más generales.»