Desde que mis hijos me obligaron a inscribirme al fenómeno virtual de la presente temporada, FACEBOOK, no he hecho sino recibir invitaciones a un sinnúmero de eventos, que para serles sincera, no estoy segura de que todos ocurran en realidad.
Lo importante es que la anunciada inauguración de uno de los artistas consentidos de La Valenzuela Klenner sí tuvo lugar el pasado sábado 23 de Febrero en las salas de esta reconocida casa post-contemporánea de La Macarena. Hablo del más reciente proyecto de Nicolás Paris.
Mi intención era llegar muy puntual para vivir de lleno “esta gran experiencia artística”, como la vendían los organizadores pero un largo y aburrido almuerzo familiar me impidió llegar a tiempo. Lo bueno es que la “gran experiencia artística” estaba programada para durar un buen par de horas.
Llegué a eso de las 5 de la tarde. Varias personas iban y venían. En general eran espectadores cuya edad oscilaba entre los 30 y 35 años. Un público joven al parecer bastante interesado. Pasé por el marco de la puerta esperando un molesto aullido pero gracias a Dios mi amigo Jairo por fin desactivó el punzante y fastidioso timbre de almacén que suele registrar la entrada de cualquier persona en el recinto.
En la sala de proyectos me recibieron unos monótonos retratos de americanos promedio, ampliados sin mayor parafernalia por el fotógrafo y docente Guillermo Santos. Al parecer se trataba de un trabajo truncado por el fatídico atentado del 11 de Septiembre. Nada muy diciente. Nada muy estremecedor. Nada muy crítico. Un registro plano y sencillo.
En el segundo piso en cambio, se suponía, se sazonaba algo más azucarado. Eran una serie de dibujos en lápiz sobre papel montados muy al estilo de la Valenzuela. Todo pegado a la pared o tirado aleatoriamente por ahí. Sin embargo cada trazo era impecable y minucioso. El motivo: sutiles señalamientos cotidianos. Así quisiera llamarlos. Hasta ahí no era algo que no hubiera visto antes. Temí desilusionarme. Pero me bastó subir al último piso para cambiar de parecer. Paris me sorprendió gratamente.
¿Porqué? Porque todo esto no solo eran dibujos dispares en hojas de papel sino que cada uno se convertía en una animación básica de dos cuadros o planos, llena de imaginación y sentido del humor. Un poco de fantasía mezclada con realidad. Situaciones bizarras con tintes verosímiles. Una obra inteligente que además involucraba al público de forma respetuosa. Hace rato no gozaba tanto con un guante blanco y una hoja de papel. Además el discurso de este arquitecto, panadero y ahora artista, sigue siendo más que coherente con la contemporaneidad. Sin duda está a la vanguardia y promete convertirse en un grande.
Además, como para aprovechar los alcances del proyecto, la muy joven editorial Silueta publicó un libro con todas estas imágenes, proponiéndole al lector, el mismo juego que propone el artista. Una muestra redonda con el título perfecto:
Doble faz.
Link:www.lasilueta.com/boletin/
Mi único grito de enfado: para qué diablos necesitábamos un muñeco en plástico de tres pesos que no le llega ni a los talones a la versión dibujada que había presentado en el salón de arte joven del Nogal !!??? El único lunar…
Lolita Franco
http://lolita-franco.blogspot.com/
2 comentarios
interesante el tono de esta crítica. me gusta cuando la mirada crítica la enmarca un SUJETO sensible y no un intelectual petulante.
Como siempre muy grato de leer. Sincero y completo. Gracias Lolita…