Alcalde Mayor de Bogotá Gustavo Petro con el brazo en alto durante la defensa de la validez de su mandato ante la destitución que le quiso imponer Alejandro Ordoñez. La flecha señala hacia el oriente de la ciudad, el mismo sector donde se ubica hoy la Fundación Gilberto Alzate. Fotografía: Diario ADN
Bogotá, 16 de septiembre de 2015
Respetado Alcalde Gustavo Petro.
La ciudad,
Sigo con preocupación el divorcio que la política cultural de su administración inició con las artes de la ciudad cuando su Secretaría de cultura decidió hacer poco frente a la operación de un espacio emblemático para la distracción de un poderoso minigrupo de aficionados a la tortura pública (de animales). A ese tema se sumó el manejo dado al asunto del arte monumental en Bogotá, casándose una pelea entre creatividad y gestión, cuya epicrisis se materializó en un premio más para ese eje de esculturas descuidadas que recorre la Avenida El Dorado, sube hasta la Tercera y remata, mal, en la 19. Como respecto a ese concurso nadie sabía por qué se hizo ni a quién (además de los encargados de su construcción) iba a beneficiar, a preguntas como el nombre del burgomaestre que estrenaría la propuesta se añadió la de su fecha de inauguración. Aunque en todas partes se insistió que la obra sería “instalada antes del mes de octubre de 2015”, aun hoy no han empezado los trabajos. Respetado alcalde, su gobierno pagó el concurso pero no estrenará el objeto.
Y a esa falla se integró otra por la misma vía. En relación con los espacios para el arte de la ciudad, es posible que la más importante galería de arte del Distrito no vea la luz durante su período.
Pero en realidad le escribo porque quiero incrementar ese inventario de desencuentros al ver la notoria ausencia de actitud progresista en la reforma de una fundación cultural sostenida por el Estado, pero repartida siempre por herencia. Aunque en su momento se dijo que la misión de la Fundación Gilberto Alzate durante la gestión de la Bogotá Humana iba ser la de concentrarse en “lo específicamente cultural: la riqueza de poblaciones, lenguas, culturas festivas, culturas corporales, gastronomías, entre otras expresiones”, hasta ahora no se sabe cómo habrá de enfrentarse la tarea. De igual modo, se sabe menos sobre las condiciones tenidas en cuenta para nombrar a sus actuales directivas, sobre todo si se observa la complejidad de implementar un ente de honda significación para las hipótesis que defiende su gobierno.
Apreciado alcalde, valdría la pena que pensara la situación actual de la Fundación Gilberto Alzate como un interinato, y se planeara la posibilidad de, por fin, otorgarle los dispositivos para que se defienda del nepotismo que la ha caracterizado. En breve, que el nombramiento de su dirección se oriente por valores más cercanos al mérito y la experiencia en su área de desempeño y no por hechos ajenos a su misión. Que no se evidencie un divorcio más al nombrar a personas especializadas y súpercondecoradas en profesiones tan encomiables como el derecho, pero, por lo mismo, completamente divorciadas de “lo específicamente cultural”.
Aun es posible cambiar algo en lo que resta de este mandato. Aun usted puede solucionar ese divorcio pésimamente negociado y dejar un mejor recuerdo en quienes defendemos parte de su gestión. Aun puede hacer la diferencia alcalde (si quiere).
Atentamente,
— Guillermo Vanegas