El arte contemporáneo es resultado de un proceso evolutivo de larga tradición artística y me genera muchas preguntas y reflexiones que me gustaría compartir con ustedes. Con el Renacimiento se hace evidente una diferencia entre la imagen o el espacio devocional que servía, en una primera instancia, para comunicarse con Dios a través de la expresión que exaltaba el disegno del desnudo de Cristo paganizado en un fresco de la Capilla Sixtina.
El arte humanista, por tanto, se empieza a ver como portador de formas, puntos y composición independientemente de su vínculo con lo divino, es decir, se convierte en una mercancía bella, y por supuesto, burguesa de origen europeo. ¿Es en este momento donde se institucionaliza el arte amoral?, es decir alejado de los valores sociales y culturales predominantes, basado en un gusto neoplatónico elitista de un lider espiritual embelezado por los textos clásico, sin censuras sin ataduras de la doble moral cristiana.
Recuerdo también, el movimiento romántico que manda al carajo a los príncipes, reyes y papas para someterse valientemente a sí mismo convirtiendo la producción artística en arte por el arte. Asimismo, Foucault explica que los discursos legitimados en relación al poder….tienen que ser dichos por ciertas personas, en ciertos contextos y en cierto tiempo. ¿Por qué Habacuc hace esa obra en la periférica Nicaragua y no en New York en una galería de Soho?. En este sentido, esa finalidad de ver el arte cada vez más separado de los otros ordenes sociales como la política y la moral ha sido una tendencia muy valorada por el sistema de pensamiento de la modernidad y principalmente las instituciones legitimadoras que estiman la exploración, la creatividad y los medios alternativos para calificar la genialidad y el aura de un artista. Desde los Salones Nacionales Franceses del siglo XIX donde la crítica empieza a ser eje de prácticas estéticas y las colecciones de los palacios, los cuales abren sus puertas a la recepción democrática, se han condicionado la creación fuera de la moral como bien se planteó en la primeras vanguardias del siglo pasado.
Las revoluciones han sido creadas por burgueses y la definición de arte tal y como lo entendemos ahora se le dió una función de independencia ya que el pensamiento positivista implicó la renuncia del mito para asumir una posición logocentrista, estimada en los centros culturales. La moral, a la luz de la modernidad que fragmenta el mundo pero nunca lo une, nada tiene que ver con la política y la religión, de ahí, la máxima de Maquiavelo el fin justifica los medios aludiendo a la necesidad apologética de crear estados nacionales. Entonces, ¿El arte en occidente puede ser laico y amoral ya que es independiente?, y me pregunto de nuevo ¿Esa emancipación es altamente cotizada en el mercado y las ferias de Miami ayudan a poner el precio al comprador?. Recuerdo la codiciada mierda de artista propuesta por Piero Manzini que fue comprada inmediatamente por un reconocido coleccionista quien pagó en oro su peso, o el animal disecado de Rauchemberg en Manhattan, o las ocurrencias del excremento de elefante en una de las célebres bienales en Venecia en la década de lo noventa…..o el médico-artista que plastigena performáticamente cadáveres de animal y de humanos para generar esa separación morbosa entre Arte, Moral y Espectáculo. Entonces, me pregunto si a la luz del Sistema del Arte autónomo, lo que hizo Habacuc ¿es arte o asesinato?. Reflexiono de nuevo y con insistencia sobre la obra de Marcel Duchamp, muy célebre por cierto; el famoso orinal que negaba la técnica por el concepto, que trataba de integrar la vida al arte, ¿Estaba este creador autónomo haciendo un favor a la anquilosada academia francesa, al aportar novedad y el progreso lineal?. Esa era una acción anti-estética pero moralmente neutral si la contrastamos con los espacios extraestéticos, pero si ubicamos un pobre ser vivo moribundo en una galería que tuvo mala suerte de morir en ese mismo instante, de sacrificarse en nombre del Arte de la alta cultura periférica centroamericana. Entonces, me pregunto finalmente: ¿Ese acto moral o amoral resulta consecuente con el sistema heredado de las metrópolis con sus museos y ferias lujosas de primer mundo que exaltan la novedad por la novedad?
Rodolfo Rojas Rocha
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