Hola Jorge,
El asunto es que la arquitectura no solo es arte, como lo dijo Loos, o al menos no solamente lo es, como tanto insistió Salmona.
Por eso su contextualidad es tan importante como su «significado», su funcionalidad como su sostenibilidad (los edificios no bioclimáticos son de los mayores responsables de los gases efecto invernadero) y su confort como su seguridad (son los que matan y no los incendios, terremotos y huracanes). Además deben ser renovables pues son muy costosos y además pasan a ser parte de la memoria colectiva de una ciudad.
Le incluyo mi síntesis sobre el debate que suscitó el premio, que es lo importante, en lo que estamos de acuerdo.
Benjamín
DEBATE A LA ARQUITECTURA ACTUAL EN COLOMBIA
Los premios suelen suscitar opiniones encontradas pero cuando alguno es muy cuestionable deja en evidencia a los que creen equivocadamente que entre gustos no hay disgustos. Como esos periodistas de farándula que aplaudieron la Biblioteca de Santo Domingo en Medellín, Colombia, sin conocerla ni enterarse de sus inconvenientes, solo porque ganó recientemente en Portugal la VI Bienal Iberoamericana de Arquitectura y fue inaugurada por Sus Majestades, lo que consideran un honor para el país. Pero que apenas dicen de su arquitectura que es de «meteoritos» y de su autor que es «costeño». O como esos arquitectos necesitados del elogio mutuo que corrieron a consagrarla como la nueva arquitectura colombiana deseando que, muerto el arquitecto Rogelio Salmona, pues a rey muerto rey puesto. Menos mal que este premio, interesado mas que interesante, sirvió al menos para iniciar un debate público sobre esa arquitectura espectáculo que en Colombia apenas se inicia, mientras en Europa está llamada a su desaparición «para formar parte de la historia» como lo cree, entre otros, Arturo G. de Terán (El arte en la arquitectura de hoy hacia mañana, 2008).
El hecho es que, desde nuestra «Independencia», hace dos siglos, casi todo nos llega tarde y de afuera. Jurados, desconocidos para muchos en Colombia, premian allá, en Lisboa, lo que no todos ellos conocen, aquí, en Medellín, basándose solo en unos pocos planos y fotografías, la mayoría de volúmenes, como lamentablemente pasa en nuestras bienales. Premios que luego influyen en lo que hacemos en el país. No importa que el «exteriorismo» actual, como lo llama Jaime Sarmiento (La arquitectura de moda, 2006), no considere nuestra realidad. Como esa presumida biblioteca de Giancarlo Mazzanti en Medellín, que ignora la barriada pobre en que está y su escaso espacio urbano público, con su equivoco significado, dudosa bioclimatización, carencia de confort, funcionalidad, facilidad de mantenimiento y seguridad, e imposibilidad de flexibilidad, adaptabilidad y reciclaje. Arquitectura efectista que no es el camino en el trópico hispanoamericano, como tampoco lo es en Europa la Casa de la Música de Porto, de Rem Koolhaas, uno de sus referentes, la que tampoco es allá la nueva arquitectura portuguesa sino apenas un ruidoso gesto de nuevo ricos en esa bella ciudad, amen del pésimo ejemplo de que parte de su espacio construido no se puede usar -ni ver- y sus escaleras y salidas son una trampa en una emergencia.
La buena arquitectura no se puede globalizar pero, paradójicamente, su frivolidad actual se da cuando el avance constructivo y la proliferación de nuevos materiales por todo el mundo, hicieron posible para los arquitectos el paradigma de Marcel Duchamp, en el sentido de que es la voluntad del artista lo que vuelve arte cualquier cosa, como su famoso orinal, que dio inició al arte conceptual. Por eso dice Ernest Gombrich que el arte no existe, sino solo los artistas que proponen nuevos problemas artísticos o los desarrollan. Pero muchos de ellos, en el afán del cambio generacional, del que también él habla (Historia del Arte,1949), lo tomaron literalmente pese a que con apenas proponérselo no basta, como resultó evidente con la crisis actual del arte. Y desde luego mucho menos en arquitectura pues, como insistió tanto Salmona, no solo es arte, sino también función y técnica. Por supuesto esto tiene graves consecuencias pues estamos dañando nuestras ciudades con los edificios triviales, impertinentes y trasnochados que, en general, estamos hoy haciendo.
Pero solo con una crítica, teoría e historia serias se dará un debate culto y amplio; y de ahí fructífero. La democracia verdadera es sobre todo cultural y no apenas política. Es la que permite que los ciudadanos convivan pacifica y estimulantemente al acceder a sus ciudades en tanto que obras de arte colectivo. Por eso es necesario continuar con el debate público sobre esa arquitectura espectáculo cuya moda que nos llega con los premios, las bienales y las revistas. Un debate que nos tendría que interesar a todos y no apenas a los arquitectos y que por eso debe ser público. En consecuencia, es pertinente analizar el Acta de la VI Bienal Iberoamericana de Arquitectura. Dicenen ella los arquitectos Antonio Toca de México, Ricardo Carvalho de Portugal, Rosa Grena Kliass de Brasil, Beth Galí y Juan Miguel Hernández de España, y Nelson Inda de Uruguay, para «justificar» el premio ala mencionada biblioteca de Medellín, que:
«El Parque y Biblioteca España es una obra de profunda significación cultural, merecedora del Premio en cuanto conjuga con calidad superior todos los aspectos que el Jurado consideró a los efectos de su valoración, destacándola del conjunto de Obras Seleccionadas. El Parque y Biblioteca España es la respuesta arquitectónica a un programa que relaciona múltiples servicios culturales en la atención a un área de la Ciudad de Medellín especialmente conflictiva.
El planteo espacial, formal, funcional y de relación con el paisaje, se justifica y explica en la memoria presentada por los autores: «.más que un edificio se propone la construcción de una geografía operativa. Un edificio-paisaje que redefine y tridimensionaliza la estructura plegada de las montanas como forma y espacio.»
La volumetría simple y variada, unitaria y diversa, real y virtual, comunica con acierto evidente una propuesta «naturalmente artificial» en un área marcada por la carencia material, la desintegración social y el vacío cultural. Como respuesta a un programa de Inclusión Social el Parque y Biblioteca España cumple cabalmente con su cometido, en cuanto permite desarrollar las posibilidades de encontrar, por parte de la población servida, las bases de identidad enraizadora con el sitio e integradora en lo social que le permita proyectarse en el tiempo.
Por otra parte, no son menores los valores del espacio interior con una propuesta de extrema sobriedad en los recursos y neutralidad en los acentos físicos.»
Aparte de la lamentable redacción del acta, como lo ha señalado el profesor Germán Téllez, ¿cuáles son los aspectos que el Jurado consideró? Muy cómodo para ellos que parte de la memoria del proyecto pase a ser una porción del acta y que la escueta descripción del programa reemplace su razonamiento. Por que ¿qué es eso de geografía operativa, edificio-paisaje, tridimencionalizar o cual estructura plegada? ¿Qué lo de «natural artificial»? Y desde luego la volumetría de la biblioteca no es simple, unitaria, ni virtual, ni sus espacios interiores son sobrios ni neutros. Todo lo contrario y, naturalmente, son artificiales, como lo es en esencia la arquitectura. Por lo demás, queda la impresión de que el Jurado no constató en Medellín que el Parque Biblioteca España, como llaman a la biblioteca, cumpla cabalmente con su cometido, y por supuesto es demasiado pronto para asegurarlo como si nada. Y hablando de parques ¿cuál fue el que vieron?
Los arquitectos, en la medida en que intervenimos en ciudades que son de todos, y tan de antes como de ahora, tenemos que aprender a concentrarnos en lo razonable de las criticas que suscitan nuestros edificios, mas que en los supuestos motivos personales de los críticos. A argumentar mas que vilipendiar. Si no tenemos temor a que se construya todo lo que diseñamos, mucho menos lo deberíamos tener a que se lo discuta públicamente. Debate indispensable para poder crear ese útil «trasfondo meditativo» del que habla Milan Kundera (François Ricard: La littérature contre elle-mème, 1990). Reflexiones que nos permitirían desarrollar una teoría convincente que evite que nos volvamos arbitrarios o repetitivos (Hanno-Walter Kruft: Historia de la teoría de la arquitectura, 1990), y a entender y aclimatar el simple gusto propio tornándolo complejo, pertinente, colectivo y responsable. Ético, en una palabra, y no apenas estético.
Si bien hay muchas funciones nuevas y la arquitectura ahora cuenta con un gran avance técnico, sus formas no permiten casi nada totalmente nuevo; solo unos pocos sólidos platónicos, y sus espacios correspondientes, pero sí muchas derivaciones y combinaciones. Por eso los arquitectos prudentes no caen en la simple «imitación servil de un estilo»(DRAE), si no que simplemente roban, como dijo T. S. Eliot de los poetas maduros. Reinterpretan ideas, que suelen venir de muy atrás, y las desarrollan creativamente. Las leyes que vuelven efectivo lo que consideramos no convencional, basadas en la psicología elemental, son eternas, y de ahí que lo extraordinario se desprenda de lo ordinario (Robert Greene: Las 33 estrategias de la guerra, 2007). La arquitectura sigue siendo la concepción poética, técnica y económica de ambientes útiles y entrañables para la vida. Que se ven, oyen, tocan, huelen y sienten, en espacios interiores, que son su esencia, y que emocionan al recorrerlos (Bruno Zevi: Architectura in nuce, 1964), pero que se modelan para definir espacios urbanos, discretos o monumentales según lo demande cada caso. Y hoy, además, deben ser sostenibles, funcionales, confortables, seguros y reciclables.
Lamentablemente nuestra profesión, pese a que cada vez interviene mas en nuestras ciudades, ha perdido el estatus social que tuvo, es cada vez menos respetada y se la confunde frívolamente con el «exteriorismo», la decoración o el diseño. En buena parte porque la divulgación y crítica de nuestra arquitectura no ha sido sistemática ni continua. Hoy nuestros debates gremiales carecen de sindéresis; esa discreción y capacidad natural para juzgar rectamente. La crítica, basada en una competencia y pertinencia comprobables, relacionaría y enriquecería los datos suministrados por la historia para crear una perspectiva teórica que nos facilitaría transformar nuestras ciudades. Pues de eso es que se trata, nada menos, y de ahí la importancia de un debate que por eso mismo debería ser permanente y público. Y es por eso, tambien, que nuestras bienales tendrían que ser muestras razonadas de la arquitectura que se está haciendo en el país o Ibero América, mas que meros concursos irresponsables de elogios o exclusiones mutuos, que es en lo que lamentablemente se volvieron en los últimos años.
Benjamín Barney Caldas
Nota:
Este texto esta basado en los publicados en la columna ¿Ciudad? de El País de Cali, del 8 y15 de Mayo y 5 de Junio, de 2008.