De entre los muertos:
¿Cuándo toca?
por Hernando Valencia Goelkel
Para un observador común y corriente, y tanto más para un observador no interesado excesivamente en el asunto, el conflicto de la Universidad Jorge Tadeo Lozano no presenta hasta ahora mayores variaciones respecto al ritual con que transcurren esos episodios de la vida universitaria. Las declaraciones de estudiantes y de profesores coligados son casi rutinarias y no aportan nada nuevo en lo tocante a desafueros sintácticos ni a agresiones personales.
La fachada del edificio de la universidad está colmada de letreros: «Ciencias del Mar Presente», «Comunicaciones Adelante», «Solidaridad contra el imperialismo», «No a Carlos Tulio» (¿quién es Carlos Tulio?). Tampoco las pancartas o los graffiti se apartan de lo convencional, y resultan inclusive notables por cierta falta de vehemencia. Como con la lectura de proclamas y contraproclamas, la sensación es la de déjà vu. Por parte alguna un ademán que indique cómo la imaginación (muy moderada, es cierto) se halla en el poder, tal como las bombas a Rostropovich [durante una función suya, pusieron una bomba en la Universidad Nacional en Bogotá]. Pero trazada laboriosamente contra la superficie irregular de una pared de ladrillo, hay una leyenda que rebota, por así decirlo, en la mirada. Dice en letras alargadas y comprimidas horizontalmente: «Juventud sin rebeldía es servidumbre precoz».
¿Comprenderían, el joven fervoroso o la muchacha excitable que la escribieron, el contenido de desolación que encierra la frasecita? Pues mencionar la «servidumbre precoz» implica que hay un tiempo inevitable para la sumisión: que ellos, los jóvenes, que todos habremos de ser complacientes, serviles acaso; la exhortación se dirige a serlo en su debida oportunidad. Lo reprobable no es la claudicación en sí, sino la claudicación «precoz».
¿Cuándo, entonces, dejará de ser precoz la servidumbre para convertirse en la actitud «madura» (presumiblemente), en el talante apropiado que ya no desentone? ¿A los treinta años? ¿A los cuarenta? ¿A los cincuenta?
Tal vez lo que cuente no sea la edad del calendario sino otras circunstancias: el primer hijo, el primer empleo, la primera compra a plazos, la primera chequera.
A cada rato se dice que en sus actuaciones políticas los jóvenes suelen ser utilizados y manoseados. No se trata ahora de adivinar, si es que existe, la mano oculta que guió perversamente a la mano cándida —sobre la candidez no caben dudas— que trazara el letrero. Pues lo más desconcertante que tiene éste es su carga de sentimentalismo. Y esa concepción elegíaca de la juventud resulta sentimental justamente porque es transmitida. Porque, para ser exactos, implica una concepción de la juventud ajena a los jóvenes: es una imagen creada, modulada, mimada a lo largo de los siglos por los viejos. Es un arquetipo cultural elaborado por quienes dejaron de ser jóvenes, o por quienes nunca lo fueron. Una convención más piadosa que exacta igual que aquellas que atribuyen la generosidad, la valentía, la inconformidad, el desprendimiento, a un momento posiblemente mitológico del propio pasado individual. Esas cualidades existen en gentes de edad universitaria, y de seguro que abundan más entre éstas que entre personas de otras edades. Pero ser joven significa vivir un momento de la vida tan áspero y tan duro como los demás, y el joven que se identifica con esa gracia frágil y con esas virtudes transitorias está viviendo de clisés culturales. Está viviendo no su juventud sino una juventud aprendida. Se le ha enseñado que toca ser rebelde; lo que no se le dice es cuándo ni por qué tocaría dejar de serlo.
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(enviado a esferapublica por Lucas Ospina)
participación relacionada:
ausencia de crítica de la obra
para leer >
https://esferapublica.org/nfblog/?p=1134
4 comentarios
También es interesante saber «¿cuanto toca?»
Es fatigante encontrar casi todos los días una participación de Lucas Ospina en Esfera Pública. Uno pensaría en solicitar que se automodere y no se beneficie tan impúdicamente de un espacio que está abierto para todos y que es una invitación también a que cada cual ponga en acción un código social que consiste en no saturar a los demás o, para ponerlo de otro modo, no se comporte como el invitado a la fiesta que en un estado de incontrolable voracidad se toma todo el trago, se come todo el postre y habla todo el tiempo en un insoportable tono de voz que pretende imponerse sobre los demás para acaparar la atención.
El foro mismo invita a que la gente participe, pero también invita a que lo haga de forma moderada, sin exagerar, sin convertirse en esa especie de «pretendiente intenso» que se encarga de sofocar el interés que en un inicio pudo haber despertado.
“¿Qué más quieres saber ahora?”, pregunta el guardián, “eres insaciable.”
ojalá se tome un buen descanso y aproveche para pensar el tema de participar de forma moderada. ¿no se ha detenido a pensar que puede saturar? ¿o que tanta escribidera termina por neutralizar la posibilidad crítica de sus textos?
piénselo….
Quizás Lucas O. pueda pasar por pesado a menudo; (sinceramente me parece que su labor como escritor supera enormemente su producción plástica) en esta área, es más justa y lúcida su intervención; por ello un hipotético sacrificio de la materialidad en pro de la literatura ha sido bueno para todos. Ya dijo alguien que, las artes de influir son…y la literatura; las de agradar, la pintura, la escultura…
La constancia de sus escritos no es necesariamente desafortunada; y, respetada Melissa: lo digo tratando ser imparcial (Lucas incluso se ha reido a mis espaldas en una clase en los Andes, acerca de una vieja pelea con Nadín Ospina -un antiguo artista que estuvo vigente-….lo dijo el mismo hace poco), es decir: no soy amigo de Lucas.
Si se llegare al caso de que está favorecido particularmente por esferapublica, ello no hace mella, pues la calidad de los escritos y la información están allí con posibilidad de ser rebatidos, Ud. ha podido constatarlo. Por otra parte no parece que hubiesen otras voces arrojadas, como exige el asunto, para hacer crítica, hay verdaderos esperpentos que no desean ser vistos o conviene ignorar si se desea avanzar en la individualidad (el caso de Serrano es hasta mas no poder grotesco), y nadie más lo dice de modo tan claro como él lo ha expuesto; pues mire su propio caso que las críticas casi siempre se van por lo secundario: «…no se beneficie tan impúdicamente de un espacio que está abierto para todos…» Las personas poco importamos, lo importante son las ideas esgrimidas, los razonamientos y más que los razonamientos, incluso los sentimientos; pero para ello ser posible hace falta un respaldo, sea de espíritu o institucional; solo, es casi, imposible. No deja Ud. ver por qué un exceso de Lucas es insoportable, si bien pueden evitarse las entradas a esferapública, o consultar otros debates. Pensar en un exceso de calidad es poco inteligente si se puede pulsar un click de apagar, pues también hay mundo por fuera de esferapública.
La crítica exige capacidad de soportar al crítico, y si se le observa, que sea por lo cualitativo y no por lo cuantitativo.