Dentro de los propósitos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, en lo relativo a las exposiciones de arte se halla, sin duda, como es evidente y como lo ha demostrado hasta el momento, la de contribuir a la Formación de públicos para el arte. O sea, sensibilizar crítica y racionalmente al público en ese sentido, dado que ese es pues, uno de los hilos conductores de su tarea, de su propósito. Y tarea que lleva a cabo con muestras de importante pluralidad en el arte, como la llamaría desde su teoría el crítico Arthur Danto: el pluralismo en el arte (La Madonna del futuro). En eso, nadie pone en cuestión que la tarea que realiza está fundamentada en el desarrollo de unos criterios estéticos y culturales amplios y es manifiesto, al público, el para qué de los mismos. Prueba de ello, como hemos dicho, ha hecho en cada una de las exposiciones que realiza.
En la tarea de la mencionada Formación de públicos, es de suma y trascendental relevancia la publicación del catálogo de la exposición. Y no de cualquier catálogo, porque como lo expresan las propuestas modernas de la Curaduría de Arte (Comisario del Arte), este medio, es esencial, por los elementos teóricos que en él se contienen: Como los del nombre de la exposición, qué sentido tiene, cual es su aporte, hacia donde determina la historia del arte, de que carácter es la sensibilidad del artista, cuál es la posición teórica del Curador, que orientación tiene hoy la reflexión estética: ¿Es el arte ó no una forma de conocimiento? ¿Cuál es la relación arte y ciencia, si se da todavía, si es de interés del arte y de los que lo hacen? Estas son cuestiones de básicas, que hay que plantear, y que una exposición seria de arte no puede desconocer.
Y que además, el público (en formación) pueda tener la historia de la exposición, su memoria. Que el acceso a ella, no esté solamente radicado o determinado en la memoria visual del público. Ni siquiera teniendo El ojo del espíritu, al que se refiere Maurice Merlau-Ponty, podría intentar el público una tipo de aventura experiencial con el arte de esta extraña propuesta, la de la memoria visual. No es pues ni se trata de un simple anexo, frente al cuál estamos, sino en relación con la importancia de una memoria, que está sostenida y apoyada sobre los criterios de la Biblioteca para hacer la exposición. El catálogo, no sobra decirlo, ya no es una propuesta subsidiaria, a la muestra misma, sino que se conecta con ella de manera clara, preponderante en su eficacia y sentido.
Esta no es una práctica ni un fenómeno nuevo. Ha ocurrido así y de la misma manera en relación con otras importantes exposiciones. Ocurre hoy, con la exposición de fotografía llamada Más de lo que los ojos pueden ver, que pertenece a la Colección del Deutsche Bank, y que se encuentra expuesta en la Casa Republicana de la Biblioteca Luis Ángel Arango (Banco de la República), con la curaduría de Friedhel Hütte, y que culmina el 29 de Enero de 2007; en la que se pueden observar fotografías de artistas como Pölke, Gursky, Bernd y Hilla Becker, Gerhard Richter, Wim Wenders, sin que halla la minim posibilidad de que el público amplié más de y sobre lo que le están exponiendo o mostrando allí, de estos sobresalientes fotógrafos contemporáneos.
O si bien, quedaría el fantasma de la duda, para el Público en formación, como sí bastará decirle que ha de observar la exposición sin necesidad de esas apoyaturas, puesto que tiene mirar más allá de lo que él puede ver, y que para tal fin, no le son necesarias elementos teóricos e históricos, para realizar esa relación, o sea, unos referentes que le propiciarían darle mayor dimensión a lo que observa.
O también, solamente la exposición es excluyente y es para un público que participa de lo que el teórico Georg Dickie concibe como la teoría institucional del arte (El círculo del arte), en la que lo que importa es la presencia, la intervención de un público preparado, con formación y con elementos de observación, que le propicien o le vehiculen una relación con el arte, porque en ella lo que determina que es el arte, es el mundo del arte. Y obedece, en cierto orden, a que ese público esté en poder de un «conocimiento» del arte. Y hace de él su propiedad.
Y la otra exposición, a la que nos hemos querido referir, que presenta también las misma situación que la anterior, es la que se lleva a cabo en la Biblioteca Luis Ángel Arango, Casa de la Moneda y que han llamado: Topologías: Materia en tránsito, que hace parte del XIV Salón de Arte BBVA, y que concluye el 10 de Febrero de 2007, que es un proyecto del BBVA y la Fundación de amigos de las colecciones de arte del Banco de la República.
En la exposición, como medio de enfrentar al público con la misma, se exhibe una tela a la entrada de la Casa de la Moneda, en el cual aparecen incluidos los nombres de los artistas que participan. Y una vez en el 2do piso, hay un texto breve que señala el por qué y el para qué de esa exposición. Pero sin más opciones para la clase de público del que estamos hablando. Ni siquiera en la www de la Biblioteca Luis Ángel Arango, existe más información sobre la exposición. Ni el texto completo ni el nombre del Curador de la muestra, lo cual, podría deducirse, demuestra que no son ni siquiera importantes los artistas que exponen allí. Nadie sabe, mientras observa la exposición, quienes son, cuál es el carácter y la calidad de su trayectoria. Nada, absolutamente nada. Es bastante problemático pues acceder, a esta exposición sin tener más elementos de apreciación, de interpretación que los que propone el Curador, para el público que hemos señalado. ¿O es qué solamente lo que dice el Curador, corresponde exactamente las búsquedas, exploraciones y experiencias de los artistas que están allí expuestos?
La labor de la Biblioteca Luis Ángel Arango y la de los Bancos de la República y del Banco Bilbao Vizcaya, deben procurar y propender por hacer que la labor que realizan de o hacia la Formación de públicos para el arte, no se quede solamente allí, en la realización de la exposición, sino que también pueda tener mayor proyección en ese aspecto y se propenda por un fortalecimiento de sus fines y propósitos, que son básicos, para el desarrollo cultural de una sociedad, que ha de estar siempre en proceso de formación, de construcción, y en particular, la nuestra.
Oscar Jairo González Hernández.
Coordinador de la Ruta en Estudios Estéticos. EAFIT.
Medellín, 29 de Diciembre 2006