¿cómo podemos politizar a los estudiantes de arte?

Estudiantes de arte repudian a Bush, Colón, Paramilitares, Guerrilla y Uribe*

12 de octubre, 2007. En un encuentro nacional realizado en Santa Marta

Estudiantes de arte de distintos puntos del país repudiaron la conquista de América por el imperio español, el dominio de Estados Unidos sobre Latinoamérica y la política de genocidio que lleva adelante el gobierno, la guerrilla y los paramilitares contra los grupos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.

«Devuelvan las tierras», gritaban los estudiantes dentro de una performance realizada en la Plaza Bolívar. 320 estudiantes de 13 facultades de Arte de siete departamentos colombianos hicieron un encuentro nacional en esta capital entre el miércoles y el lunes festivo. Asistieron delegaciones de Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Pamplona, Barranquilla, Montería, Sincelejo. Se desarrollaron talleres de grabado, pintura mural, cerámica, dibujo, textiles, tallado, soldadura y arte efímero. También se dictaron siete charlas.

Durante el encuentro hubo cierta tensión entre el grupo de estudiantes organizadores de la Universidad del Magdalena, de Santa Marta —quienes querían mantener el encuentro dentro de un ámbito de tipo académico— y las delegaciones de otras regiones, que pugnaban por realizar acciones callejeras que exteriorizaran la visión crítica que predominó en las jornadas sobre la realidad colombiana.

«No me gusta cómo hicieron esto, hay mucha desorganización. Nos aíslan en talleres. No previeron actividades que nos reúnan a todos. Parece que acá le temen al debate, a las asambleas, a las actividades conjuntas», se quejó Cristian, un joven que paga sus estudios de arte en Medellín trabajando en una agencia de publicidad.

Una estudiante que integró el comité organizador reconoció «Esto nos superó; nos dijeron que venían 600 estudiantes, afortunadamente llegaron menos, pero todo fue una lucha. Nos faltaban fondos. El concejal Vives nos dio una mano, pero pasamos varios días sin dormir, preparando todo. Pero de todos modos hubo cosas muy interesantes, como la charla de Raúl Cristo Ancho sobre la crisis de la enseñanza artística en América Latina». Héctor Taglioli, estudiante de tercer año del Instituto Departamental de Bellas Artes de Cali estimó que —pese a las dificultades que tuvieron para llevar a cabo el Encuentro—, este fue «muy bueno». «Nos permitió confraternizar», dijo.

Un momento emotivo y espectacular se vivió a minutos de que se iniciara el 12 de octubre. En una espectacular muestra de arte efímero, los estudiantes incendiaron 516 barquitos de papel que formaban un enorme cartel sobre la explanada del balneario de El Rodadero con la leyenda “¡AMÉRICA RESISTE!”. Bajo este cartel se veía un rostro precolombino, también diseñado con barquitos cuyas velas se encendieron a quince minutos del día en que se recordó la llegada de Cristóbal Colón a América. Detrás, se levantaba una estructura que semejaba una carabela, formada con leños hojas de palmeras y hierros. Fue un momento de intensa emoción y de participación de los estudiantes en la expresión artística de un concepto claramente crítico frente a la destrucción de las culturas nativas de América que implicó la conquista española y que hoy se sigue expresando en la política de despojo que lleva adelante el gobierno y los actores del conflicto en Colombia contra los grupos indígenas que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta.

«El arte efímero es la expresión de un concepto —explicó la profesora Martha Lucía Moreno, de la Escuela Departamental de Bellas Artes de la ciudad de Cartagena—. Nosotros propusimos la consigna: el arte y la realidad de Latinoamérica. Entonces un grupo de estudiantes del Magdalena nos contó en detalle lo que está pasando con los pueblos Ijkas, Koguis, Arzarios y Kankuanos en esta región del país. De allí surgió la necesidad de representar de este modo la agresión contra estas culturas y la necesidad de resistir para preservar la existencia del pueblo Tayrona y de su legado cultural. Entonces apareció la idea de los barquitos, uno por cada año sin libertad para América», contó la coordinadora del taller de Arte Efímero.

En cada barquito había una piedra, que simboliza ese peso que llevamos los americanos. Y la necesidad de la liberación de los dominios imperiales representada por el fuego. Los barquitos terminaron incendiándose, mientras un grupo de estudiantes realizaba una representación con máscaras, otros danzaban, otros hacían malabares con antorchas, algunos se sentaban en torno a la figura que representaba el rostro indígena y el resto contemplaba toda la escena desde arriba, en el sector del monte que da nombre su nombre a El Rodadero. Un estudiante atravesó la instalación con un barco de madera que se incendiaba, lo que produjo cierta destrucción prematura del conjunto. Muchos consideraron que esa intervención no prevista «era una falta de respeto y dañaba la obra». Otros pensaron que podía interpretarse como la división de América en dos partes: un sector dominante, representado por Estados Unidos y una parte sometida, que sería Latinoamérica.

Se había previsto también una performance final en el pueblo de pescadores de Taganga, con la quema de un muñeco que simbolizaba a Colón y Bush destrozando a la América Indígena que de todos modos sobrevive en su esencia. «Esta también va a ser una expresión de arte efímero. El muñeco será destruido en su parte formada por papel, pero quedará entonces expuesta la estructura de hierro que lo sostiene» había explicado la profesora Moreno antes de partir hacia Cartagena. Esto simbolizaba que los poderes imperiales podían destruir algunas manifestaciones culturales de los pueblos, pero no su esencia, que resiste a toda dominación.

Algunos estudiantes del interior del país lamentaron que alumnos de la Universidad de Magdalena boicotearan este acto, por temor a la reacción del gobierno departamental. «Nos dijeron que no teníamos que hacer esto, porque después ellos son los que se quedan acá para enfrentar las represalias de los paramilitares que han infiltrado la universidad» dijo una joven mientras le pintaban el rostro en el centro de la Plaza Mamatoco. Eran las 9 de la noche y los estudiantes esperaban un bus hacia Taganga al lado de la Quinta de San Pedro Alejandrino. Un grupo de policías observaba a escasos metros de distancia.

“¿Ustedes están manifestando por algo? ¿Qué es lo que reclaman?”, le preguntó una señora a una estudiante.

«No es una manifestación política, es una expresión artística que representa la lucha de los pueblos indígenas de la sierra, que están siendo sojuzgados por el gobierno, exterminados por la guerrilla y los paracos, y también el rechazo a la conquista española y al imperialismo de Bush», le explicó la joven.

Finalmente se quemó una gran máscara que representaba al conquistador español, pero no el muñeco, una estructura de unos dos metros, ubicado en el centro de la movida artística. «No queremos crearle problemas a los compañeros de la Universidad del Magdalena que consideraron que la quema del muñeco podría ser lo más ofensivo para el gobierno y los paramilitares» dijeron los estudiantes y aclararon que otros alumnos de la región —que no compartían el criterio de los organizadores— estaban ahí, con ellos. Luego regresaron preocupados a sus carpas en el balneario de Bahía Concha: corría el rumor que iban a ser desalojados por la policía. Pero el director de espacio público del municipio, Roberto Fayón se presentó en el camping para disipar esos rumores y tras comunicarse por teléfono con el concejal Armando Vives les aseguró a los jóvenes que podían permanecer en el camping hasta el mediodía de hoy. Gran parte de los estudiantes regresaron el sábado a sus ciudades, otros viajaron el domingo. Unos pocos se quedaron, invitados por sus amigos costeños, hasta el fin del puente festivo.

Queda cierto regusto a paradoja por el hecho de que estudiantes de las capitales del interior, en especial los de Bogotá y Medellín —muchos de ellos de aspecto gringo o rubio, de clases acomodadas y descendientes de inmigrantes— expresen una defensa decidida de las culturas indígenas mientras algunos estudiantes locales —más cercanos a este drama— titubean y se atemorizan ante la probable represalia del gobierno. Pero no todos miran para otro lado mientras se consuma el holocausto indígena: antropólogos de la Universidad de Córdoba han denunciado que si no se revierte la política actual la consecuencia no será otra que el genocidio.

* Artículo publicado en exclusiva en http://argentina.indymedia.org/news/2005/10/335935.php

—Lucas Ospina