a propósito de www.lacoctelera.com/libidoherida
Un espacio virtual de participación libre y espontánea es simplemente un lugar donde se materializan las expresiones, opiniones y maneras de entender el mundo. En este espacio gratuito de Internet, y por ende ajeno a compromisos institucionales, no caben prohibiciones ni censuras, ya que la misma virtualidad convierte, en últimas, lo que pudo ser un discurso excesivamente articulado, cuidadosamente enmarcado en la forma, en mecánica efectiva de extracción directa, como si se tratara de una pulsión interna y necesaria. Así las cosas, un blog representa desde el mismo corazón el pensamiento en sus intersticios del que aporta un comentario central o defiende bajo seudónimo muchas veces naturalezas ajenas a él mismo, asumiendo otras, dibujando, o mejor, explorando la cantidad de seres que podemos ser. Lo que me ha parecido relevante en esta experiencia de indagación a partir de un blog durante estos dos años desde su creación, ha sido principalmente el grado de poder de transformación de criterio y la tendencia violenta y tensionante del lenguaje utilizado en él, visible tanto en los contenidos como en los mensajes. En la primera de las características, la posibilidad de expresar lo que se piensa sin miramientos ni temores, ha podido transformar efectivamente una comunidad, la cual como todas las comunidad, se encuentra representada en afirmaciones, resentimientos, miedos y respetos, algunos de ellos infundados bajo la tutela de la autoridad. El poder de transformación es básicamente un cambio en los modos de ver y asumirse en el mundo, exentos de lineamientos rígidos o cegueras hereditarias por la malformación del conocimiento, o el abuso mismo de una personalidad. Un blog aglutina en un pequeño-inmenso espacio la miseria humana, la degradación, el valor humanoide y el gesto patricida, alternando con la belleza de sublimidad invertida, el calor de una conversación, o la sutileza de una imagen con serios problemas ególatras. Un blog es manipulación en todos los sentidos y direcciones: liberación para unos, persecución y señalamiento para otros, pero en todos los casos prima el principio de la libre expresión de las ideas, algo que muchas veces la academia o sus aparatos de gobierno olvida o soslaya a conveniencia. Sobre la segunda tendencia, que no es otra que una constante desiquilibrante entre emoción y sentimientos encontrados, también la virtualidad termina consumiendo y convirtiendo en naturaleza lo que una vez fue grito irremediable o pataleta de niño acorralado por las propias travesuras de jugar al poder. Mi espacio blog, no es ni mucho menos un espacio blog art, porque mi propósito no es el arte como fin, por lo menos en la virtualidad (entendida en mi proceso de comunicación en red), sino reflexionar sobre el fenómeno de la trasmisión de intuiciones, aunque muchas de ellas nos incomoden, como incomoda el arte por su capacidad, como dijo Jairo Montoya, de sacar a flote, de develar, yo le sumo, de hacer visible lo invisible.
Oscar Salamanca