«Queremos hacer un gran campus. Para lograrlo, necesitamos más predios. Por eso, esperamos el apoyo de las entidades, pues Bogotá y nuestros 27.000 estudiantes se merecen una gran universidad», dijo Dagoberto Quiroga, vicerrector administrativo de la Universidad Distrital, quien recibió el lote del Matadero o Aduanilla de Paiba, que la entidad le compró al Distrito por $7.600 millones (El Tiempo, junio 25 de 2009)
Esta noticia que para los 27.000 estudiantes de la Universidad Distrital podría resultar interesante, se convirtió en una gran controversia y en un debate que tiene varias caras. La primera, y tal vez la más visible por la resonancia que le dieron los medios masivos, involucró a intelectuales, administración distrital y nacional y se centró especialmente según algunos de los intervinientes, en la falta de criterio de la administración distrital por haber impedido la ampliación de la sede del Museo Nacional de Colombia patrimonio de todos los colombianos.
Como muchos sabrán, las directivas del Museo Nacional vienen trabajando intensamente en la ampliación de su sede hacia los predios que desde 1946 y 1949 ocupan el Colegio Mayor de Cundinamarca y el Liceo Femenino Policarpa Salavarrieta respectivamente “…con el ánimo de responder al programa de conservación e incremento de las colecciones y brindar al público de hoy y de las futuras generaciones, la totalidad de los servicios dignos del gran Museo Nacional que merecemos los colombianos” .
No obstante, para hacer posible este proyecto de ampliación era necesario encontrar un lote del sector público con las especificaciones indicadas para trasladar el Colegio Mayor. En mayo de 2005 y después de tres años y cientos de predios revisados, a través del Programa de Gestión de Activos, el Gobierno Nacional le presentó al Consejo Superior Universitario cuatro opciones de lotes para la reubicación de la sede. La Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca contrató un equipo de arquitectos para evaluar cinco opciones de ubicación y desarrollo de su nueva sede (las cuatro propuestas y la opción de quedarse en la sede actual) y posteriormente el Consejo Superior de la Universidad autorizó avanzar en el estudio de la posible reubicación de su sede en el lote de la Aduanilla de Paiba de propiedad del Distrito Capital.
El proyecto de ampliación parecía una realidad, luego de 14 años por fin todos los involucrados en este largo proceso de negociación estaban de acuerdo. En la revista Arcadia en un artículo titulado “El museo se quedó chiquito” se señalaba que “En junio de 2007 se invirtieron 585 millones de pesos para que la Sociedad Colombiana de Arquitectos efectuara el estudio técnico de instalación de la universidad en el antiguo Matadero, y a fines de ese año sus autoridades le dijeron a la Ministra que se mudarían a la Aduanilla, aunque faltaban detalles ”. Sin embargo, el proceso se vio interrumpido, los trámites y comunicaciones entre Ministerio de Cultura, Planeación Nacional, Consejo Superior del Colegio Mayor y Empresa de Renovación Urbana se complicaron y la madeja ya desenrollada en el año 2005 se volvía a enredar a finales de 2008 cuando la administración distrital anunció que se había cansado de esperar y que vendería la Aduanilla de Paiba a la Universidad Distrital
En la discusión promovida en los principales periódicos y revistas se enfatizó en la negligencia del Distrito según algunos, porque el “Distrito le hizo ‘conejo’ a la Nación y venderá lote de matadero a la Universidad Distrital”. Antonio Caballero argumentaba en su columna del 20 de septiembre de 2008 que (…) “la Distrital, claro está, podría construir su nueva sede en cualquier otro sitio: para eso es nueva. El Museo, en cambio, no puede ampliarse sino ahí en donde ya está”; mientras que Andrés Hoyos columnista del Espectador afirmaba que “… Un gran museo es bastante más importante que un colegio de fea arquitectura o que una universidad mediocre y casi irrecuperable como la Distrital. Tanto los colegios y como las universidades son necesarios, pero sus sedes no históricas son fáciles de hacer y deshacer o, por lo menos, de trasladar” (El Espectador, 2009). Si se miran las reseñas de prensa del momento, la administración distrital y la universidad salen muy mal libradas de este debate, son las culpables de frustrar nuevamente la ampliación del Museo de la Nación y de impedir la revitalización del centro de la ciudad.
Dejando atrás la discusión sobre la fallida ampliación del Museo Nacional, la segunda cara del debate se abre al interior de la Universidad Distrital, y se centra en cual será el uso que se le va a dar a este predio y los beneficiarios directos de dicha adquisición. Si bien es cierto que la universidad necesita crecer, dar un campus adecuado a sus 27.000 estudiantes y consolidar sus capacidades para la acreditación institucional, la discusión es sobre ¿quién tendrá el privilegio de acceder a las nuevas instalaciones? ¿Las facultades más antiguas, las que tengan mayor número de estudiantes? ¿Cual será el criterio de priorización de las múltiples necesidades que todas las facultades tienen en materia de espacios e infraestructuras académicas? ¿Qué tipo de razones primaran para tomar la decisión sobre el destino de este predio?
Según las proyecciones de la Universidad en las 2.46 hectáreas del predio de la Aduanilla de Paiba -ubicado en área de renovación urbana- se contempla la construcción en tres etapas de 15.000 metros cuadrados con capacidad para 5.396 estudiantes; de 15.000 metros cuadrados para 4.047 estudiantes y de 12.000 metros cuadrados para 3.237 estudiantes. Es decir, según estas proyecciones, en la Aduanilla de Paiba aproximadamente 12.500 estudiantes de la Universidad podrán disfrutar de espacios adecuados e idóneos para su formación entre el 2010 y 2011 .
Pero la pregunta es ¿cómo y cuando se toman las decisiones sobre el destino de estos espacios? La Universidad cuenta con instancias de decisión que ya han debatido este asunto. En diciembre del año pasado una Comisión nombrada por el Consejo Superior para este tema presento propuesta, que fue aprobada, en la cual se indicaba que la Facultad de Artes tendría su sede allí. Pasa el tiempo corren rumores, el decano, el rector y el vicerrector académico nos aclaran, (…) “no ha habido cambios en las decisiones tomadas al respecto (…) se viene adelantando trabajos para recoger información sobre requerimientos y necesidades (…) el proyecto curricular de artes musicales ya entregó los suyos(…) ”
Esta parte del debate va por ahí, tendremos que cumplir con nuestra tarea de aportar información y nutrir los documentos que se están construyendo para establecer qué requiere una Facultad de Artes moderna, ambientalmente responsable, con condiciones adecuadas para que la amplia diversidad de prácticas artísticas que hoy en día y que a futuro desarrollaran sus estudiantes y docentes sean posibles en las mejores condiciones y con los más altos estándares de calidad. Pero claro, también debemos cumplir con nuestra tarea de hacer seguimiento a lo propuesto en el Plan de Acción trianual y en el Plan de Desarrollo porque los propósitos allí trazados deben ir acompañados de decisiones presupuestales y administrativas que los hagan realidad y de la misma manera hacer seguimiento para que las decisiones tomadas en las instancias formales se cumplan: Si ya se tomó la decisión que la Facultad de Artes va a la Aduanilla que ésta no se cambie en instancias no formales o a través de propuestas no discutidas en los espacios establecidos por los reglamentos de la Universidad. Sabíamos que ya se abrió la convocatoria pública No. 008/09 cuyo objeto es: «Elaborar los estudios técnicos preliminares, estudios de investigación histórica, proyecto arquitectónico de restauración integral y coordinación y ejecución de los estudios técnicos para la adecuación de las instalaciones del antiguo Matadero Municipal como Biblioteca Central de la Universidad Distrital»
La tercera cara del debate tiene que ver la que se da al interior de la Facultad de Artes, donde se preguntan algunos, ¿es oportuno trasladarnos a un espacio con una historia cargada de zonas oscuras? ¿Qué peso emocional y sensorial tiene un lugar de sacrificios y de violencia contra seres vivos, como lo son los animales? ¿No fue ahí donde llevaron a las víctimas del Palacio de Justicia? ¿Qué paso con el centenar de habitantes de la calle que se ubicaron en este predio en el año 2005 cuando se inicio la renovación urbana del sector de Santa Inés? ¿Es mejor “luchar” por permanecer en el Palacio de la Merced en cuyos terrenos funcionó un convento y un hospicio para la niñez desamparada, antes de construirse el “magnífico edificio, patrimonio de los colombianos, diseñado en 1923 por el arquitecto bogotano Carlos José Lascano Berti en un estilo neoclásico francés”?.
Las edificaciones de patrimonio histórico y cultural de los aproximadamente 5.307 metros cuadrados de la Aduanilla de Paiba, estarían más allá y por encima de las relaciones sociales que sus futuros habitantes podrían establecer entre sí. ¿Son inmutables y conservan una pesada carga de violencia imposible de transformar? ¿Su futuro esta signado por su pasado? Nada cambia, lo que fue es y seguirá siendo. No podríamos pensar en un sentido, optimista, que las ruinas son realmente fragmentos y señales del pasado. Elizabeth Jelin dice que la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos (…) porque en ella (…) hay en juego saberes, pero también hay emociones (…)”
La autora señala que “(…) el pasado que se rememora y se olvida es activado en un presente y en función de expectativas futuras. Tanto en términos de la propia dinámica individual como de la interacción social más cercana y de los procesos más generales o macrosociales” . ¿Es posible entonces pensar que recordamos el pasado de este espacio y construimos una nueva narración para el futuro? Yo quiero pensar que esto es posible, que la activación de la memoria de los hechos, los seres que por ahí transitaron se hace para la vida, para edificar un espacio para pensar y proyectar muchos futuros posibles. Tal y como lo hicieron los maestros y estudiantes que participaron en el ensamble “Los santos mueren antes”, quienes se han apropiado del lugar y nos invitaron a pisar y pensar, quizás por primera vez, en este lugar.
Que la intervención ha sido afortunada o desafortunada, no lo sé, más bien diría que valiente y provocadora. Provocó, indujo a pensar más cosas, hacer más intervenciones, más debates. Por eso este espacio, promovido por los maestros y estudiantes de la facultad, me parece también oportuno y afortunado, sobre todo si logra incitar una reflexión más propositiva e informada y una acción más contundente.
¿Cual es la Universidad y Facultad que queremos y sobre todo que nos merecemos? ¿Cuál es la universidad pública que requiere una ciudad de derechos, como la que se proclama en el Plan de Desarrollo Distrital? ¿Qué es lo público en una universidad pública? ¿Tenemos nosotros, docentes y estudiantes, algún papel e incidencia en las representaciones que la identifican como una institución “mediocre y casi irrecuperable” o solo somos víctimas inermes de un estereotipo manido sobre lo público?
Marta Bustos Gómez
Profesora asistente proyecto curricular de artes musicales
Facultad de Artes-Asab
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http://redmuseo.javeriana.edu.co/index.php?pag=home&id=6|44|0.
http://www.revistaarcadia.com/ediciones/41/reportaje.html
Informe de Gestión Rectoría 2008. http://www.udistrital.edu.co/portal/documentos/administrativos/informes_de_gestion/IG68.pdf
Notas de la reunión de docentes convocada por el Decano de la facultad de Artes el día 3 de junio en la que participaron el Rector y el Vicerrector académico
http://www.udistrital.edu.co/portal/contratacion/convocatorias/
¿De qué hablamos cuando hablamos de memorias? Elizabeth Jelin En: Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Siglo Veintiuno editores, España 2001.
Ibidem