Cabezote de presentación de un programa de formación curatorial a realizarse en una ciudad que promete. La imagen muestra una clara disposición logística (de seguro esa galería existe en Bogotá) y de mood (hay tanta gente así yendo seguido a exposiciones de arte contemporáneo en Bogotá), que da una idea clara de los auspiciosos vientos que impulsan al arte de ese lugar.
La cuestión no radica en que la ropa que visten los humanos de la imagen que ilustra esa iniciativa no corresponda con la que suele utilizar el -artista- bogotano habitual. Muchas camisetas, ni una chaqueta de cuero. Muchas faldas, pocos leggins animal print. Muchos hombros desnudos, pocas bufandas. Pero no importa. O sí, importa: si un curador novel se basara en ella para visitarnos, puede que termine sintiendo algo de frío. Pero no hay afán (si le queda, no siente asco, promete devolverlo y cumple, yo le presto un saco (soy talla S)). En realidad, el clima es lo de menos. En cambio, la cuestión es mas bien algo espaciotemporal: ¿por qué ahora se realizará ese evento en Bogotá? ¿Quizá porque la cuidad es increíblemente cosmopolita y a sus organizadores se les pasó por alto la más reciente y ubicua y variadísima sobreactuación identitaria de Medellín? ¿Quizá porque en Medellín no hay feria de arte (aunque sí una miniDocumenta)? ¿Quizá porque Medellín será la sede de una extraña versión de autonomía del arte regional colombiano (desapareciendo)? ¿Quizá por que se espera que lleguen habitantes de latitudes más habituadas a la reciedumbre del clima -cultural- bogotano? No sé.
Este año ya se tuvo una expedición coleccionista-curatorial donde ni artistas, ni galeristas, ni público (aunque usted no lo crea, sí, hubo público), salieron satisfechos. En esa ocasión, alguien se quedó con los crespos hechos -lugar común tan jarto. Así mismo, alguien no supo muy bien qué hacer, y otro ignoró siempre cuál era el idioma en que se debía hablar. Inexperiencia del campo artístico con el altísimo nivel de apertura de mente de los visitantes. Muy bien y muy necesario entonces este nuevo proyecto. Bien que vengan y nos visiten (qué aburrido vivir tan solos). Necesario que nos evalúen (qué triste andarse mirando el ombligo). La pregunta, nuevamente, es ¿ICI, ahora, aquí? ¿A razón de…?
Tal y como aparece en la comunicación, están LOS representantes del arte local -enemigos de ellos, sufran-, LAS entidades culturales de Bogotá y gente importantísima dispuesta a dialogar -no os preocupeis, en español-, con quien presente un documento en el que ponga en claro lo que piensa hacer. De hecho, no hay lugar a la pregunta retórica («si tengo claro un proyecto de exposición, ¿para qué tomar esa oportunidad de verme ‘con colegas de todo el mundo, compartir ideas de cómo ampliar los parámetros de sus prácticas y construir una red para futuras colaboraciones’, etc., y no simplemente lo hago?»), sino al optimismo (se anuncian becas individuales por casi 5.5 salarios mínimos mensuales legales vigentes (sin pagar ETS u otros timos, creo); no hay interés por la apertura (las sesiones serán privadas), sino por la proactividad (sólo ganarán los mejores).
Frente a ese panorama, me veo escuchando personas que, creo, han hecho, quizá, media curaduría destruyéndose entre sí y a sus amigos por postular el mejor proyecto del universo. O el tema más-más-más de actualidad (en eso sí coincidiremos). O el asunto más-más formalista (sin preguntarse nunca por la proveniencia del dinero). O la agenda más institucionalizada (sin importar el gobierno en que se aplique). O una retrospectiva de ensayos críticos sobre la grieta de Unilever (cuya exigencia será, obvio, jamás haberla visto). Pero ése es problema mío: si no les quiero oír, ¿quién me impide taparme los oídos?
Si se acepta que el nombramiento de un curador en un museo hegemónico es algo necesariamente bueno para mí y los y las artistas de este país; si se acepta que una feria de arte es el mejor reemplazo de cualquier tipo de procesos de experimentación patrocinados por el Estado; si se acepta que hay futuro más allá del dibujo; si se acepta que la autocrítica es el verdadero motor de tanto y tan buen arte que se produce en Bogotá; si se acepta que las curadoras y los curadores de Bogotá necesitan otra, en serio, otra charla más sobre lo mismo por parte de LOS representantes del arte local; si se acepta que es en realidad necesario un evento donde se evalúe «la evolución del campo curatorial y la función del curador, explorando estrategias y metodologías para el desarrollo de programas e instituciones, la creación de colecciones, metodologías de investigación regional e internacional y la logística de la gestión de proyectos», entonces queda claro: ICI for Bogotá. Yes! Come here! (si no tienen dónde reunirse y no les da asco y prometen no hacer desorden, les recibo en mi casa (vivo en el centro de tan calurosa ciudad)).
–Guillermo Vanegas
1 comentario
Independient curators asesorados por la aberrante institución cultural colombiana ;(
Del parrafo 3: …»existen limitadas oportunidades «…