Luego de un receso de fin de año y para dar inicio a sus actividades en el 2010, esferapública ha invitado a Carlos Jiménez a ejercer la antiquísima ciencia de la predicción.
La crisis económica mundial esta afectando también a la escena artística hasta tal punto que las tendencias artísticas que tendrán mas fuerza e intensidad en el futuro inmediato son las que de una u otra manera sean capaces de responder a esa doble crisis. O esa triple crisis, si consideramos que la Cumbre sobre el cambio climático organizada por la ONU y celebrada en diciembre pasado en Copenhague, ha marcado un punto de no retorno en la consciencia común sobre la inminencia de una catástrofe ecológica inducida por los modos de vida y de producción dominantes a escala planetaria. Cierto, el sólo esbozo de esta conexión entre el futuro inmediato del arte y la yuxtaposición de las crisis que estamos padeciendo irrita sobre manera a quienes insisten a mantener a la actividad artística sometida a una concepción del arte como esfera mística en la que el individuo se reconoce y se realiza a si mismo como radicalmente distinto a cualquier otra figura social y completamente independiente de todo encuadramiento y toda ligadura colectiva sea política, religiosa, ideológica o cultural. No niego que actualmente se ofrece y se seguirá ofreciendo en el futuro inmediato arte que para satisfacer esa clase de pulsiones solipsistas intenta ofrecer experiencias exclusivamente estéticas, intransitivas, autosuficientes, experiencias que se fundan en nuestras percepciones y sólo quieren a poner en juego la clase de estímulos que ofrece su aislamiento. Al fin y al cabo el individualismo, aunque igualmente tensado por la crisis, es la forma paradójica de socialización todavía dominante en las sociedades modernas/ posmodernas. Pero, insisto, esta tendencia no es más que una de las que intervienen en la escena artística actual y en ningún caso puede ser esgrimida como un argumento incontestable en contra de la existencia y menos de la actuación de las tendencias que si se hacen cargo abiertamente de las crisis compartidas y en definitiva del destino común.
La primera de esas tendencias que quiero traer a cuento apuesta no por la percepción intransitiva sino por la alegoría. O mejor, continúa apostando por ella, porque lo cierto es que la alegoría condensa una estrategia que desde hace unas cuantas décadas ocupa un lugar muy significativo en las prácticas artísticas contemporánea y cuyo exponente mas notorio, mas mediático, mas publicitado es obviamente Damian Hirst. Él podrá ser todo lo cínico que se quiera pero es indudable que con obras como el tiburón en formol o el becerro de oro, ha ofrecido rotundas y muy eficaces alegorías de la conducta, las ambiciones y las fantasías esa ´ nueva clase ´ de omnipotentes ejecutivos de Wall Street que, como modernos aprendices de brujo, condujeron las finanzas mundiales directamente al colapso. Pero no ha sido el único en optar por la alegoría: también lo han hecho los Chapman Brothers, Maurizio Cattelan o Wang Qingsong. Y más cerca de nosotros, Marcos López. Creo que esta tendencia va a mantenerse activa y fecunda entre los artistas que durante los años que vienen tratarán de ofrecer figuras imaginarias de captación e intelección de las crisis que están en marcha, a todos los que nos sentimos extraviados en el deliberado mare mágnum de datos, cifras e interpretaciones contradictorias de las mismas.
Existe, además, una variante de lo que Hal Foster llamó en su día ´ nuevo impulso alegórico, que conecta con los renovados cultos a la Naturaleza que adquieren una singular relevancia política y social en el contexto del colapso ecológico al que estamos abocados. La Pacha Mama, la Pangea, el Efecto mariposa, son otros tantos términos que dan forma a la preocupación colectiva por los efectos devastadores de la acción del economía mundo sobre los ecosistemas que tenderá a expresarse igualmente en el ámbito de las prácticas artísticas como ya lo ha hecho con fuerza en los del cine y la literatura. En el ámbito latinoamericano esta variante alegórica tiene antecedentes notables en Ana Mendieta, Alicia Barney o Maria Teresa Hincapié. Y tampoco puede descartarse en un futuro inmediato apelaciones a la fábula de animales – como las que realizadas recientemente por Fischli & Weiss – que aparte de renovar la tradición fabulista y de critica moral puesta en pie por la Ilustración, conectan con ese tercer estadio de la religión, analizado por el filósofo Gustavo Bueno. En este nuevo estadio nos estamos planteando – como lo hicimos aunque de otro modo en el estadio prehistórico – una relación con los animales que les reconoce una alteridad y una soberanía que les negamos cuando los reconocemos sólo como herramientas u objetos de análisis, investigación e inclusive contemplación turística o sólo como fuente de alimentos y materias primas. Eso para no hablar de la omnipresencia en la galaxia Hollywood de las figuras típicas de animales humanizados/humanos animalizados que Nadin Ospina ha parodiado alegremente.
Otra tendencia que espero ocupe un lugar importante en el futuro inmediato es la de someter los discursos ideológicos y políticos a la prueba de la experiencia de cada quien.
El ejemplo más próximo e inmediato con el que contamos es el de Tania Bruguera, cuya reciente performance en la Universidad Nacional de Bogotá, expuso a todos los asistentes a la misma a padecer una secuela inédita, inesperada, de la interminable guerra contra el narcotráfico que los gobiernos colombianos libran para satisfacer el régimen biopolitico implantando en la sociedad norteamericano y los delirios geoestratégicos de los gobiernos de Washington. Ese ´ padecer en carne propia ´ – al cual también han apelado Carol Schneeman, Marina Abramovich o Regina José Galindo – puede funcionar en el contexto critico que vivimos como una propedéutica, como un método o un modo de averiguar si hasta que punto podemos soportar los discursos generales de toda índole con los que se pretende guiarnos o conducirnos a través del endiablado laberinto de las crisis. O, por lo menos consolarnos e ilusionarnos una vez más.
Antes de finalizar este breve y arriesgado ejercicio profético debo aclarar que las tendencias que he mencionado no son ni pueden ser las únicas que actúen en el inmediato futuro en la escena artística internacional. De hecho no son siquiera las únicas de las que podrá decirse que se conectan explícitamente con el estado crítico en el que ahora estamos inmersos. Ciertamente hay otras, que ni siquiera he mencionado, porque he puesto todo el énfasis en las que a mi más me atractivas y fecundas. Y añadiría, además, que el despliegue de todas estas tendencias ya esta siendo acompañado por unas transformaciones muy profundas en la Institución arte de las que tampoco he hablado aquí y que se condensan en la implantación aparentemente irreversible del museo virtual profetizado por André Malraux bajo la forma de ´ museo imaginario ´ y en la hipermercantilización de la obra de arte.
Carlos Jiménez
2 comentarios
Hola, Carlos:
Tenía una duda acerca de una idea que no ha quedado clara en el texto. ¿De qué manera el individualismo en el arte es «la forma paradójica de socialización todavía dominante en las sociedades modernas/ posmodernas»? Por lo demás, los puntos que tocas son bastante interesantes.
Gracias,
S.G
Me ha gustado mucho el artículo, aunque lo del individualismo sí hace un poco de ruido para pensar de dónde estamos saliendo (en arte contemporáneo y en Latinoamérica, al menos).
Gracias y saludos
Claudio