(viene de aquí)
El tema de la relación entre derechos y deberes, o si se prefiere, entre derechos y contribución social, es importante. Ningún derecho se encuentra totalmente desligado de la idea de deber. Hasta el derecho al sufragio o el derecho a la educación, concebidos como derechos universales, aparecen vinculados al desarrollo de un cierto compromiso con la comunidad. Prueba de ello es que en algunos ordenamientos, además de cómo derechos, aparecen consagrados también como deberes cívicos. (10:30 p.m.)
Las preguntas en este punto, sin embargo, deberían situarse en los siguientes términos : ¿cuál es la mejor manera de medir la contribución social de las personas? ¿permiten los actuales sistemas de prestaciones y salarios evaluar de manera justa la contribución social de cada cual? Si se piensa en la manera en que funcionan estos instrumentos en los sistemas capitalistas actuales, la respuesta ha de ser rotundamente negativa. (10.32 p.m.)
Millones de mujeres y de hombres, en efecto, realizan cotidianamente trabajos voluntarios y domésticos, afectivos y de cuidado, productivos y reproductivos, que son fundamentales para la preservación de la sociedad y que, sin embargo, no son tenidos en cuenta por el mercado laboral formal. Otros tantos lleva a cabo tareas de notable importancia social –como la limpieza y recogida de basura- y sin embargo, son retribuidos de manera miserable. Por el contrario, un número significativo de personas realiza tareas menos “útiles” o incluso perjudiciales –son rentistas, venden armas, actúan como corredores de Bolsa- y no obstante gozan de ingresos que les permiten disfrutar de una vida holgada. En un contexto así, un ingreso universal financiado de manera progresiva sería sin duda una forma de reconocer la mayor contribución social de los primeros y de gravar a los segundos por sus actividades. Es más, incluso en el supuesto de personas que “nunca hicieran nada” –un supuesto más bien contrafáctico, basado en una inconsistente concepción antropológica- el derecho a una renta básica sería una manera de reconocer su contribución “por omisión” en relación con muchos otros que realizan tareas directamente destructivas y que, sin embargo, son premiados por ello en el mercado. (10:41 p.m.)
Ciertamente el mito de la sociedad sin trabajo o del ocio es una ilusión frívola en condiciones como las actuales, que condenan a millones de personas a realizar contribuciones socialmente necesarias mientras una minoría privilegiada monopoliza el uso del tiempo libre. Una sociedad ecológicamente sostenible y al mismo tiempo más igualitaria exigiría, si duda, un reparto más justo del trabajo doméstico o de trabajos desagradables pero socialmente imprescindibles. (10.46 p.m.)
De lo que se trataría, sin embargo, es de establecer cuál en la mejor vía para alcanzar ese reparto; de plantearse, efectivamente, quiénes contribuyen y quiénes no, y qué derechos se les reconoce a cambio. Desde esa perspectiva, y sólo así, la renta básica podría ser un instrumento útil para combatir los mitos de la meritocracia, dar según su merecimiento a los que realizan trabajos voluntarios y domésticos, y reforzar el poder de negociación de los trabajadores obligados a aceptar empleos degradados. (10:50 p.m.)
Como puede advertirse, buena parte del atractivo que rodea a la idea de la renta básica reside no tanto en la propuesta en sí como en los temas que su debate suscita: cómo combatir la pobreza sin utilizar políticas clientelistas que estigmaticen a sus destinatarios; cómo detectar quién contribuye de manera útil al bienestar de la sociedad y quién no; y cómo reconocer esa contribución; cómo defender el derecho al trabajo cuando los empleos dignos y de calidad parecen escasos o no están al alcance de todos; cómo lograr un reparto justo y sostenible del trabajo doméstico, del tiempo libre, de la autonomía, cómo crear espacios cooperativos, no mercantilizados, a partir de prestaciones monetarias, etcétera. (10:55 p.m.)
Los detractores de la renta básica suelen dirigirle una crítica que en último término demolería cualquier propuesta de reforma social: si demasiado (final de la página 16) exigente, utópica; si demasiado contenida, inofensiva. En realidad, esa misma objeción podría invertirse de manera radical. Un ingreso incondicional podría considerarse una propuesta lo suficientemente realista como para evitar el utopismo fugitivo y lo suficientemente aguda como para no agotarse en una simple modificación administrativa. A pesar de su aparente modestia, en efecto, podría considerarse, al igual que la “tasa Tobin” o los presupuestos participativos, un ejemplo de “reforma no reformista”. Es decir, una alternativa de alcance medio aparentemente asumible por el sistema, sobre todo en sus versiones más moderadas, que, si embargo, desencadenaría una serie de efectos pedagógicos que obligarían a cuestionar de raíz las sociedades tan violentamente injustas en las que nos toca vivir. (11:02 p.m.)
En tiempos en que las desigualdades sociales aumentan de manera escandalosa, mientras los debates académicos suelen encallar en estériles disquisiciones entre galgos y podencos, ésta es una razón más que suficiente para dedicarle parte de nuestra atención y de nuestras energías cívicas. (11.05 p.m.)
A propósito de este volumen
Los artículos reunidos en esta edición tienen orígenes diversos. Los más antiguos datan de los años ochenta y noventa, cuando el tema de la renta básica comenzó a plantearse como una de las alternativas posibles a la ya aguda crisis del denominado Estado social. Luigi Ferrajoli, por ejemplo, escribe en el contexto de los escándalos de corrupción provocados en Italia a raíz del proceso de Tangentopoli y de la posterior llegada de Silvio Berlusconi a la jefatura de gobierno. Desde una perspectiva garantista, preocupada por la necesidad de establecer un sistema de límites y vínculos jurídicos al poder, analiza los efectos regeneradores que el derecho a una renta básica podría tener para el Estado social, para la recuperación del principio de legalidad y para la reducción, en último término, de la arbitrariedad administrativa. (11:11 p.m.)
Si Ferrajoli ensaya una defensa garantista de la renta básica, Daniel Raventós, Julia Bertomeu y Antoni Doménech exploran una justificación similar a partir de la mejor tradición del republicanismo democrático. Entre otras cuestiones, intentan mostrar cómo la renta básica puede ser un instrumento para ampliar la libertad de las personas y permitirles vivir “sin el permiso” de otros. O, dicho en otros términos, para disminuir las interferencias arbitrarias que sobre sus vidas puedan ejercer tanto los poderes del Estado como del mercado. (11:18 p.m.)
Ingrid Robeyns, María José Añón, Pablo Miravet, Laura Pautassi y Carolina Rodríguez analizan el papel que la renta básica podría desempeñar a la hora de dar poder a las mujeres en sus relaciones privadas y públicas. (11:25 p.m.)
04 / 07 / 2007 / 12:27 a.m. (Extensión). / Introducción. La renta básica como derecho ciudadano emergente: elementos para un debate.
Con diferentes énfasis, sus ensayos someten a crítica las patriarcales divisiones entre trabajo productivo y reproductivo, asalariado y de cuidado; entre trabajos, en definitiva, que invisibilizan o minimizan la actividad de las mujeres, y adelantan diferentes conclusiones acerca del impacto que la renta básica podría ejercer sobre esa realidad. Añón y Miravet dedican un apartado específico al análisis de las políticas sociales y de género en el ámbito europeo. Pautassi y Rodríguez se ocupan, en cambio, del caso latinoamericano e incluso explican algunas propuestas que han ido ganando espacio en la agenda política argentina y brasileña, como la de garantizar una renta básica sólo para los niños, pero para todos ellos, gestionada por sus madres y condicionada, si acaso, al deber de asistir a la escuela. (12:34 a.m.)
Los artículos de Andrea Fumagalli y de Giusseppe Bronzini y Marco Bascetta se insertan en la corriente autonomista desarrollada en Italia en las últimas décadas al calor del crecimiento del movimiento “altermundista”. Desde la economía, el derecho y la filosofía política, Fumagalli, Bronzini y Bascetta constatan la crisis del Estado social tradicional y del modelo productivo fordista y defienden la necesidad de pensar alternativas acordes con las actuales alternativas de producción y organización social. En ese sentido, la renta básica no sería ni sólo ni tanto una propuesta deseable en términos normativos cuanto una necesidad objetiva en el marco de la precarización de las relaciones laborales y del surgimiento de nuevas formas, posfordistas y cooperativas, de producción. (12:43 a.m.)
Finalmente, José Antonio Noguera dedica un razonado ensayo a abordar el supuesto conflicto entre el derecho a la renta básica y el derecho al trabajo. Frente a quienes consideran que la renta básica comporta una ruptura con el principio de contribución social, Noguera desarma los tópicos del pensamiento meritocrático al uso y demuestra cómo un ingreso incondicional reconocido a todas las personas guardaría más reciprocidad con las aportaciones reales a la sociedad que cualquiera de las políticas sociales hoy vigentes. En el mismo sentido, revela los presupuesto autoritarios que subyacen a muchas concepciones del trabajo, no ya sólo como un derecho, sino como un deber impuesto por el Estado. (12:48 a.m.)
Si hay algún hilo común que puede enhebrar estas diferentes lecturas es, seguramente, su voluntad de presentar una alternativa igualitaria y libertaria, participativa y anti-burocrática a las relaciones de poder dominantes en las actuales sociedades capitalistas. En todas ellas, la renta básica es sólo una pequeña pieza de una concepción más vasta y compleja, orientada, en último término, a asegurar el control de las personas sobre sus vidas, comenzando por las menos autónomas. Tras el trágico balance social y ecológico que está dejando tras de sí la actual hegemonía del capitalismo neoliberal, es mucho lo que se juega en esta partida. Muy posiblemente, la supervivencia misma de la humanidad. (12:54 a.m.)
Agradecemos a Daniel Raventós y a Miguel Carbonelle aliento brindado y la paciencia con la que acompañaron su preparación. Y a Alejandro sierra, como siempre, por su infatigable apoyo en ésta y otras iniciativas similares.
Barcelona – Madrid, marzo de 2006
Gerardo Pisarello y Antonio de Cabo
(1:00 a.m.)
Enlaces relacionados:
http://transcripcionplastica.blogspot.com/2007/06/renta-bsica-gerardo-pisarello-antonio.html
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