
El 47 Salón Nacional de Artistas (47SNA) se anuncia con el título «KAUKA, asamblea de mundos posibles». Se desarrollará a partir del próximo mes de octubre en el Cauca, con nodos en Popayán y Santander de Quilichao y acciones en más de quince municipios. No es el modelo desproporcionado de ediciones anteriores, marcado por una escala inabarcable y presupuestos inestables, sino un proceso más distribuido, con énfasis en lo territorial, lo comunitario y lo situado.
En este sentido, la reflexión sobre lo común ofrece una clave útil para leer lo que anuncia el 47SNA. La curaduría habla de asamblea, diversidad y procesos territoriales, nociones que dialogan con las prácticas de autogestión que en años recientes se han desplazado hacia lo común como horizonte. Lo común aparece en ambos casos como un gesto de interdependencia, de creación de vínculos y de invención de infraestructuras mínimas de cuidado. La diferencia está en el origen y en las condiciones: mientras en los proyectos independientes lo común nace de la precariedad y la necesidad de sostenerse al margen de instituciones frágiles, en el Salón es coherente con un discurso institucional que busca desplegarse en diálogo con esas mismas formas, con un antecedente cercano en la Escuela Itinerante de Artes Plásticas y Visuales, que articuló pedagogía y territorio en clave descentralizada.
El equipo curatorial incluye voces afrodescendientes e indígenas, y el hecho de que el Salón se despliegue en municipios con memorias vivas de resistencia, cuidado y espiritualidad le da a esta edición un arraigo distinto. No se trata solo de llevar el arte al territorio, sino de reconocer que allí existen lenguajes, saberes y prácticas que han sabido sostener comunidad incluso en condiciones de exclusión y violencia.
Ese arraigo plantea también un reto mayor para el Ministerio de Cultura. No basta con que estas prácticas sean visibles durante los meses del evento. El desafío está en lograr que el Salón no funcione como una vitrina temporal, sino como un proceso que tenga continuidad más allá del cierre oficial. La institución puede generar condiciones para que lo que ya ocurre en el Cauca se amplifique y se proyecte en el tiempo, pero también corre el riesgo de agotarlo si se limita a convertirlo en gesto representativo.
¿Hasta qué punto este gesto estatal logra acompañar las prácticas ancestrales como una experiencia real más allá de la duración del evento, y hasta dónde corre el riesgo de convertirlas en un eslogan curatorial?
El 47 Salón Nacional se mueve, entonces, en esa frontera. Puede convertirse en un punto de inflexión hacia una política cultural más atenta a los procesos territoriales, o puede repetirse como un evento que celebra sin sostener. Lo decisivo será comprobar si la institución logra trascender la estrategia discursiva y asumir realmente las condiciones que sostienen comunidad en los territorios. Más que anunciar mundos posibles, se trata de abrir las condiciones para que esos mundos tengan permanencia.
pensar la escena | esferapública
Pensar la escena es un proyecto de esferapública que reflexiona sobre situaciones y casos de la escena del arte local. Editado por Jaime Iregui.
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