precisiones


Thomas Struth, Louvre 2 Paris, 1989, Deutsche Bank Collection

Escribir sobre el propio trabajo es siempre difícil, pues se puede entender como una defensa de los intereses o como una posición narcisista. Pero leyendo todo lo que se ha escrito, me siento obligado a responder.

Todos los museos tienen un mandato que determina su programa, que se deriva de su función social y sus colecciones. En algunos de ellos esto es muy claro: Museo de Arte Moderno, Museo de Arte Contemporáneo, Museo de Arte Colonial, etc. La BLAA es un museo que tiene una colección de arte colombiano e internacional que va desde la colonia hasta nuestros días, y en consecuencia su mandato es muy amplio: su política expositiva tiene que ser un reflejo de la amplitud del espectro de su colección.

Mi formacìón y mis intereses personales están en torno a las prácticas artísticas contemporáneas. Para no extenderme en mi perfil, bastaría decir que no soy exactamente un «museólogo zootecnista»; los interesados en mi experiencia y formación pueden verlas en este vínculo: http://homepage.mac.com/joseroca/Resume1.html Pero me parece injusto con muchos de mis colegas que se les critique que provengan de otra disciplina, cuando el país no ha ofrecido la carrera de historia del arte en pregrado. Esta es la razón por la cual la mayoría de los que ejercen la curaduría y la crítica provengan de la arquitectura, la antropología, la sociología, la filosofía, el derecho o sean artistas, y solo recientemente hay profesionales formados en pregrado en historia del arte (fuera del país), y en posgrado en historia y teoría del arte, curaduría, crítica, gestión cultural o museología.

La BLAA realiza anualmente 25 exposiciones en promedio. El rango temático es muy amplio: en un año dado podrían fácilmente coincidir una exposición de viajeros europeos en América en los siglos 18 y 19; una muestra de íconos rusos; una restropectiva de Juan Antonio Roda; una exposición de muebles diseñados por Frank Gehry; una antológica de Félix González-Torres y una instalación de Wilson Díaz, y quedarían aún más de quince proyectos qué visitar. En un programa tan extenso, mi labor consiste en gestionar las exposiciones internacionales, hacer el seguimiento de las curadurías nacionales -casi siempre externas- realizar los montajes, y asegurar la calidad del programa. Otras áreas de la Biblioteca se ocupan de las actividades complementarias. Un Comité Asesor revisa las propuestas de adquisición y exposición; de las recomendaciones de este comité se deriva el programa expositivo.

Desde que llegué a la BLAA, se han realizado muchísimas exposiciones memorables, de las cuales menciono tan sólo algunas: Christian Boltanski; Félix González-Torres; Arte Ruso y Soviético 1900-1930; Aprendiendo menos (Gabriel Orozco, Richard Wenworth y Fischli & Weiss); Eden (Dan Graham, Francis Alys, Rodney Graham, Bas Jan Ader, Tacita Dean y muchos más); Obras maestras del MASP (Van Gogh, Picasso, Renoir, Chagall y más de 20 obras maestras más); Do It; la colección de gráfica contemporánea de Graphicstudio; Torres García y la escuela del sur; Cantos paralelos (León Ferrari, Berni, Víctor Grippo y su generación); la antológica de Antoni Muntadas; Gego -según muchos una de las más bellas exposiciones que se han hecho en Colombia en la última década; y un sinnúmero de exposiciones de importancia similar. Se continuó con el programa Nuevos Nombres; se crearon otros como Imagen Regional, que mapea el arte de las regiones, y Obra Invitada, en el que un artista propone una obra o conjunto en relación con la colección. Se creó el programa «Mirada Transversal», en el cual artistas plásticos eran invitados a realizar exposiciones a partir de lecturas temáticas de la colección. Estas y otras exposiciones itineraron por las casi 30 sedes del Banco en las sucursales, acompañadas de talleres, conferencias y seminarios.

No hay que ir al pasado para ver el la dimensión del trabajo de la BLAA; actualmente hay tres exposiciones del mayor nivel: la instalación de Ana Laura Aláez -que ha dividido a la crítica entre los que la adoran y los que la detestan-; la colección de arte fotográfíco del Deutsche Bank, que es sin duda alguna la más importante exposición de fotografía contemporánea que se ha hecho en el país, y Guillermo Kuitca, una muestra antológica de uno de los artistas emblemáticos del arte de América Latina. Si esos no son indicadores de una buena gestión, no sé que pueda serlo.

No necesito de nadie, y mucho menos de un personaje anónimo, para defender mi trabajo: los catálogos y la memoria de los artistas están allí para hablar de el. Curioso, no consideré la crítica de alias Mery Boom como favorable, como lo pretende alias Batelli. Todo lo contrario:»Mery Boom» se cuida de no mencionar, entre lo destacable de la BLAA, muchos de los proyectos curatoriales que he realizado: Ensayo General, la primera vez que se presentó en el país la obra de artistas clave para la comprensión del arte contemporáneo como Kosuth, Mario Merz, Magdalena Abakanowicz, Boltanski, Hilla y Bernd Becher y muchos más; las restropectivas de mitad de carrera de José Alejandro Restrepo y Carlos Garaicoa; Fuera de Límite (María Fernanda Cardoso, Juan Fernando Herrán, Miguel Huertas, Liliana González); la muestra Doméstica -una propuesta curatorial novedosa-, y varias más. Para el año entrante -y esto lo menciono respondiendo a una crítica que pedía que mi trabajo «se quedara en Colombia»- estaré curando en la BLAA muestras antológicas de dos artistas cuya obra nunca se ha presentado en profundidad en el país: la brasilera Regina Silveira y el colombiano Miguel Angel Rojas, a quien considero el artista-bisagra entre la generación moderna y la contemporánea, y con quien el país tiene una deuda de reconocimiento crítico. También estoy preparando una muestra sobre la ausencia y la desaparición, que incluirá obras de artistas que trabajan con soportes inmateriales: sombras, humo, niebla, aliento. Esta exposición, coorganizada entre la BLAA e Independent Curators International, itinerará por los Estados Unidos luego de su presentación en Bogotá.

Como lo he dicho en otras ocasiones, la efectividad del trabajo que uno hace depende del margen de maniobra que le permita el marco institucional. Hasta ahora he considerado que este margen es manejable, y que si bien habría un énfasis diferente si yo fuera quien tomara las decisiones macro, existe el espacio para hacer los proyectos que me parecen importantes para la formación de una mirada crítica en el público colombiano frente a las prácticas artísticas contemporáneas. El cargo quedará libre cuando considere que ese espacio dejó de existir, o que el margen de maniobra es muy precario. Puede ser muy pronto. Puede que no. Veremos.

Jose Roca