Respondo a la pregunta de Efrén Morales:
¿Cuáles fueron las razones para proponer una Reforma Académica?
La búsqueda de una excelencia académica que beneficie a estudiantes y profesores. Para ello se requiere una reestructuración general de la Universidad Nacional y de sus programas curriculares para hacerlos más ligeros y flexibles, capaces de responder a las necesidades del país, proponiendo soluciones para la convivencia y el desarrollo social y económico dentro de un concepto de equidad. La vocación de la Universidad es una vocación de investigación y creación. Esto es lo que esta reforma intenta facilitar y fortalecer a través del crecimiento de la oferta de especializaciones, maestrías y doctorados, y del establecimiento de sistemas de becas para los estudiantes destacados de la Universidad.
La formación en el pregrado tiene que ser más sólida y se va a concentrar, no en un conocimiento enciclopédico que es maravilloso pero hoy imposible de abarcar en cinco años (se necesita en realidad toda una vida), sino en una debida comprensión de los problemas apoyada en una fundamentación básica teórica y técnica. Un verdadero ciudadano tiene competencias para servir a su comunidad. Tiene una formación cultural humanística. Se opone al uso de la fuerza, por principio ético fundamental. Es crítico con los diversos establecimientos que defienden privilegios particulares.
La Universidad Nacional tiene que ser una Universidad sin condición (Derridá). En ella se tiene que poder decirlo todo, con la responsabilidad del intelectual, que es la responsabilidad mayor que puede tener una persona frente a su comunidad.
Las recientes protestas en la Universidad aúnan reivindicaciones y exigencias de tipo sindical (seguramente respetables), de tipo infraestructura y planta física (el hato, por ejemplo), de tipo burocrático (mantener sistemas administrativos paralelos), de tipo político macro (presupuestos, caja de previsión, fondos de salud, jubilaciones), que se presentan todas juntas, sin ningún orden ni concierto, dentro del mismo saco, y aparecen de manera fragmentada e imprecisa.
Para poder realizar efectivamente la defensa de la Universidad Pública hay que reconocer los problemas en sus distintos ámbitos, y reconocer que hay distintos espacios de trabajo, el académico y el político, que se imbrican y penetran constantemente pero que no pueden confundirse.
La Escuela de Artes Plásticas, tiene que proponer el máximo deseable para su egresado de pregrado: Un artista pensante, crítico de todos los sistemas de privilegios; una mujer o un hombre capaces de producir obras y conocimientos, y modelos de comprensión y de convivencia, capaces de orientarse hacia la formación, capaces de desarrollar proyectos de gestión y organización de eventos y exposiciones. Capaces de ser útiles a sus comunidades de origen, capaces de producir valores culturales. Capaces también, si quieren, de continuar sus estudios de especialización en historia, en museología, en multimedia, en imagen gráfica y pictórica, capaces también, si quieren, de emprender estudios de maestría y doctorado.
La Escuela necesita una estructura fuerte pero también flexible, y en esta definición han estado trabajando todos sus profesores desde hace más de un año, confrontando sus puntos de vista y proponiendo lecturas a partir de un completo trabajo de autoevaluación realizado en los cuatro años anteriores (bajo las direcciones de Miguel Huertas, Martha Morales y Oscar Gutiérrez). El resultado de esta compleja pero apasionante labor debería hacerse visible pronto, pero en ningún caso agotará una discusión sobre contenidos y metodologías que seguirá adelante porque constituye la esencia misma del espíritu universitario.
Termino esta carta señalando que el asunto de los créditos es un asunto técnico: 1 C=48 horas (8 horas x 6 días). Hay 16 semanas en un semestre. Hay 16 créditos en un semestre. 768 horas. 16 créditos por 10 semestres =160 créditos. Si un estudiante lo desea puede tomar 10 o 12 créditos más según su plan. También puede hacer su plan a la velocidad que le convenga. 8 semestres, 10 semestres, 11 semestres. Los créditos son una medida que facilita la movilidad y la homologación. En cada país existen tablas de conversión: por ejemplo en Europa o en EE.UU. los 160 créditos se convierten en 280 si 1 C en Europa o en EE.UU. =( horas.
En Inglaterra no se mide en metros sino en pies y pulgadas, etc, etc (los profesores que protestan por la cantidad de créditos lo hacen sin haber determinado ninguna medida para el crédito).
Sostener que en un programa se enseña menos porque tiene menos créditos no tiene sentido alguno. Calidad no es, desde luego, cantidad.
La Universidad la hacen interesante sus alumnos profesores. El problema no está en cuántos créditos va a tomar sino cuantos cursos importantes va a asistir, a cuántos conciertos y exposiciones va a concurrir, en cuantos seminarios va a participar, cómo va a vincularse a diversos proyectos, qué es lo que va a proponer.
Llamo a toda la Escuela a mantener viva la reflexión, sosteniendo una idea básica: La Universidad tiene que permanecer abierta, con sus edificios abiertos y con su administración en funciones.
Agradezco sus palabras amables a Camilo Calderón, a Efrén Morales, a Luís Daniel Abril, y a muchos otros estudiantes y administrativos que me han manifestado de una u otra manera su apoyo. Ha sido muy grato recibirlo en medio de una labor tan ardua y solitaria.
Saludos,
Gustavo Zalamea