Después de sortear el rígido filtro de seguridad para entrar a la Universidad de los Andes y de encontrar el auditorio en el que se lanzaba el Premio de crítica, me senté con calma a esperar lo que presumiblemente sería una formal y académica conferencia sobre la ‘inexistente’ crítica de arte en nuestro país.
Ante esta angustiosa realidad, la institucionalidad decide unir esfuerzos y estimular su ejercicio con un premio y la publicación del ensayo. Ya era hora de que algo así sucediera, sobre todo con lo difícil y costoso que es publicar lo que uno piensa en una época como la actual. Qué portunidad!! Qué honor!!
Comenzó la conferencia, y de de manera clara, crítica y cuidadosa, William López señaló distintos momentos, nombres, lugares e instituciones desde los que se ha ejercido la crítica de arte.
Cuando entra a analizar desde donde se ejerce actualmente y señala los cambios tanto en forma como en contenido, los organizadores del certamen comenzaron a incomodarse. Todos esperaban que el conferencista apuntalara la idea de que «no hay crítica en Colombia», que es lo que da sentido a esta suerte de espacio institucional con que el Ministerio de Cultura -apoyado en la Universidad de los Andes- busca promover la práctica crítica. Mejor dicho, si no hay crítica de arte, es necesario propiciarla, evaluarla, premiarla y publicarla.
La pregunta final del conferencista cayó como un baldado de agua fría: ¿Que hace una institución del Estado `promoviendo’ el ejercicio de la crítica en un momento en que precisamente esta práctica tiene como su objeto, no ya la obra, sino instituciones culturales como el mismo ministerio?
Con este cuestionamiento se cierra la conferencia. El auditorio queda en absoluto silencio. Pocos aplausos. En la pantalla está proyectada la imagen del blog de Catalina Vaughan con la foto de un público que aplaude «acrítica y frenéticamente». Los organizadores se miran desconcertados y el presentador del evento intenta sin éxito neutralizar una situación inesperada: la de la profunda incomodidad que genera una crítica certera, fruto de una posición independiente que no busca para nada complacer audiencias y, mucho menos, instituciones.
Mery Boom