En junio pasado visité la curaduría Un Lugar en el Mundo, que hacía parte del Salón Nacional y se expuso en el Archivo Distrital. Algunas obras llamaron mi atención. Me interesa hablar sobre una de ellas como un simple espectador. Se trataba de una obra del artista Víctor Escobar. (ver imagen). La verdad, no me pregunté por lo que quería decir el artista con este trabajo. Es más, me pregunto si es necesario estar al tanto de lo que el artista quiere decir…
Para la mayoría de los colombianos, la imagen de unos billetes empotrados en una pared hace parte del imaginario mediático, del ruido informacional que habita en nuestra mente. De entrada, la obra me hizo pensar en posibles peculados en la construcción del mismo edificio del Archivo Distrital. Luego, pensé en la cantidad de dinero que se roban los funcionarios corruptos que trabajan para el Estado. Pensé también en las guacas de los narcos que fueron saqueadas por los organismos de seguridad del Estado. Por los soldados que fueron sentenciados en días pasados por haberse repartido una guaca de las Farc. En la película que se estrena en estos días inspirada en el mismo episodio de la guaca de las Farc.
También pensé en la plata de los premios que hasta hace poco se daban en el Salón Nacional. En la poca plata que se le asigna a la cultura. En la poquísima plata con que el Ministerio hace los salones. En lo que tanto se mencionó en este espacio: que los curadores asumieron con sus honorarios de investigación buena parte de la producción de los salones. Pienso en la plata que hizo falta para realizar una buena divulgación de este evento. Pienso también en los museos que se tragan una porción importante del presupuesto nacional y distrital de la cultura…
Finalmente me pregunto por eso de la “obra abierta” a la libre interpretación del espectador. ¿En qué consiste esa “apertura”? ¿en recorrer una exposición como se recorre un supermercado? ¿un centro comercial? ¿en una simple y pura interpretación por “asociación libre”? ¿es así de sencillo el asunto?
Rodrigo Leyva