Política para las artes visuales

Qué piensa usted de la política del área de Artes Visuales de la Dirección de Artes del Ministerio de Cultura?, entendiendo que dicha política apunta a desarrollar procesos más descentralizados y concertados, y en diversos componentes, a partir del Programa Salones Regionales y Salones nacionales de Artistas. Dichos procesos se desarrollan en los siguientes componentes: formación, creación, investigación, circulación, producción discursiva, información, gestión y participación.

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mincultura

7 comentarios

Señor
Libardo Archila:

Me permito contestar a sus razonables dudas, desconociendo por completo el texto de su proyecto curatorial, con el que, a juzgar por los fragmentos por usted publicados, hay claras similitudes en mi propuesta de Laboratorio. Me gustaría anotar apenas un par de ideas para claridad general.

1. El proyecto de Laboratorio (en curso en este momento), parte de una adaptación de los programas de clase que, en distintas universidades he venido desarrollando desde hace años, y de mi trabajo en torno a El Bodegón, un espacio independiente en Bogotá, que desde 2005 está estructurado a partir de estas preguntas y metodologías. Es precisamente, gracias al conocimiento dentro del medio, de mi trabajo en estos campos, que fui invitado a presentar una propuesta para el Laboratorio que ha terminado desarrollándose en Villavicencio.

2. Por otro lado, es para mí evidente que un Laboratorio es un espacio de pensamiento y acción en el cual se fomentan o impulsan procesos e ideas ausentes en una u otra región, mientras que una curaduría es un trabajo de recapitulación que produce un relato a partir de hechos que pueden ser constatados, o que constituyen una práctica social viva. Por ello,

3. creo que mientras el proyecto curatorial no es pertinente, ya que está centrado en una serie de hechos y reflexiones ausentes de momento en la región, el Laboratorio sí lo es, pues intenta impulsar la posibilidad de que estos hechos y reflexiones puedan llegar a darse y así, exista la posibilidad de que la comunidad aborde procesos de esta índole que hagan posible en el futuro una investigación curatorial como la que usted parece plantear (por lo que alcanzo a ver en los fragmentos que usted coteja frente a los míos).

Evidentemente, ésta es sólo mi opinión, y en nada compromete al Ministerio ni a la organización de los Salones Regionales (cuyos criterios desconozco) y, en ese sentido, es sólo una respuesta parcial, subjetiva y sin ninguna pretensión de constituirse en alguna clase de versión oficial.

Un saludo,

Víctor Albarracín

“Pedro, Si En El País De Ciegos El Tuerto Es Rey, Quien Tiene Los Ojos Buenos… Es El Diablo”

Señor Víctor Albarracín Respecto a sus respuestas a mis “razonables dudas” sobre mi comentario en esfera pública sobre Políticas para las artes del mincultura, anoto más dudas:

1. Como se dio el proceso para su selección, quien lo selecciono y porque termina siendo adjudicado a Villavicencio. Es decir si lo selecciono el Ministerio, en qué momento determinan que su propuesta es conveniente para la región y en base a que estudios lo determinan, lo determino acaso su amigo Mario o lo determino Javier quien la pertinencia que ostenta es la de Delfín porque a nivel académico solo posee un pregrado en comunicación social y estudios, es decir no culminados, en filosofía de la Universidad del Rosario; o seria Vicky quien ostenta un curioso titulo en artes liberales o la pedagoga musical M.Sol. Curioso que mientras en el país tenemos jóvenes artistas con formación de doctorado y formados en reconocidas universidades extranjeras, las políticas sobre arte en el país las definan un delfín, una liberal y una licenciada.

2. Suponer que usted es un gran conocedor del medio es bastante aventurado asegurarlo. Eso podrá ser cierto en la movida capitalina y en los espacios por los que discurre habitualmente; aun así, habría que preguntarle a actores de esa misma movida si están de acuerdo en que su sapiencia los cubre a todos.

3. Su definición de laboratorio: “un Laboratorio es un espacio de pensamiento y acción en el cual se fomentan o impulsan procesos e ideas ausentes en una u otra región” es bastante pretenciosa y si los laboratorios están sustentados bajo esta definición no me he equivocado en advertir el carácter colonizador, arribista y desdeñoso de esta práctica que desconoce a las regiones, sus habitantes y sus hijos.

4. No comparto la frugal definición de curaduría por usted planteada, mas aun y teniendo en cuenta la particularidad que hace de esta definición el ministerio en su convocatoria de becas curatoriales: Más allá de seleccionar obras es importante movilizar actividades y desarrollar lecturas que puedan resultar renovadoras y transformadoras, tanto para los equipos de investigación como para las propias realidades locales. Los equipos, entonces, en el marco de los Salones Regionales, diagnostican, potencian, acompañan y proyectan la producción artística y cultural. (tomado de Convocatoria Investigación Curatorial para los 13 Salones Regionales de Artistas)

5. Su posición pretenciosa no tiene límites señor Albarracín si como usted dice desconoce por completo el texto de mi proyecto curatorial y aun así se atreve a tacharlo de impertinente en contraposición a su apuesta de laboratorio y más aun tiene la desfachatez de sugerir que el proyecto curatorial IN-CITO se base a futuro en la iluminación y sabiduría que nos permitiría su laboratorio.

6. Olvida usted que la pulga no define al perro. Los laboratorios del ministerio están enfocados en población sin formación y tiene el carácter de sumamente informales, es mas en el caso Orinoquia y según yo lo advierto es dirigido a población vulnerable y justificado como gasto social; de aquí que no puede usted definir una región y sus habitantes e hijos a partir de la apreciación sobre esta región como tierra de nadie.

7. Me hace usted recordar una charla con él en ese entonces Director de Investigaciones de la Universidad de los Llanos hace unos años cuando impartí clases allí, en donde discutíamos acerca de las malas prácticas institucionales y políticas en la ciudad y de cómo personas como yo éramos incómodos a estas prácticas, asunto que mi interlocutor sentencio con el argot popular “Libardo, es que en país de ciegos el tuerto es rey” a lo que yo respondí rápidamente “Pedro, si en el país de ciegos el tuerto es rey, quien tiene los ojos buenos… es el diablo y como diablo debe ser expulsado, exorcizado, sometido y finalmente encegecido”

8. Para aclararle que no es necesaria su sapiencia y que usted, Mario, Javier, Vicky o M.Sol no definen, potencian o crean el arte en la región; me permito mencionarle y sin ánimo de comprometer a los mencionados y a manera de ejemplo algunos artistas de la región que no necesitan de su sabiduría para descubrir la práctica artística contemporánea: Nelson Vergara próximo expositor del Luis Caballero es de Villavicencio, Omar Gómez también de Villavicencio y quien entre otros logros ganar el IV Salón Nacional de Arte Joven, Arturo Pérez de Saravena-Arauca quien es profesor de la Tadeo, Felipe Barragán de Yopal-Casanare estudia un doctorado de dibujo en España. Como le manifiesto estos son solo algunos y la lista es extensa señor Albarracín así que a colonizar a otro lado.

Saludes,

Libardo Archila

Ilustre Centauro Archila, Archicentauro, quizás.

La verdad, la pretensión me es completamente ajena. Yo voy a Villavicencio a hablar con un grupo de personas que están buscando el modo de producir otro tipo de experiencias en comunidad y a través del ejercicio artístico. Si el laboratorio fomenta prácticas ausentes en la región, no lo hace con un objetivo colonizador, sino más bien como un espacio para cuestionar, desde sus condiciones específicas, un conjunto de prácticas hegemónicas con una fuerte carga de estatismo que se ha constituido en obstáculo para el pensamiento.

No estoy en posición de colonizar a nadie, ni tampoco de medir a las personas por sus diplomas ni sus orígenes, como usted sí parece hacerlo, sin darse cuenta de que también existen los cretinos con doctorado. Creo que su posición es la del subalterno que no se da cuenta de que la colonia acabó hace rato. La única colonia que veo en torno a esto es la que irrita mi colon al leer sus reclamos leguleyos. Quizás por eso es su discurso el que está, en realidad, tan salpimentado con xenofobia y arribismo: por la intrínseca defensa de un Statu Quo que teme a toda forma de colectivización no construida desde la retórica de sus intentos curatoriales.

Mi intención nunca ha sido ofrecer un punto de vista privilegiado, simplemente viajo a Villavicencio a coordinar un trabajo que surge de las personas que se encuentran participando en los Laboratorios, y a intentar hacer cruces entre sus intereses y mi propia experiencia como parte de un colectivo que ha logrado sostener por varios años un espacio independiente que no ha debido rendir cuentas, ni pedir permiso a nadie. Un espacio de artistas, y para artistas, en el que ha habido ideas y acontecimientos. Es por eso que fui invitado al laboratorio y no por alguna forma de amiguismo. En todo caso, su aval en ese sentido, me tiene sin cuidado. Parece usted sugerir que lo que habría que hacer es cerrar la región a todo contacto externo, pero creo, la época de la Casa Arana pasó hace ya tiempo, y usted, en todo caso, no es el capataz.

Para mí es evidente que lo único que usted busca con sus constantes reclamos y pataletas es despertar lástima. Y creo que lo logra. Una lástima tan pretenciosa que se siente ofendida porque yo no he tenido ocasión de leer su proyecto curatorial. Pero la verdad, el género «proyecto rechazado» no es de los que más me agrada, prefiero las novelas y, en todo caso, para leer textos de proyectos rechazados, me basta con leer los míos.

Soy perfectamente consciente del talento, la preocupación y las ganas que hay en la región. Puedo decir que he aprendido, no sólo de Omar, sino de todos los demás participantes en el laboratorio, sin importar si son profesores en «la capital» o doctores nacidos en la región y «estudiados» en el primer mundo. Su perspectiva de mediocrización de la función de los laboratorios es patéticamente clasista, y abiertamente resentida por sus alcances reales, mucho más vivos que los del Regional por usted curado, según me han contado innumerables personas en Villavicencio. Señor, creo que ya pasó la época de esas señoritas que viajaban a París antes de ser presentadas en sociedad, aunque usted no lo crea.

Conozco el trabajo de Vergara y Barragán, pero creo que, no por una persona haber nacido en cierto lugar, su trabajo deba ser un indicador de lo que ocurre allí, y menos en el campo artístico. Yo nací en Neiva (Huila), pero jamás se me ocurriría presentarme al Regional de mi tierrita, pues mi trabajo está en otra parte. Sería patético ver en un regional de la zona sur una curaduría hecha a partir de trabajos de Wilson Díaz, Carlos Salas y no se qué otras figuras más que reconocidas nacidas en el Huila, o una con mis trabajos, que según esa lógica, serían significativos para la región porque yo nací allá y voy de vacaciones con frecuencia.

En fin, lo único que quiero decir es que estoy abierto a las críticas que surjan en el seno del Laboratorio, en el diálogo y la discusión con las personas que ahí están implicadas y que son, como le digo, a quienes me estoy intentando dirigir. Fuera de ese pequeño espacio, personas como usted pueden seguir difamando, demandando e intimidando. En últimas, hasta eso constituye un arte.

Saludos, y coja oficio.

Victor Albarracín: por fuera del parecido entre los dos proyectos, me gustaría saber a qué hace usted exactamente referencia al hablar de: “un conjunto de prácticas hegemónicas con una fuerte carga de estatismo que se ha constituido en obstáculo para el pensamiento”.

Imagino que no está hablando de prácticas artísticas como la pintura o la escultura, porque en ese caso no hay nada que decir.

Así que me atrevo a pensar que habla más bien de prácticas culturales o sociales de otro orden y que, teniendo más bien poco que ver con la actividad artística, según usted, se constituyen como un «obstáculo para el pensamiento».

Pienso que el uso del impersonal es un problema de muchos discursos de artistas contemporáneos. Es decir, ¿obstáculo de pensamiento para quién?, ¿Para las personas a las que usted les va a dar el taller o para usted?

Todo depende de la ideología del investigador y de quien propone un laboratorio, pero recomiendo considerar que instruir ideológicamente a las personas no debe ser uno de los factores determinantes en un contexto de clases de arte.

Señor Albarracin,
Me niego a responder en sus terminos y modos discursivos.

Cortesmente,
Libardo Archila Sanabria

Estimado Dimo:La frase a la que usted alude no hace referencia al hecho de pintar o esculpir, sino más bien a los modos en que esto se tiende a hacer en la región, reafirmando una noción de la práctica artística como mecanismo de validación social y rumia estática en torno a mitologías regionales que, en tanto tienen un mercado consolidado en la zona, limitan en muchos casos la viabilidad de procesos experimentales, de preguntas que extiendan el espacio de acción (incluso para la pintura y la escultura) y que, por otro lado, permitan abrir el mercado a otra dinámica menos centrada en figuras puramente promocionales del paisaje regional. En consecuencia, si entendemos que la búsqueda de construcción de pensamiento a la que le apuesta el laboratorio se da en la medida en que se producen diálogos con los artistas locales que participan de la experiencia, se puede deducir que hablamos de un obstáculo de pensamiento en el centro del proceso mismo de comunicación. Es quizás entonces, en esos desencuentros y desfases, en las fricciones surgidas allí, e incluso en el conflicto que se puede ver planteado en estas pocas intervenciones, donde debería poder abrirse espacio un escenario de crítica a esos procesos de cierre a la posibilidad de transformación.Quizás, a diferencia de lo usted plantea, sí se hace necesaria aquí, si no una posición ideológica, sí un mecanismo que permita entrever la connotación ideológica de los factores que impiden una nueva mirada en torno a las formas de producción plástica en la zona. Una especie de crítica de la ideología que entienda y acepte, de entrada, que está contaminada por una u otra forma de aquella.