Desde la emergencia de la PERIFERIA a la «Urgencia» Centrista

He decidido pronunciarme al respecto de lo acontecido en la versión número 41 del Salón Nacional de Artistas, el evento supuestamente más importante (con más alto presupuesto designado a las artes plásticas y visuales en Colombia) patrocinado en buena parte por el Ministerio de Cultura, o sea con dineros públicos[1]. Los/las que no tengan ni idea de que se trata, les comento que el SNA ha pasado de ser el gran salón de artistas nacionales que eran invitados o convocados (como en las grandes exposiciones academicistas de los siglos XVIII y XIX) hasta convertirse en el magno evento (nótese la indiferencia entre «gran» y «magno») que intenta fallidamente desde la invención de los salones regionales y cada dos años, concentrar en un solo espacio, o una sola ciudad, lo que acontece artísticamente en las cinco regiones en que se divide Colombia, regiones de por sí, diferentes cultural, geográfica, social e históricamente. He aquí un primer problema irresoluto por la odisea curatorial de los SNA, lo digo porque no encuentro grandes avances entre lo que se planteaba en Corferias-Bogotá y lo que se plantea como algo innovador en ciudades como Cali o Cartagena, ni aún utilizando diferentes espacios expositivos, ni la calle, ni espacios no institucionalizados porque sencillamente todo «lo foráneo» queda fuera de contexto debido entre otras cosas a la falta de tiempo y estudio adecuado del(os) lugar(es) de emplazamiento como parte de la propuesta conceptual de la gran curaduría que intenta «nacionalizar» lo no nacionalizante; sumado esto a la poca comprensión sobre los prácticas artísticas de cada región devenidas en las microcuradurías ganadoras (no es despectivo, es que así fueron tratadas en esta última versión) no se sabía a ciencia cierta si aquellos procesos artísticos regionales, aquellas obras regionales, estaban compitiendo en igualdad de oportunidades con las obras invitadas nacionales e internacionales. O bien, se intentó dar origen a una especie de mixtificación o amalgama temática no esclarecida hasta el sol de hoy. Al parecer, la Urgencia se notó sólo en la designación de espacios (como simples contenedores de obras) cuando la Emergencia estuvo en desenredar el hilo conductor de aquellos cuestionamientos iniciales, se quedaron así en el vacío como las letras de los créditos de Starwars, y por lo tanto nunca se llegó a la lectura curatorial general, la película no aconteció, una vez más por la falta de previsión y programación (Ahhh. ya me gustaría ver el proyecto general presentado a Mincultura) Ahora bien, no deseo profundizar en una crítica de «al caído caedle» porque primero no asistí al evento y segundo, nunca he creído en el centralismo ni unificación de conceptos en escalas tan magnánimes con que se ha pretendido armar los SNA desde hace tres décadas mas o menos. Pero sí deseo alzar la voz nuevamente (ya lo había hecho en el facebook y vía mails a los curadores del 41SNA semanas antes de la inauguración, al igual que había advertido al Equipo Curatorial «El Consorcio» de la curaduría MALDEOJO y a los 12 artistas del humilde laboratorio de investigación que tuve la fortuna de coordinar) pues realmente el manejo final del 41SNA planteó que siguen existiendo en Colombia artistas de primer orden (llámense consagrados ¿Al mercado? ¿Al mundillo?, invitados nacionales e internacionales) y artistas de segundo orden (regionales), a los primeros se les trató a cuerpo de rey y a los segundos a cuerpo de mendigos, ¿Por qué? Si los presupuestos fueron desorbitantes. Esta injusticia hay que erradicarla de una vez por todas, a mi no me vengan con cuentos chino, desde aquí planteo ¡Hacer una auditoria al 41SNA! O que se publique en los medios un informe del mismo.

En otro orden de cosas pero siguiendo con los problemas irresolutos de los SNA quiero dejar en el aire nuevas dudas partiendo del hecho de si lo que se expone son procesos artísticos decantados como nuevas prácticas artísticas curatoriales, ¿Por qué los montajes finales (tanto en las itinerancias regionales como en el magno evento) aparecen las propuestas como productos, como obras de contemplación, no teniendo en cuenta la participación o apropiación del espectador o lector, la consulta directa, el debate? ; ¿Cuántos computadores se pusieron a disposición de los visitantes para consultar, por ejemplo, los blogs o webs de las curadurías regionales[2]? ¿Cómo fue mostrada la documentación, las referencias? ¿Se llevó a cabo un encuentro directo o virtual entre los visitantes y artistas regionales? ¿Se propiciaron foros, conferencias, mesas redondas en barrios populares de Cali con las curadurías que planteaban realidades sociales?, etc.

Propongo desde ahora un discurso descentralizado y mas acorde con lo que acontece en cada región, dejemos a un lado la visión arribista, maternalista y destetemos de una vez los salones regionales del SNA, en vez de hablar de la bienalización de éste hablemos de nuevas estrategias de financiación y cooperación de cada propuesta regional (quizás local), trascendamos fronteras (el ejemplo no los ha dado Medellín, que ha propósito tiene su propio Salón Nacional), pensemos en buscar la interconexión, la intercomunicación, el encuentro en la diversidad y la multiplicidad cultural. Señoras y Señores de Mincultura el pensamiento unicista está mandado a recoger y ya deberían estar tomando nota de tanto intento fallido.

Hablo por supuesto desde la periferia.

Alexa Cuesta

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[1] Aquí me diferencio sobre lo planteado por Gina Panzarowski (seudónimo o alter ego) en su artículo «Mirando el Salón desde la Acera» en Esfera Pública, según el cual se afirma que «Son aspectos curiosos de la cultura política colombiana, donde a pesar de que exista un abierto rechazo con el actual régimen de Uribe por parte de los productores de sensibilidad, la comunidad artística no encuentra ninguna razón para plantearse estas eventuales contradicciones. Y esto se evidencia al revisar el volumen de preguntas que suscita una agenda donde la realidad juega un papel invasivo en las prácticas artísticas contemporáneas.» Obtener recursos del Ministerio de Cultura no quiere decir jugarle la pelota al presidente de turno, una cosa diferente es que nuestras obras si lo hagan (los caballos maquillados en la vía pública por ejemplo) o todo lo contrario, cuando nuestras obras se vean afectadas por censura en un estado autoritario (por ejemplo la obra de Wilson Díaz patrocinada por la embajada colombiana en el Reino Unido, y luego vetada por la misma) aquí si habría contradicción, porque no estaríamos hablando de un estado de derecho: el derecho a la libertad de expresión. Si los/las artistas planteamos la realidad social en nuestras producciones artísticas es porque nos afecta de alguna manera o queremos dirigir la atención hacia estas cuestiones y el deber del Ministerio es apoyar con dineros que pertenecen a los colombianos, o gestionados por ellos, nuestros planteamientos artísticos, y mas cuando ya existe toda una comunidad artística en lo que Gina llama «papel invasivo» en las prácticas artísticas contemporáneas en Colombia. Consultado en http://esferapublica.org/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=911&Itemid=1 el 16 de febrero de 2009

[2] Pueden consultar la documentación del laboratorio que coordine en La Guajira, perteneciente a la curaduría MALDEOJO en http://sutchin-tuu-akuaipakalu.tublog.es/ o el blog de una de las artistas participantes http://www.karinaherazo.blogspot.com/ y las propuestas visuales resultantes en http://picasaweb.google.es/alexa.sutchin/SutchinTuuAkuaipakalu#5153500303430145090

Este texto lo publique en http://laobracuesta.wordpress.com/2009/02/27/de-sutchin-al-41sna/