Con esta entrega cerramos una primera temporada de entrevistas sobre varios de los Salones Regionales de Artistas (SRA), donde los curadores dieron cuenta del proceso que han llevado hasta el momento a través de residencias, viajes y recorridos, que en la mayoría de los proyectos son más relevantes que el hecho expositivo.*
En esferapública nos ha parecido importante ir conociendo del proceso de estas curadurías y compartir con nuestros lectores esta serie de entregas como parte de la revisión de temas de discusión que se han dado en este foro desde sus inicios en el año 2000. Aunque la mayoría de discusiones y textos de este espacio giran alrededor de los Salones Nacionales de Artistas (SNA), es poco lo que se conoce de los SRA dado que están dispersos en varios lugares del país y si tienen divulgación, por lo general se hace a nivel regional cuando culminan a través de exposiciones o simposios.
Así mismo, los SRA son proyectos que no tienen el grado de expectativa ni la escala curatorial de los SNA, razón por la cual los Regionales están menos centrados en el formato de gran exposición, y cobra especial importancia el proceso, la experimentación y las distintas variables que implica la puesta en relación con personas, instituciones, lugares y comunidades que se sitúan en los márgenes del circuito oficial y las lógicas del mercado.
Ver para Creer – Ilusión, Sospecha y Desencanto, es un proyecto curatorial -a cargo de Adrián Montenegro y Jennys Obando- para la 16 versión del Salón Regional de Artistas por la zona-Sur del país. Trata sobre el estudio y la observación de las posibles dinámicas entre arte, contexto y aprendizaje que se ocasionan desde el encuentro con el lugar, la comunidad, el espacio público, los viajes, las historias populares y la convivencia.
El proyecto se desarrolla a partir de cinco residencias artísticas en colectivo, una en cada Departamento de la zona sur, en municipios o veredas seleccionadas por el nombre y su fisura entre lo urbano y lo rural; donde por dos semanas en cada lugar, cinco artistas de otras partes de la región, comparten y se dan a la tarea de experimentar, ejercer e involucrar una experiencia estética en el espacio-tiempo y en el encuentro con el otro.
En el caso del proyecto curatorial a tu cargo ¿cómo se sitúa en relación con este tipo de tensión entre un arte que nos hable de la región y unas prácticas artísticas que se articulan a partir de un problema curatorial?
Bueno, de hecho, en el proyecto curatorial que venimos trabajando con Jennys Obando para los 16 SRA – zona Sur, hemos previsto en primera instancia distanciarnos un poco de la idea de extraer arte por anticipado o localizar desde nuestra mirada el arte que hablen de la región. Creo que desde nuestro sentir o en nuestra forma de trabajar el arte, no concebimos la curaduría a partir de las obras o desde una posición únicamente selectiva, representativa o discursiva en relación a una problemática en concreto. Y eso es algo que nos tiene dando vueltas todo el tiempo, por que de alguna forma Jennys y yo, nos identificamos mucho con disciplinas de la narración y el pensamiento visual como la ilustración infantil, la poética visual o las historietas, donde el hacer-ver con imágenes lo que ocurre o lo que pasa, es algo habitual. Pero en este caso, nuestro objetivo se ha volcado no tanto por contar o ilustrar lo que pasa, sino por hacer que pase…
Lo que nos interesa como curadores, es darnos a la tarea de acompañar y analizar de que manera personas que desempeñan practicas alusivas al arte y la creación (se consideren o no se consideren artistas) que provengan de los departamentos que conforman la región sur, al hallarse ajenos, propios, distantes, cercanos, sin nada que hacer, con mucho que hacer, con poco o mucho tiempo, ocupados o desocupados, por fuera o por dentro del contexto que los congrega, consiguen entablar ideas, sentimientos y necesidades colectivas e individuales entorno a un contexto determinado bajo un situación de convivencia y reconocimiento. Por eso, hemos optado por realizar una especie de residencias artísticas en colectivo en lugares específicos de la región, por acoger y hospeda a los participantes en veredas, pueblos y municipios que hemos previsto con antelación desde el anterior año.
¿Cómo ha sido el proceso investigativo (exploraciones, encuentros con artistas, casos o prácticas que buscan destacar) que ha venido trabajando y qué propone en su proyecto curatorial?
Formalmente el proyecto comenzó en el 2017. Pero es algo que venimos armando y replanteándonos desde el año 2014. La idea inicial del proyecto y su investigación curatorial inicia con un viaje que emprendemos Jannys y yo por los departamentos del sur que congrega el certamen. En ese viaje, visitamos lugares que anteriormente no habíamos tenido la oportunidad de conocer y que escogemos del mapa por su nombre, por el como se llaman. Creo que de alguna forma no interesa saber si lo que se inscribe de un lugar, es realmente cierto o si no lo es, porqué se lo dice o qué tanto puede se puesto en cuestión o motivo de inspiración para lo que se quiera.
Visitamos varios lugares por cada departamento, dejándonos llevar por la curiosidad que nos generaba y nos sigue generando el nombre que tienen. De esos lugares escogimos uno por cada departamento para hacer las residencias. De Nariño escogimos a Bomboná, que en nombre hace referencia al recipiente de entrada o boca pequeña con espacio o cavidad agigantada, además, un lugar donde Simón Bolívar tubo una batalla importante. Del Putumayo escogimos a Colón, un municipio que hace parte del Valle de Sibundoy, en el alto Putumayo donde habitan y perviven los Inga y los Kamza, comunidades indígenas muy importantes para nosotros. De Caquetá escogimos a Belén de los Andaquies, en un comienzo pensábamos Andaquies desde el español en tres palabras: anda- aquí- es, pero luego nos gustó más, porque tiene que ver con el nombre de un poblado indígena casi mitológica y fantasioso del lugar. En Huila a Gigante, que no es tan “gigante” en comparación con otros municipios del Huila pero el cual encontramos enormemente acogedor y del Tolima Piedras, por su reacción con la naturaleza, el paisaje y el rio.
Para seleccionar a los participantes en calidad de artistas que nos acompañan en las residencias, abrimos una convocatoria, donde las personas interesadas debían enviar un video respondiendo a una serie de preguntas, entre ellas, cual era su mayor ilusión, si sospechaban de algo en particular y si habían tenido algún desencanto, recibimos un poco mas de 100 videos de los 5 departamentos, más de Tolima y Nariño, hicimos una preselección de 40 a 50 videos y en compañía de Taitas Chamanes o Médicos tradicionales del Putumayo, Amas de Casa de Nariño y Huila y un vidente de origen nariñense que vive en Ucrania seleccionamos a las 25 personas. El ejercicio con los jurados alternos que nos ayudaron a decidir y a conformar los grupos, surge desde una inquietud de pensar la curaduría desde lo popular y nuevamente a partir de lo que encierra la palabra desde una escucha habitual y cotidiana en relación a la palabra “curador”. Para muchas personas que no están familiarizadas con el término, curador puede ser sinónimo de curandero, o de persona preocupada por sanar heridas o estar al cuidado de algo, y eso es algo que lo encontramos fascinante y útil en nuestra manera de repensar lo que hacemos y confrontarlo.
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La primera temporada de entrevistas sobre los Salones de Artistas la encuentra en este enlace
Para más información sobre Ver para creer, visite su página en Facebook y/o su website
*A partir del mes de septiembre los SRA culminan este proceso con una serie de eventos (exposiciones, encuentros) en sus regiones, de los cuales cada proyecto curatorial irá divulgando en sus websites y redes sociales.