Salón Nacional de Artistas SNA, la manifestación de mayor tradición y relevancia de las artes visuales contemporáneas en el país, cumplió 70 años de existencia. Entre noviembre de 2010 y marzo de 2011, tiempo en que se desarrolla el actual Salón, llega a su edición número 42 con sede en el Caribe colombiano y con una propuesta que incluye componentes expositivos, académicos, de formación y de creación.
La apuesta curatorial del colectivo Maldeojo del 42 SNA reivindica al Caribe colombiano como un espacio estratégico para el diálogo intercultural entre el territorio insular y el país continental, y activa trazos históricos que sirvieron para llegar a lo que hoy es la dinámica sociocultural en la región y el país.
Luego del anterior Salón en Cali, en 2007-2008, el colectivo Maldeojo participante de este proceso, analizó aspectos relacionados con el modelo del Salón desde que inicia con los regionales hasta la muestra del nacional. La inquietud era: ¿cómo podría verse un programa de esta naturaleza en la diversidad del Caribe colombiano? En ese caso se buscaba vislumbrar cómo un Salón sería marcado por las condiciones territoriales y culturales de esta región.
De esta forma, Independientemente, designación del 42 Salón Nacional de Artistas, asume el Caribe colombiano como suma de lugares donde cabría señalar las relaciones entre territorio y estética. Es un punto de vista que nos permite revisar los flujos y trayectos que unen el país con el Caribe insular y la geografía continental; un pretexto para entender lo que somos al entrar en contacto con otros lugares y paisajes mediante el enfoque de las artes visuales.
El ejercicio que se propuso a las curadurías de las diferentes regiones era poner a prueba lo que sucede cuando se viaja de un lugar a otro, de una región con características culturales a otra y que organiza sus costumbres de manera diferente. Algunas de las 12 curadurías de los 13 Salones Regionales de Artistas fueron itinerantes a escala regional, en uno o más sitios en 2009. Pero, en relación con el diálogo actual en el Caribe donde se propuso un viaje, un recorrido de un lugar a otro, se plantearon dos enfoques de preguntas, la primera ¿qué sucede? y ¿cuáles diferencias, particularidades y giros hay en la idea de lo itinerante y una posterior travesía regional que propone un diálogo intercultural? La segunda ¿sería simplemente un intercambio regional de acentos y costumbres?, o ¿una metodología de proceso que se exporta de un territorio a otro?
El sustantivo masculino de la definición de diálogo del diccionario en línea del diario El País dice: «Parte de una obra literaria o cinematográfica en la que la acción transcurre en forma de conversación entre los personajes». Una vez en la región Caribe, son las propuestas de proyectos de proceso de los artistas escogidos por las curadurías y los invitados acompañantes, o incluso los equipos de investigación curatorial, los que durante las ‘Extensiones curatoriales’ en Barranquilla, Santa Marta y Cartagena sucesivamente mantienen la conversación y desarrollan el diálogo. En algunos casos fabricando desarrollos in situ, en otros cruzando y marcando el territorio, otros en sentido exploratorio.
A los curadores regionales les escribimos en un texto reciente, citando al reconocido autor francés nacido en Martinica, Edouard Glissant (1928-2011), en su ponencia ‘Pensamientos del Archipiélago, pensamientos del Continente’:
«En un universo en el que se conocen casi todas las regiones geográficas y físicas, una nueva región del mundo, que no se tratará de explorar, sino en la que cabemos todos: antiguos descubridores y antiguos descubiertos, antiguos colonizadores y antiguos colonizados, sin que ninguna ventaja de conocimiento, para uno u otro, derive de las herencias de dicho pasado, acercarse al mundo significa tanto morar en él como desandarlo o ir a la deriva».
El concepto de exploración realizado por este autor se aleja ostensiblemente de la idea de la conquista y las estrategias de poder. La exploración desde la poética es sumarse a lo explorado en un intento por descubrir, en doble vía, que el explorador se transforma tanto como lo explorado.
Entonces, ¿qué relaciones se pueden construir, no bajo consignas regionales, sino mediante discusiones culturales en este intercambio? Experiencia que se analizó en ‘Encuentro de Lugares’, la plataforma discursiva del Salón, en Cartagena (del 9 al 11 de febrero). Un acontecimiento que reunió los resultados de las muestras en Barranquilla, Santa Marta y Cartagena con las manifestaciones artísticas, el análisis y la crítica que se discute del actual SNA donde las relaciones intrínsecas son la norma.
Cuando se habla de territorio desde las prácticas artísticas y conscientes de la diversidad de eventos que integran el actual Salón, habría que pensar en relaciones con y desde el territorio. En ese juego de relaciones es deseable que se produzca un despliegue vital de nuevas formas de pensar y de construir el sentido de ‘territorio’, una mesa horizontal para que los diferentes actores entren en relación y generen creativamente mundos posibles que solo emergen en la fecundidad de los encuentros.
George Yúdice, reconocido profesor y teórico salvadoreño, en una entrevista dada a ‘Tristestópicos’ dice: «Si uno comienza ideologizado, afirmando que el arte es para esto, o que debe hacer esto o lo otro, entonces el arte terminará ajustándose a tales creencias, siendo justamente lo que uno tenía en mente. Se trata más bien de permitir que se produzca una relación del artista con su medio o con otros artistas en colaboración para que de ahí surja alguna invención. Las obras que buscan poner en operación una ideología por lo general no generan una revelación. Cuando digo ‘ideológico’ no me refiero necesariamente a una finalidad política, sino a una idea que luego se implementa, que se cree que se está llevando a cabo».
Consideramos que el Caribe se integra así como la plataforma geográfica donde las fichas del dominó yacen expuestas en desorden sobre la mesa, listas a invertirse para resaltar allí el paisaje, tanto natural como el de las relaciones sociales. Independientemente se configura en lo conceptual desde el pensamiento archipélico de Édouard Glissant, quien considera al Caribe como lugar de un nuevo tipo de pensamiento que defiende lo transversal en lugar de lo universal. Lo universal es una sublimación de lo particular. Ha caducado esta perspectiva tradicional -‘continental’-, según la cual mi manera de ser sería la única válida universalmente. El reconocimiento de la diferencia constituye el elemento principal de la relación en el mundo.
«El fuego fértil será siempre un fuego conjunto», afirmó Glissant. El Caribe es un modelo rizomático, con múltiples raíces que permiten ir al encuentro de los demás, debido a su condición geográfica y a su peculiar forma de pensamiento: errático, criollizado y de fronteras porosas. Esa condición propia es la que facilita el encuentro de los otros y recoge iniciativas de afuera que entran en diálogo con lo local. El litoral es, de suyo, intercultural, su forma de pensarse y de ser así lo confirman, y ese modo de ser-pensar quizás se vincula con la propia geografía. El carácter abierto, extrovertido y espontáneo de sus gentes no es simplemente un modelo aplicable a la cultura regional. Lo que, en realidad, se destaca es el prisma de las relaciones: la lectura del otro en que la visión que multiplica es esencial así como el reflejo de los rayos solares rebotan en varias direcciones tocando conceptos que fundamentan el sentido del actual modelo de Salón horizontal.
Rafael Ortiz
Director del 42 Salón Nacional de Artistas
publicado el 1 de marzo en Lecturas de El Tiempo