Un Día Marcos Timbró En Mi Casa, Como Siempre, Se Estaba Riendo Y Me Dijo: Si Nadie Lo Escucha, Cállese

Jardín Publicaciones presentó sendos libros de Gabriel Mejía Abad y Andrés Uribe Cárdenas en la sede del proyecto –que ojala no se convierta en una institucioncita- Miami. Los dos se entregaban en una bolsa de papel junto a un lápiz negro con el nombre de la editorial y el dibujo de una matera mirando de lado…

A la izquierda, una mujer lee Cuero de culebra, de Gabriel Mejía, mientras su compañera de mesa ojea Positive Pain, de Andrés Uribe. Ambas gustaron de algunas frases cortas (las que pudieron leer mientras les sacaba esta foto). Ambas dijeron que querían comprar los libros, les dije dónde. Tal vez vayan.

Jardín Publicaciones presentó sendos libros de Gabriel Mejía Abad y Andrés Uribe Cárdenas en la sede del proyecto –que ojala no se convierta en una institucioncita- Miami. Los dos se entregaban en una bolsa de papel junto a un lápiz negro con el nombre de la editorial y el dibujo de una matera mirando de lado.

*

“Subía por la calle 51, impermeable azul chino. Pensaba en una canción de Narcosis. Rompí el bolsillo con el solo de guitarra./Baño de damas sin seguro. Aseguré la puerta con el pie.”

El de Mejía consiste en breves reflexiones que ilustran el asunto de crecer en un entorno urbano sin sufrir mucho por ello. Es como un carro que se mueve, pero ni corre ni anda despacio y puede hacer daño. Algunas composiciones afectan y, por fortuna, no caen tan seguido en la ternura autocomplaciente de quienes tratan de parecer deprimidos. Es un libro delicado. Con calma percibimos cómo ve la muerte alguien que no quiere hacer un drama de la experiencia. Así le haga uno o dos reclamos (porque “los muertos siempre incumplen”), y se retuerza en la imposibilidad de detener esa traición, el autor no se obsesiona con el asunto, más bien pasa a ocuparse con variantes del tema. Por ejemplo, ponerle imágenes a la gente en trance de morir. O eso fue lo que me pareció luego de leer la parte donde dice: “vi en la televisión cómo se quemaba un barco muy grande, de entre las llamas salía un hombre que se quemaba también, el fuego cubría todo su cuerpo. El narrador del programa decía que el dolor a veces hace que el cerebro se invente una realidad paralela, simplemente para no sentir y no entrar en pánico. El hombre intentaba quitarse las llamas de encima con la delicadeza de alguien que le quita las motas a un saco de lana.” Suave, una muerte sin aspavientos. Difícil también. Y la cosa no se detiene ahí. Alguien dice en la voz de su autor que no quiere olvidar algunas cosas, que ama y hace digresiones sobre la droga que utiliza para solucionar dolencias oftálmicas y cutáneas, y da respuestas. Pero, como todo, el librito se detiene y se lleva la contraria: recomienda que es bueno olvidar. Bien.

*

“Todas las casualidades absurdas/ del mundo/ son culpa tuya”

El de Uribe es el que más les gustó a las lectoras de la foto. O , mejor, del que más pudieron ver, pues comienza con textos grandes, fácilmente legibles, agresivos, montados en las primeras páginas, para explicar la catástrofe de la convivencia junto a un listado de cosas ordinarias. En esto se parece al de Mejía: mención rápida de temas trascendentales; y esto fue lo que más les gustó a las lectoras, recuerdo que decían: “36 Mb de pornografía escatológica/27 años de existencia forzada/1 patineta roja/ 1 iPod prestado…”, riendo entre ítem e ítem.

Está estructurado en tres capítulos. En uno, se hacen hacer observaciones sobre la desgracia de tener amigos –básicamente porque son como dios, no los hay. Después, se detiene abruptamente y exige una lectura más cuidadosa para mostrar jugosos comentarios sobre sexo, ilustrados con dibujo detallista. Pero no todo es sexo y esa parte termina con la representación del cartel de una funeraria genérica y un relato sobre dos personas que se encuentran casualmente para hablar de la vida –sin volverse amigas (recordar: los amigos son como dios)- y donde una de las dos muere. Mejor dicho, la matan. El último segmento retorna a la constatación de que vivir es aburrido y tenebroso. Sobre todo cuando se hace en países de historias de motosierras, planes de exterminio y confianza inversionista, y la cosa parecería ir con la fe (es la hipótesis), y donde no es posible hacer más que quejarse con fuerza, porque lo que hay es lo que hay y nunca dejaremos de dar las gracias: “Malditos asesinos cobardes!!! –dice Uribe Cárdenas- Muchas gracias.”

De pronto, la decisión de publicar ambos libros al tiempo no sea casual. Posiblemente se trate de una conspiración editorial que nos quiere demostrar la existencia de la telepatía y a que hay gente que piensa parecido, que el individualismo es una falacia del capitalismo y nos tocó creer en los arquetipos. O de pronto, no. Probablemente estos dos libros aparecieron a la vez porque fueron terminados simultáneamente y ya. O de pronto, sí. Y estamos ante dos gemelos que dialogan, que lo hacen tanto y tan seguido, que pareciera que un autor citó al final de su libro una de las respuestas del otro:

“¿Cómo encontrar la felicidad? GRITANDO” (Mayúscula sostenida en el original).

 

Guillermo Vanegas

 

1 opinión Un Día Marcos Timbró En Mi Casa, Como Siempre, Se Estaba Riendo Y Me Dijo: Si Nadie Lo Escucha, Cállese

  1. Guillermo Vanegas Guillermo Vanegas says:

    Tres pifias:

    Donde dice “En uno, se hacen hacer observaciones sobre la desgracia de tener amigos”, debe decir “En uno, se hacen observaciones sobre la desgracia de tener amigos”.

    Donde dice “y a que hay gente que piensa parecido”, debe decir, “y que hay gente que piensa parecido”.

    Y, finalmente, la supuesta matera que ví mirando de lado no es tal matera, es un gato con una matera encima, y el que mira es el gato (lamento mi inercia gestaltista):

    http://ffffound.com/image/73f1131fab8cff050b9afcf3f1cbd01cd6267c04