El texto que se transcribe a continuación, bien puede tomarse como un “objeto encontrado”. Estaba en el sitio que era: entre las páginas del libro Once ensayos sobre la violencia publicado por el Centro Gaitán en 1985. Por una reveladora y, a la vez, perturbadora coincidencia, el objeto encontrado por mecanismos del azar, señala en la página 193 una frase del ensayo escrito por Pierre Gilhodés (La violencia en Colombia: Bandolerismo y guerra social): “Aunque los especialistas de las ciencias sociales, los juristas, los siquiatras…se han interesado por los problemas que plantea la Violencia con reiterativo acierto, hay que constatar que los mejores testimonios que poseemos provienen más bien de la literatura, de la canción, de la pintura, del cine o del teatro”.
El texto está firmado de puño y letra por la artista CLEMENCIA LUCENA ( 1945-1983). Con letra grande y enfática, y bolígrafo azul de grueso trazo, ella responde en hojas escolares de papel rayado, algunas de las preguntas de un cuestionario elaborado por Carlos Barreiro Ortiz a principios de la década de 1980, cuyo objetivo final era la publicación en el libro CONVERSACIONES publicado por el Centro Colomboamericano de Bogotá en 1982. Sin embargo, el texto permanece inédito.
El sentido de las respuestas de la artista fallecida trágicamente en la ciudad de Cali en un accidente automovilístico, corresponde al de las nuevas producciones artísticas y políticas que, según Eduardo Serrano, se concentran en su mayoría en la “…incitación directa a la acción revolucionaria” y en las cuales también incluye trabajos de María Victoria Benito, Carmen Gómez o Roberto Pizano.*
La expresión escrita de Clemencia Lucena reconocida en su época por la impecable alusión pictórica al realismo socialista, nos remite al lenguaje propio de algunos grupos de ideas extremas en las décadas previas al cambio de siglo. Allí, entre otras muchas consideraciones destaca la idea de la necesidad de “…un arte científico, liberador y perdurable…” como apropiada expresión de aquello que ella llama “las clases revolucionarias”.
A 26 años de su muerte, no es tiempo ya de una oportuna revisión a su aporte artístico y a las tesis sobre la cuales levantaba sus personales “diatribas visuales”?
Carlos Barreiro
. Todo arte es político y el objetivo que persigue es comunicar las ideas e intereses de una clase social determinada. Si usted quiere decir con arte político, arte revolucionario, el objetivo del arte revolucionario es servir a los intereses del pueblo, difundir la ideología revolucionaria y elevar la capacidad de combate de las masas en la lucha contra sus enemigos de clase.
. El arte revolucionario hace parte de un proceso revolucionario general y responde a él, porque toda manifestación artística tiene una base social y no puede darse fuera de ella. De hecho nunca ha ocurrido así.
Por lo tanto, el arte revolucionario: 1) No “induce a la revolución” sino que contribuye al desarrollo de ese proceso, y 2) es obvio que da testimonio de un momento histórico determinado, pero desde una posición de clase revolucionaria.
. El arte verdaderamente revolucionario tiene su origen en una posición de clase proletaria, intransigente, contraria a toda posición de clase reaccionaria, lo que quiere decir que de ninguna manera puede servir a los explotadores sino todo lo contrario: los ataca implacablemente. Opone a su arte ensimismado en pueriles anécdotas íntimas, un arte que plasma las luchas revolucionarias del pueblo. Opone a las modas o imposición de valores artificiales, un arte que está firmemente cimentado en la concepción científica del mundo: el marxismo. Opone al arte efímero de clases moribundas un arte vivo y con futuro como la clase de la que surge.
A clases en decadencia corresponde un arte metafísico, opresor y efímero. A clases revolucionaria sun arte científico, liberador y perdurable.
Siendo antagónicos explotadores y explotados, sus respectivos artes también lo son. Y nunca podrá la reacción apropiarse del arte revolucionario de hoy y del pasado, porque este constituye patrimonio exclusivo de los pueblos.
. No hay lugar o circunstancia donde no se desarrolle la lucha de clases. Cuando esta lucha toma forma de enfrentamiento entre arte revolucionario y arte reaccionario, tiene lugar en todos los sitios, incluidos museos, galerías, salones, bienales, etc.
El arte revolucionario debe servir al pueblo integralmente, defendiendo sus intereses y planteando sus tesis en todo sitio y en cada oportunidad. No es cuestión de volver la espalda a las posiciones del imperialismo y sus títeres. Es cuestión de asaltarlas en unión con todos los artistas progresistas y honestos, y no de ceder el terreno a la reacción.
Es tarea de las masas revolucionarias, y de los artistas que forman en sus filas, arrebatar a los explotadores lo que han usurpado y hegemonizan, desalojarlos paso a paso de todos los sitios incluídos aquellos donde intentan envenenar la mente del pueblo con los desperdicios de artistas envilecidos.
Pero es propio de los oportunista abandonar el campo de batalla y pertrecharse (sic) tras una falsa moral que les permite no participar en los eventos burgueses y justificarlo con la pobre teoría de la contaminación o de la concesión. Esta actitud, objetivamente sirve a la derecha.
. ¿Porqué los críticos reaccionarios no habrían estar de acuerdo en que Genovés (Juan) produce gran arte “político”? El acuerdo fue más allá. También lo expresaron destacados intermediarios del capital norteamericano, notables terratenientes y el gobierno mismo.
Genovés produce obras que representan multitudes huyendo, aterrorizadas, soldados disparando, cadáveres. El análisis de sus temas no presenta ninguna dificultad.
Las luchas de las masas tienen dos aspectos: la victoria y la derrota. El único que le interesa a Genovés es el segundo, y es el único que plasma en sus obras.
Es apenas natural que si él presenta unilateralmente los hechos, si señala sólo la represión, la persecución, las matanzas, en síntesis, la derrota, toda la derecha aplaude alborozada su obra porque sirve a un importante objetivo del imperialismo norteamericano y de sus lacayos en nuestro país: mostrar como peligrosa e inútil la justa lucha de los pueblos, señalar como inevitable su derrota y hacer una apología completa de la represión fascista.
Se trata pues de un artista abiertamente contrarrevolucionario, y si la derecha se muestra unánime en elogiarlo es porque Genovés está hablando un lenguaje claramente proimperialista.
Clemencia Lucena.
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*El comentario completo de Serrano puede leerse en el catálogo editado para la exposición ARTE Y VIOLENCIA que el antiguo MAM presentó en 1974.
Nota,. Las preguntas del cuestionario no ha sido posible reconstruirlas pero es evidente que no son necesarias. C B O