A comienzo de este mes La Silla Vacía publicó Los diez más poderosos del arte nacional. Fue una entrada muy visitada, solo fue superada por una de Petro. Vaya uno a saber si un listado similar de literatura, de música o de psicomagia tendría tanta afluencia. Tal vez esto del arte se ha vuelto tan impreciso que cualquier ayuda se agradece. Mientras en cine todos somos críticos y lo único que se espera del reseñista es mesura y que no nos cuente la película, en arte se le implora al periodista, crítico, curador, profesor o guía de turno que nos explique lo que tenemos en frente, que nos dé algún parámetro de seguridad ética o estética, que con su autoridad de maestro explicador avale los artilugios propuestos por artista, galerista o institución (poco importa si se hace con una declaración ilegible, cándida o diáfana, lo que importa es el aval, así nos libramos de la responsabilidad de comprender por cuenta propia).
Tras semanas de insomnio y de las más terribles y perversas cavilaciones he acordado con mi terapeuta escribir algo sobre este Top 10 de La Silla Vacía. Mi producción literaria y situación nerviosa ya venía de capa caída de unos meses acá dada mi tendencia a cubrir las necesidades laborales con obligaciones domésticas y viceversa (sin hacer bien ninguna de las dos), pero haber leído el Top, que además me sitúa en el puesto #6 de los más “superpoderosos”, fue el detonante de una ultrapotente crisis de identidad.
En la última sesión de terapia hemos acordado que “el único lenguaje que aumenta el nivel de conciencia es el lenguaje del arte y de la poesía” y que “la finalidad del arte es curar, porque si no cura, no es verdadero”. Así pues, sirva este propósito terapéutico de escribir. Hay que combatir el fuego con el fuego. Por cierto, mi terapeuta me ha pedido que despersonifique el nivel individual del Top y que haga una suerte de constelación de cada uno de los personajes del conteo, que los vea como personas, sí, pero que haga énfasis en lo que ellos, y otros como ellos, personifican, que los “constele” como parte de un universo más grande y así entre todos busquemos que esta superpoderosa obsesión tenga la escala que merece, se diluya en un flujo cósmico hasta ir a parar a la eterna e inmensa nada. Seguiré su consejo.
Dejando claro lo anterior, esta es la primera entrega del top definitivo.
Los Gaviria: César y María Paz
Sí, es claro que estos dos, padre e hija, fueron mencionados juntos o por separado por todos los entrevistados que hicieron el Top, y que determinaron el Top, pues un Top siempre pone en evidencia a quien hace el Top, un top farandulero y mercantilista da cuenta de lo farandulero y mercantilista de los que lo hicieron (¿o no será que el Top de por sí es una estrategia mercantilera y farandulista?). La inclusión de Gaviria Padre se debe en parte a que es un coleccionista con influencia en otros coleccionistas y a que tiene participación en la Galería Nueveochenta. La inclusión de Gaviria Hija se debe a que desde hace un año es la directora de la Feria de Artbo que depende de la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB).
Pero el análisis se queda corto si no se tienen en cuenta otros factores. Por ejemplo, “el efecto Artbo”: este año Consuelo Caldas, del Partido de la U, salió de la superpoderosa dirección de la CCB y fue reemplazada por Mónica de Greiff, del Partido Liberal. Caldas salió porque había perdido capital político y el arte fue una herramienta fundamental para este deterioro. Hay que recordar el ataque mediático organizado contra Caldas cuando Julio Sanchez Cristo la puso padecer al aire en La W a raíz de la decisión de excluir a la Galería Nueve Ochenta, y a uno de sus artistas, por un conflicto de interés relacionado con los Gaviria y su duplicidad en ArtBo.
Este matoneo periodístico alrededor del arte fue la punta de lanza que permitió abrir el escudo que protegía a Caldas y colarle tantos virus troyanos que meses después ella no pudo recuperarse y salió del puesto. Una ganancia notoria para la facción de los políticos de la CCB y toda una fábula donde el arte fue el bobo útil en toda esta maquinación (¡Quien dijo que el arte no sirve para nada! Al contrario, es tan inútil que sirve para todo tipo de propósitos, nadie sabe para quien trabaja).
Tampoco sobra recordar que Caldas le había montado a Gaviria hija una intermediaria para la ejecución en Artbo, María Elvira Quintana, quien tiene intereses con un sector de galeristas con un anclaje diferente a la ala de la Galería de Gaviria, y que quería favorecer a este sector del gremio en la toma de decisiones en la feria. Esto fue más que evidente en la foto que apareció en Jet Set para cubrir la versión 2012 de Artbo, donde los galeristas de Nueve Ochenta, Casas Reigner o Valenzuela y Klenner brillaban por su ausencia y sí destacaban —y muy contentos— los representantes de las galerías del ala de Quintana, en especial Arte Consultores, La Cometa y El Museo acompañados de Caldas, Quintana y de Gaviria hija que posaba como cenicienta. Ahora, con de Greiff a la cabeza, la promesa es más autonomía para ArtBO y más poder para el ascendente de los Gaviria en esta organización, «se independiza María Paz».
Es por este tipo de carambolas que hacer un Top de personas no es muy útil. El top es efectivo siempre y cuando muestre lo que personifica cada uno de los actores destacados y cómo gravitan, se eclipsan o chocan entre sí todos estos cuerpos estelares. Gaviria Padre y Gaviria Hija personifican un bonito maridaje entre Arte y Política, pero también entre facciones divergentes de políticos y actores de la política del arte.
El Top no se pregunta a fondo por qué hizo Gaviria hija para llegar al puesto en que está, sus estudios de Historia del Arte en la Universidad de Columbia en Nueva York son difusos (¿se habrá graduado o solo tomado cursos de verano?) y, por más ferias de arte que haya visitado, si se trata de experiencia y preparación académica hay varias personas trabajando en Colombia con títulos de maestría en Arts Administration que andan sobrecapacitados y mal pagos en puestos de cargaladrillos; pero claro, tal vez les hace falta lo principal: no tienen el apellido que abre puertas (aunque sí tienen las deudas por pagar de la beca préstamo que obtuvieron de Colfuturo). Al parecer pesa más el título nobiliario que el académico, o la suma de ambos es una dupla invencible.
A esto se suma que el arte o la cultura son el mejor botox para templar las arrugas y ocultar la fealdad que deja la politiquería, la cultura gradúa como gentes de gusto a todos esas familias arribistas que han aumentado sus rentas a costa de las gabelas de la politiquería. Esto es lo que termina por determinar la personificación que pone a los Gaviria en primer lugar del Top. Así las cosas, bajo este mismo modus operandi, se podría jugar a la futurología y la próxima Directora del Museo de Arte Moderno, o a la próxima cabeza del Idartes, o del Museo Nacional, o del Banco de la República, o del Ministerio de Cultura, o de todas las anteriores podría ser, no sé, pero “Zea lo que Zea” se me ocurre que Camila Botero, hija de Fernando Botero Zea, nieta de Fernando Botero y Gloria Zea, con estudios de pregrado en Arte y Ciencia Política en la Universidad de los Andes, lo tiene todo, incluso en este momento se encuentra en el exterior capacitándose para servir a su país en el campo de la gestión cultural y ya ha hecho declaraciones públicas sobre lo que quiere hacer a su regreso, basta leer esta nota cándida titulada con un sugestivo título: La herencia en la piel.
Esta terapia continúa…