Tras la mediocre implementación de la fallida economía naranja se aceleró el desmantelamiento del sector cultural. Los tradicionales estímulos recibieron un golpe del que a pesar del cambio de gobierno todavía no han podido recuperarse. Mientras el Ministerio de Cultura se convierte en un juego tronos, el IDARTES diseña convocatorias cada vez más específicas que ya no parecen becas sino licitaciones para ejecutar un contrato. Estos problemas tienen una incidencia directa en el sector artístico, que todos los años gradúa a más artistas que entran a competir dentro de un sector cultural generalmente empobrecido, en el cual el histórico aumento de presupuesto pareciera no tener todavía una manifestación significativa en los rubros de la plantilla tradicional de estímulos.
El premio Luis Caballero, no sólo no se salva de este panorama, sino que también deja ver muchos de los problemas estructurales del campo artístico nacional. Por un lado, permite analizar cómo la disminución de la edad de egreso de los estudiantes de artes ha permitido a los artistas construir una carrera desde una edad más temprana, con lo cual cumplen los años de trayectoria requeridos para participar en este premio a una edad menor que las generaciones pasadas. Esto básicamente modifica la naturaleza de un premio pensado como un reconocimiento a larga trayectoria al convertirlo en un premio de trayectoria intermedia, o en el que participan artistas de “edad intermedia”.
Vale la pena aclarar que con esto no estoy sugiriendo algo así como “una reforma pensional de la edad de participación del Luis Caballero”, sino que por el contrario sugiero la creación de mecanismos desde el sector público posteriores al Luis Caballero, ya que una vez habiendo participado en este, parecería que a un artista no le resta mucho más por hacer, debido a que por desgracia la ausencia de becas mayores, sigue haciendo de este premio una suerte de concurso de graduación para artistas cuasi consagrados.
En este sentido surge la necesidad de hacer varias preguntas: ¿Con qué bolsa de trabajo estos concursantes de 35 0 40 años van a producir proyectos a sus 55 o 60 años? ¿La ausencia de estímulos mayores no está haciendo del Caballero un premio que pensiona la producción artística prematuramente? ¿Están los artistas que participan en el Luis Caballero atravesando quizá el periodo más productivo de sus carreras, pero también el más interesante? ¿Es todavía el arte un oficio que se enriquece con la práctica y el tiempo?, ¿La influencia del neoliberalismo en el sector cultural ha hecho que los valores del arte recaigan ahora sobre la capacidad de producción y no sobre la experiencia?
Pero sobre todo, es importante preguntarse: ¿porque cada vez son más los artistas de “larga trayectoria” o de mayor edad quienes han dejado de presentarse al llamado del Luis Caballero? Quizá esto tiene que ver con una pérdida de valor simbólico del premio mismo, o quizá porque la relación entre la ambiciosa expectativa que el premio propone y los medios económicos para satisfacerla son cada vez menos proporcionales.
No es un secreto que la bolsa de producción del Caballero es apenas la cuota inicial de una deuda económica mayor, lo que lleva una vez más a que los artistas desarrollen su práctica a partir de la relación precarización versus visibilidad. Precisamente quizá la decisión de optar por este sacrificio económico ya no es atractiva para los artistas de una edad mayor, quienes han dejado de presentarse a esta convocatoria, ya que seguramente tienen una economía más comprometida a sus 55 o 60 años, porque en cualquiera de los casos pareciera que los artistas en Colombia estuviéramos destinados a vivir eternamente como si fuéramos adolescentes.
Me gustaría finalizar pidiéndole a la vida que el futuro “Luis Caballero” no sea el “Doris Salcedo”, o bueno, igual hay que preguntarse también ¿de qué edad son los artistas que están concursando en la convocatoria de fragmentos?