¿Cómo han transformado los blogs y las redes sociales la cultura?
La transformación ha sido a gran escala. Muchos se han lamentado recientemente, como el caso de Vargas Llosa, para quien estos fenómenos contribuyen al empobrecimiento, la banalización y la extinción de la cultura. Sus críticas no merece la pena ni comentarlas. La transformación y las mutaciones son innegables, incontables e inevitables. Nos pongamos como nos pongamos ya mantenemos una posición respecto a estas tecnologías. Aceptarlas, criticarlas, negarlas… ya es una toma de postura sobre el tiempo del presente.
Tecnologías absolutamente inevitables y que han modificado no sólo nuestra manera de producir conocimiento, cultura, literatura o arte, sino nuestra vida cotidiana. Y lo han hecho porque, como el resto de la tecnología, no está fuera, sino dentro. Literalmente We are the media. Somos Facebook, Twitter, somos nuestro blog. Son tecnologías que se han encarnado, incorporado –quizá ese sea el próximo salto en la evolución digital, la biotecnología.
Pero no hace falta que nos implanten el botón de me gusta de Facebook o que nuestro aparato fonador emita guturaciones de 140 caracteres. No hace falta para que estas tecnologías configuren nuestra manera de acercamiento al mundo. Entre realidad y virtualidad no hay un corte, sino un flujo continuo. De hecho, nadie puede decir que Facebook o Twitter no sea la realidad. Es otra modalidad de lo real.
Por todo esto, por la inevitabilidad y la imposibilidad de escapar al sistema-red, los productos culturales se han modificado y han incorporado este nuevo filtro de aproximación a la vida. Que nos influye para escribir, para hacer música, para producir arte, pero también para relacionarnos, para comprar, para decidir, y para actuar. No es que sea peor o mejor. Es que es.
Me llama la atención el modo en el que esas transformaciones se han producido en el ámbito de la crítica de arte y el análisis visual. Con muy pocas excepciones los cambios han conducido casi exclusivamente a una democratización de la práctica crítica, nuevas visibilidades y nuevas plataformas.
El blog sigue siendo una cuestión de confianza y fiabilidad. Nos fiamos de ciertas voces con las que compartimos un sentido del mundo. Voces que por lo general han ganado ese prestigio fuera de la red. Aunque también algunos ejemplos de críticos de arte puramente digitales.
Es curioso que en el mundo del arte contemporáneo no existe –al menos no con esa virulencia que se ha propagado en la literatura– el fenómeno de crítica kitsch o punk. Quizá tenga que ver –y esto lo podemos discutir– con que el régimen del arte no es exactamente igual al de la literatura. Su relación con el público, al menos en el sistema contemporáneo de las artes, no tiene nada que ver con la literatura. El público es prescindible dentro de la generación de discurso sobre el arte contemporáneo.
La manera en la que ha afectado a la crítica de arte el blog y las redes sociales ha sido, por tanto, más una cuestión de plataformas, de lugares de enunciación, que de forma. Porque salvo el hipertexto, la utilización de imágenes como ilustración o puntuación… apenas ha habido modificaciones en los modos de hacer crítica y análisis visual.
Lo demás creo que no se ha modificado sustancialmente. Y quizá verdadera transformación –a mí me parece fundamental y decisiva– haya sido la reintroducción de la crítica el ámbito del ruido, del proceso, del maremágnum de la vida cotidiana, de otros intereses entre los que habitualmente se recorta. Por ejemplo, yo entiendo mi blog como un blog de crítica de arte. Porque es a lo que me dedico. Y mis críticas, mis trabajos sobre arte y visualidad están hechos a través de ese ruido de fondo. Pero como los de cualquiera, lo que pasa aquí es que el recorte es sólo un “enmarcado estratégico” y temporal, del que el lector sabe lo que sobra.
Otra cosa muy diferente ha sucedido con las prácticas artísticas. Ahí sí que se ha producido un gran transformación. Las contaminaciones y las modalidades son muchas. El arte tradicional se ha visto asaltado. Muchos artistas han tomado a internet, a los blogs como tema. Algunos incluso desde la pintura y de las artes más tradicionales. Aunque la verdadera transformación se ha producido en otro lugar.
En el post anterior, ya hablaba aquí de libro de Juan Martín Prada (Prácticas artísticas e Internet en la época de las redes sociales, publicado recientemente por AKAL). En esta obra, parte claramente de una división entre una primera era de Internet, la World Wide Web, donde los artistas ensayaron modalidades de habitar la red de otro modo a como ésta era presentada, a través de la cultura colaborativa… Y una segunda época, la 2.0, en la que estamos, donde paradójicamente gran parte de la evolución de la propia red (la horizontalidad, la colaboración, la interactividad, la afectividad digital…) ha acabado en el mismo lugar que estos artistas promovían. Con una salvedad, que aquella libertad absoluta, y que aquella imaginación radical, aquella conquista de la ubicuidad, que hoy se ha visto en parte conseguida, ha tenido como contrapartida, sin embargo, una pérdida de subjetividad, una atomización en una serie de empresas que gestionan la afectividad, … en definitiva, que se ha visto tomada por las formas del capitalismo afectivo.
Es curioso cómo la utopía de los artistas acabó siendo la utopía del mercado, al menos en cierto sentido. Los blogs, las redes sociales habría sido el desarrollo lógico del arte de Internet. Lo que realmente ha sucedido, es que ese desarrollo ha llevado aparejado la sombra oscura del poder.
En esta era, donde lo que pretenden los artistas y lo que pretenden las empresas, tiene al final mucho que ver (la construcción de la sujetos afectivos; en un caso para capitalizarlos; en otro para emanciparlos), en esta era, decía, la manera en la que los artistas producen obras de resistencia es a través de la profanación, reapropiación y manipulación de esas redes sociales. Subvirtiendo la memoria de programa de la tecnología; es decir, usándola con finalidades diferentes a la que fue creado. O mostrando en cualquier caso que la supuesta neutralidad de la red no es tal.
Lo que hacen los artistas en las redes sociales es “mostrar la red”, “mostrar la matrix”, romper la supuesta transparencia y mostrar opacidad. Ante la ilusión de legibilidad absoluta, de afectividad, de comunicabilidad, de traducción del mundo a mero código, los artistas presentan retóricas de la ilegibilidad, de la ceguera… frustrando y rompiendo el horizonte de expectativas que ya hemos interiorizado y que se altera cuando las cosas no funcionan.
Desde luego, estas retóricas de la ilegibilidad no son ni mucho menos nuevas. Lo que hacen los artistas al final es lo mismo que hicieron durante la modernidad y las vanguardias: mostrar modalidades de resistencia ante los regímenes establecidos de experiencia. Se trata en definitiva de una postura a contrapié, un contraposto. Creer en el potencial emancipador de la tecnología, pero no a ciegas, sino que para que esa potencia pueda ser efectiva debemos advertir la opacidad del sistema, los fallos, las grietas…
Y en este sentido, la relación entre las prácticas artísticas y el activismo es fundamenteal. De hecho, se puede decir que el arte de internet, el hacktivismo está detrás de los usos políticos de la tecnología. Usos políticos que sólo son efectivos si se produce esa creatividad que altera y reconfigura la propia herramienta. Hay en la revuelta digital –en la revuelta contemporánea, diría– una adherencia de las prácticas artísticas, que ahí han encontrado su sentido último. Haber mantenido viva la llama de la utopía. Y lograr que en ocasiones esta prenda de nuevo con fuerza.
Quizá, 80 años después, sea necesario volver a Benjamin. Él advirtió lo que podía significar la tecnología y la cultura de masas, los sueños que prometían. Y supo ver que aquellos sueños prometidos no eran meros engaños, sino que había en ellos algo de verdad. Que allí se encontraba realmente la energía para la revolución. Pero para ver esa energía, para aprovecharla, para metabolizarla, era necesario romper el brillo del objeto, efectuar sobre él una mirada dialéctica, es decir, ver lo que no se ve. Y sólo así, a través de esa dialectización, de ese pensamiento, era posible la actuación.
La manera en la que las redes sociales han contribuido a las revoluciones del presente es sin duda a través de esa promesa que estaba ya implícita en la tecnología, y que aún no había sido explotada. Sólo a través de la subversión, del cuestionamiento y de la toma de distancia sobre estas redes, del escepticismo, es desde donde se puede lograr que acaben siendo tecnologías de la emancipación en lugar de tecnologías de la sumisión.
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Miguel Hernández-Navarro
Sobre los Blogs (1) > http://salonkritik.net/10-11/2012/06/sobre_los_blogs.php
* (Segunda parte de la intervención en Rabat sobre las transformaciones que los blogs y las redes sociales han operado en la cultura contemporánea. Como escribí en el post anterior, se trata de ideas sueltas, escritas a la ligera, sin demasiadas pretensiones, que tan sólo sirven como recordatorio de algunas cuestiones por si en algún momento tuviera tiempo de pensarlas con detenimiento. Disculpad la ligereza de algunas reflexiones y el descuido de la escritura en más de un pasaje. Y entendedlo como lo que son, notas preliminares sobre cuestiones cambiantes planteadas quizá de modo demasiado abstracto)
2 comentarios
El texto de Miguel Hernández-Navarro nos hace reflexionar, sobre todo a quienes tenemos una práctica crítica en la red desde hace ya varios años, que este medio es sin lugar a dudas fundamental para desplegar las ideas, generar debates y de una u otra forma afectar el campo del arte, que cada vez más, en términos rancerianos, ya no pertenece al mundo reducido y exclusivo del arte, sino al mundo de la cultura. Sí, en efecto el mundo cultural se ha visto afectado.
Pero no solamente el campo cultural, sino también la práctica artística en sí misma. Recordemos la famosa instalación A través del espejo de Joan Fontcuberta en la anterior Fotográfica Bogotá, donde el artista utilizaba las fotografías colgadas en la red de cientos de personajes anónimos, para hacer obra. El artista ya no necesita tomar fotos sino que una apropiación a lo ready-made, las toma tal cual de la red y se sirve de ellas.
Recientemente en el encuentro teórico de la 11a. Bienal de la Habana, durante la presentación de los editores de la Revista Inter Art Actuel de Quebec, se evocó la idea que el performance se pudiera hacer en la red. Se hizo referencia al artista Fernando Pertuz y su proyecto PerfoArtNet. Según uno de los editores de la Revista, Richard Martel, lo que se difundía en la red bajo ese nombre no era performance pues el cuerpo no estaba presente. Otros participantes de la mesa, miembros también de la revista como Marc Mercier, insistían que sí. Lo interesante de esta discusión, es que se puso en evidencia que las prácticas artísticas se han visto afectadas positivamente por la red.
De esta manera la desconfianza a los discursos críticos, a las prácticas artísticas y literarias que emanen de la red, ya no tienen sentido. Por ejemplo revistas prestigiosas como ArtNexus, que aun se siguen editando en formato papel desde hace 35 años, ponen en circulación sus ediciones, confiando en las virtudes de circulación que tiene la red y en el alcance a un público más amplio.
De manera que la red si ha afectado la cultura y en consecuencia, las prácticas artísticas mismas.
ArtNexus en la red: http://asp-es.secure-zone.net/v2/index.jsp?id=4852/7661/14798&startPage=72
PerfoArtNet:http://www.perfoartnet.org/perfoartnet.htm
Joan Fontcuberta, A través del espejo: http://www.banrepcultural.org/joan-fontcuberta/
Revista Inter Art Actuel: http://www.inter-lelieu.org/FR/inter_numeros-venir.php
La crítica literaria de Isaías Peña: http://isaiaspenag.blogspot.com.br/
Si bien las redes sociales (en forma de listas de distribución de mensajes o comunidades virtuales comoGeocities y Tripod) han estado presentes desde los primeros años de la World Wide Web, no es hasta principios de la década de 2000 cuando empiezan a adquirir una mayor relevancia y popularidad, con sitios como Friendster (iniciado en 2002), MySpace y LinkedIn (2003), pero sobre todo a partir de 2004, con la creación de Facebook, seguido en 2006 por Twitter. Hoy en día, Facebook cuenta con más de 835 millones de usuarios (según datos de IWS) y Twitter con 140 millones (según el blog de la empresa), con una actividad diaria de cientos de millones de posts y tweets diarios. Estas cifras son sólo una muestra de un hecho evidente: las redes sociales dominan la mayor parte de la actividad en Internet y ejercen una considerable influencia en la vida diaria de la sociedad en los países más desarrollados.
Frente a las nuevas formas de comunicarse y compartir intereses que facilitan, las redes sociales introducen también el temor a la pérdida total de la intimidad y un cuestionamiento de la propia identidad y el futuro de las relaciones humanas. Diversos artistas han reflexionado sobre las redes sociales en proyectos de diferente índole, a continuación presentamos una selección en orden cronológico:
Aram Bartholl – Are you Social?, 2007
En su trabajo, Aram Bartholl explora las relaciones entre lo real y lo virtual, introduciendo elementos de los mundos virtuales en la realidad cotidiana para plantear encuentros fortuitos y una reflexión acerca de nuestra percepción de dichos entornos como espacios que, en cierta forma, habitamos. En este proyecto, Bartholl propone exponer públicamente la propia identidad en las redes sociales no por medio de un perfil en la pantalla, sino con una sencilla camiseta en la que se marcan los sitios en los que uno está inscrito. Bartholl también ha creado unos tatuajes en forma de corazón, en los que se puede añadir el nombre de usuario junto al logo de la red social a la que se pertenece.
Jens Wunderling – Default to Public, 2008
“Default to Public” es una serie de proyectos que giran en torno a la descontextualización de los mensajes de Twitter. Wunderling extrae en tiempo real los tweets de un usuario o los de una zona geográfica y los expone en diversas formas: un timbre para la entrada de una casa en la que se muestran los tweets del propietario, una máquina que imprime tweets en tiras de papel para ser distribuidas por la ciudad, o una proyección en un escaparate. La información difundida en Twitter se muestra así como realmente “pública”, expuesta en lugares públicos del mundo real.
Gordan Savicic – Web 2.0 Suicide Machine, 2009
Les Liens Invisibles – Seppukko, 2009
Dos proyectos con un mismo fin: facilitar al usuario su desconexión de las redes sociales, protagonizando un “suicidio” de su perfil en dichas redes, por medio de un programa que accede a la cuenta y elimina automáticamente a los amigos y seguidores para finalmente eliminar al propio usuario. En el proyecto de Savicic podemos ver un vídeo de presentación que critica la manera en que las redes sociales suprimen, en opinión del artista, las relaciones humanas con personas de nuestro entorno. Tanto Suicide Machine como Seppukko fueron objeto de amenazas legales por parte de Facebook. La empresa de Mark Zuckerberg logró finalmente que ambos proyectos dejasen de estar activos.
Les Liens Invisibles – Silence is Golden, 2009
El dúo formado por los artistas italianos Clemente Pestelli y Gionatan Quintini ha realizado una intervención perpetua en Twitter por medio de un script que elabora tweets sin texto. Este proyecto puede leerse como una crítica a la necesidad de comunicar la propia actividad de forma constante, un espacio de silencio en medio del ruido informativo que nos rodea.
Owen Mundy – Give Me My Data, 2010
Más que un proyecto artístico, en este caso de trata de un programa que permite recuperar los datos de Facebook para elaborar visualizaciones de los mismos. En opinión de Mundy, “la acelerada funcionalidad de la web 2.0 va a seguir complicando nuestras experiencias de las redes sociales durante mucho tiempo”. Este programa tiene por tanto la intención de inducir en el usuario una conciencia clara de la cantidad de información que suministra a la empresa estadounidense y cuestionarse cómo estos datos hablan de su propia identidad. La información puede ser obtenida de Facebook, pero no es eliminada de sus servidores.
Eva y Franco Mattes – No Fun, 2010
También conocidos como 0100101110101101.ORG, estos artistas italianos se cuentan entre los pioneros del net art y han centrado su trabajo en crear juegos de ficción y realidad por medio de la creación de sitios web falsos, campañas publicitarias ficticias o incluso obras de arte falsamente atribuidas a artistas famosos. En No Fun llevan a cabo una performance en el servicio de chat Chatroulette, que se basa en conectar de forma aleatoria a dos usuarios por medio de sus webcams. Los artistas simularon un suicidio y grabaron las reacciones de los usuarios al ver el supuesto cadáver. El vídeo ha sido censurado en YouTube.
Paolo Cirio y Alessandro Ludovico – Face to Facebook, 2011
Cirio consiguió extraer de Facebook un millón de fotos y datos básicos de los perfiles de usuario, que posteriormente fueron procesadas por medio de un programa de reconocimiento de rostros para establecer categorías (hombre/mujer, divertido, astuto, etc.), obteniendo unos 250.000 perfiles con los que crearon un falso sitio web de citas. El proyecto suscitó polémica por el uso de datos robados y la manera en que la intimidad de los usuarios era expuesta en otro contexto. Tras recibir amenazas legales por parte de Facebook, los artistas cerraron el sitio web de citas. Actualmente, exponen la documentación del proyecto.
Dave Griffiths, Aymeric Mansoux y Marloes de Valk – Naked on Pluto, 2011
Proyecto ganador del concurso VIDA 13.2, Naked on Pluto es un juego multijugador en el que el usuario debe recorrer un espacio ficticio mientras se enfrenta a la exposición de sus datos de Facebook a través de la intefaz del juego. El juego propone un recorrido basado exclusivamente en texto (como en los juegos de ordenador primitivos), en el que ejecuta una serie de comandos e interactúa con los robots que “habitan” el entorno virtual. Mientras recorre las salas de ElasticVersailles, un espacio de ocio, el jugador es bombardeado por los mensajes generados por los robots con datos de su perfil de Facebook y los nombres de sus amigos. El juego plantea una reflexión acerca de las redes sociales como espacios de ocio cuyo entresijos nunca vemos, y nos invita a preguntarnos sinceramente: “¿soy consciente de la cantidad de información que hay sobre mí en Internet?”.