Conversación con Carlos Salazar en torno a la discusión sobre lo político en el performance de Tania Bruguera y a su despliegue como dispositivo conductista.
[audio:https://esferapublica.org/carlosalazar.mp3]Se recomienda escuchar con audifonos
Conversación con Carlos Salazar en torno a la discusión sobre lo político y su despliegue como dispositivo conductista…
Conversación con Carlos Salazar en torno a la discusión sobre lo político en el performance de Tania Bruguera y a su despliegue como dispositivo conductista.
[audio:https://esferapublica.org/carlosalazar.mp3]Se recomienda escuchar con audifonos
2 comentarios
Texto leído por Tania Bruguera [1] durante la segunda sesión de Debates, el pasado marzo, a propósito de su proyecto Arte de Conducta. Publicado en la red por la página Debates
Arte de Conducta
Recuerdo que mientras estaba en Chicago estudiando mi maestría en performance respondía a quienes me preguntaban ¿a qué me dedicaba? ¿qué era un performance artist? Mis interlocutores, cuando no formaban parte del mundo del arte, de inmediato preguntaban alegremente si cantaba o bailaba, y en los mejores casos, en qué obras de teatro había participado. Con cierta pena por tener que desilusionarlos, les empezaba a explicar lo que realmente hacia y les ponía ciertos ejemplos. Aquel ejercicio me ayudo mucho a pensar en la inoperatividad del termino performance.
Comencé a buscar otra manera de nombrar lo que hacía, una forma diferente que, aunque no fuera precisa, por lo menos pudiera ser relacionada con un cierto tipo de espacio y actividad en la sociedad, que no fueran el entretenimiento ni el espectáculo.
El hecho de no poder ni pronunciar bien la palabra performance también me hizo pensar bastante en si quería hacer algo sobre lo cual no sentía un dominio absoluto, precisamente porque no me pertenecía culturalmente.
Por aquel tiempo estaba leyendo para una clase de antropología un texto de Foucault en el cual una y otra vez de manera casi excesiva, el autor introducía la palabra behavior como causa, explicación y demostración de eventos en relación con el poder.
Mi primer trabajo al graduarme del ISA (Instituto Superior de Arte) en el verano de 1992, fue en la fundación ecologista que estaba creando Tomas Sánchez, específicamente en su programa mas utópico -y que me parecía mas bello- que era el de tratar de transformar la vida de un grupo de personas a través del arte. Ese grupo de personas eran niños menores de edad con trastornos de la conducta en la Escuela de conducta de Guanabacoa [2] . En septiembre de ese mismo año Arturo Montoto, Jefe de Departamento de Pintura del ISA., me pide que vaya a dar clases en ese departamento. La intensidad de lo que experimente en los meses que estuve compartiendo estos dos mundo de manera simultanea, me hizo pensar incesantemente en lo separado y lejano que estaba el mundo del arte de la vida real, aun cuando lo tratara como tema, su inoperatividad para realmente transformar algo mas allá de su propio lenguaje, del pequeño mundo al cual accesaba y su privilegio.
La palabra conducta, que había visto hasta entonces en su acepción relacionada con los modales -dos veces en un espacio de 7 años de distancia- llegó a mi para redefinirse. La primera, como nombre de una escuela que realmente era una prisión suave, sin barrotes; la segunda como la manera de manifestación del poder. Al buscar su traducción vi que está asociada también con traslación, conducción, de un punto al otro.
Durante esa época me propuse unir ambos mundos. Mi primer intento fue tratar de hacer obras mas «realistas» como continuar de una forma mas radical el proyecto de Ana Mendieta y la creación de memoria de la posguerra, donde me proponía, entre otras cosas, la transformación de ciertos espacios en la sociedad a través del arte.
Desgraciadamente ese camino se frustró y comencé a hacer performance.
No reniego de esas obras pero si de su morfología, las veo solo como parte de un proceso de aprendizaje y des-aprendizaje.
El performance es ya una Academia con una tradición contra la que hay que trabajar.
Varios artistas han llegado a la misma conclusión: Klein con su karate, Tina Modotti con su lucha, Duchamp con su ajedrez, Beuys con su partido verde. ¿Qué le falta al arte? ¿Qué es lo que no es suficiente?
Las obras al entrar en un museo mueren porque mueren las posibilidades de lecturas, son lugares donde se imponen significados a través del poder de la institución, precisamente por haber dotado antes de significado a otras obras y haberlo podido sostener y legitimar. Y el arte se convierte en una cadena de soluciones a un lenguaje que opera dentro de su propio lenguaje, casi como una ciencia pero sin las posibilidades utilitarias.
El performance fue una alternativa al poner en crisis las estrategias de legitimación de la institución. Esa etapa ha terminado y ahora el performance representa en vez de presentar.
Hay muchos artistas en el mundo haciendo arte de conducta desde mucho tiempo atrás: Adrian Piper, David Hammons, Francis Alys, por solo nombrar algunos y de los más conocidos. Hay otros que han hecho algunas obras de conducta aunque esa no sea la dirección de su investigación artística.
Cada cierto tiempo regreso a las frases ontológicas en las cuales reza: todo puede ser arte y todos pueden ser artistas. ¿Es nombrarlo lo que lo diferencia? ¿Es la autoridad y legitimidad de quién lo define? ¿Es la actitud? ¿O es la conciencia del acto? Arte siempre se ha dicho que puede ser cualquier cosa aunque su connotación más usada es la de la habilidad técnica de hacer algo de manera insuperable.
El artista es un elemento de la sociedad conciente de las connotaciones simbólicas de los actos y los gestos, es un estudioso de los significados. El ser humano habla a través de su conducta, es el medio que tiene para expresarse y es un elemento de la sociedad conciente de las significaciones simbólicas y la trascendencia de sus actos. Ser artista es estar conciente de este proceso, de que la conducta es su medio expresivo y utilizarlo de manera insuperable. Y lo que se llama sensibilidad artística es estar abierto y pendiente de nuevas combinaciones de significados.
El poder trabaja con la metáfora, mientras que es en la conducta donde la sociedad hace su labor más ferviente de modelación de significados, es el campo de batallas a la vez que el medio por el cual se expresa y se dan los resultados de esa batalla.
Los lugares de indefiniciones son los mejores para el arte por sus posibilidades de libertad, y son a la vez los mas temidos por el poder precisamente por la dificultad de poderlos aprehender. Es por esto que todo se transforma en Academia, deviene en norma. La ventaja que le encuentro a la conducta como elemento de creación es su posibilidad de ser útil, su medio de documentación y su trascendencia:
El arte ha jugado con la posibilidad de ser útil cayendo en vacíos existenciales de sí mismo.
– La documentación, porque aun cuando el performance se ha valido del video y la fotografía, su elemento más importante que es la experiencia no es captado y se pierde. Esa manera de documentar es un proceso en el cual una experiencia se convierte en una imagen y utiliza recursos venidos del mundo del arte. Quizás una manera mas efectiva de documentar un performance (documentación como una guía de instrucciones) es rehacerlo. Hay dos opciones, la historicista que trataría de reconstruir exactamente la acción y que nos daría la perspectiva de una época, y la otra la de contemporarizar la obra al traducirla a las nuevas circunstancias y lugares de su exhibición. La conducta sin embargo, trabaja con la vivencia convertida en memoria, la tradición oral y el rumor. Lo que me atrajo para hacer performance fue la posibilidad de este medio de ser una vivencia que se documenta a través de la memoria.
– La trascendencia, porque la conducta se incorpora a la vida social de generación en generación sin perder los significados. Lo válido de esto es que mientras esa trascendencia trae consigo la pérdida de la referencia originaria (autoría), sin embargo no pierde su significado o mensaje, por el contrario, esta abierto a más y nuevos. Con las últimas megaexposiciones temáticas del impresionismo y el post-impresionismo, por citar alguna, la sociedad y el mundo del arte esta tratando de hacer esto, incorporar al mundo referencial cotidiano por ejemplo, una imagen de los girasoles de Van Gogh. La popularización de una obra de arte desde su posición como obra de arte, no puede dialogar solo imponerse desde su poder (que existe porque las personas que no estudian el arte creen no entenderlo y por esto se sienten en desventaja, y lo están) y su concepto de belleza que no es algo utilitario, o por lo menos así ha sido. La obra pierde las lecturas y se convierte en una imagen pura.
Es por esto que el cuerpo es un medio y no un fin y los limites que me interesa tratar no son los de mi medio sino los de la sociedad como ente vivo.
La ética es el cuerpo represor del arte a la vez que una de las cosas contra y con las cuales trabajar, porque es la manera en la que se concentran las conclusiones operativas de la sociedad que han sido creadas a través de la experiencia acumulada, pero es en su elemento reaccionario, cuando al tratar de sobrevivir reprime para no ser desestabilizado, es como un punto de sostén, de equilibrio de la sociedad y el conocimiento.
Ya desde el performance la estética no existe, creo que es uno de los grandes aportes que tuvo antes de canonizarse (momento en el cual comenzó precisamente a plantearse cánones estéticos mas establecidos), en performance es estético aquello que viene desde su operatividad, desde la coherencia y lo consecuente que se sea, eso es lo que se convierte en bello, eso es lo que se convierte en forma. Es una estética que parte de la ética no de las formas. Las formas en performance se establecen a partir de las acciones y la carga semántica que estas puedan tener. Las decisiones de los elementos que se van a utilizar, de las acciones y los lugares en los que se va a hacer están basadas no en lo bello que se puede ver, sino en lo efectivo que puede ser. El gesto que puede o por lo menos intenta.
Hubo muchas personas por ejemplo que me preguntaban por que en vez de comer tierra yo no comía chocolate granulado, es precisamente por esto, porque la belleza del performance no está en aparentar sino en su posibilidad de ser. El arte de conducta lleva esto a un nivel más agudo. Es una de las ventajas mayores que tiene sobre otros medios artísticos, es lo que le da la opción de ser más conceptual, precisamente por no estar tan sometido a la preocupación por la forma.
Otro elemento importante venido del performance es que trabaja con la vulnerabilidad, en este caso la vulnerabilidad vista como la información dada, el acceso a información que normalmente son protegidas. Por ejemplo, cuando una mujer esta desnuda es la información que sobre sí misma nos está dando y que no es usual tener lo que le otorga vulnerabilidad.
Si las palabras traen consigo un mundo de asociaciones, entonces si performance art se asocia con performing art, y por ende con el mundo del espectáculo, entonces prefiero hacer un arte que al llamarse de conducta se confunda con la sociedad y hasta con algunos movimientos de la psicología, son mejores compañías.
Si la conducta es un elemento del conocimiento que se convierte en una institución normativa que se encasilla a veces como un saber, entonces ¿Por qué no hacerlo un recurso metodológico? ¿Por qué no trabajarlo, no convertirlo en un método para trabajar el conocimiento?
Si el artista es autoconciencia entonces ¿Por qué no ser creadores de alarmas? ¿Por qué no dejar de representar para presentar? ¿En vez de meter otros mundos en el arte meter el arte en el mundo? Trabajar con el cuerpo, el impacto, la atención y la sociedad como entes vivos .
[1] La Habana, 1968. Graduada del Instituto Superior de Arte (ISA) en 1992. Ha realizad importantes exposiciones personales y colectivas dentro y fuera de Cuba. Su último proyecto Arte de Conducta, ha reunido a un variado grupo de jóvenes interesados en una visión otra sobre el arte
[2] Municipio de la Capital Cubana.
Claro! es que el arte es una gran pregunta inútil, ademas.