Santos: el arte como propaganda

El pasado presidente de Colombia era un mandatario de película pero no muy peliculero. Álvaro Uribe Vélez sabía poco o nada de cine. Cuando en el año 2007 tuvo que compartir escenario con la actriz Angelina Jolie, en un foro de beneficencia en Nueva York, el expresidente fue adiestrado por la embajadora de Colombia que lo puso al día, le mostró fotos de la estrella y le comentó que estaba casada con un tal Brad Pitt (tal vez ella le mostró escenas de Mr. & Mrs. Smith en que la pareja visita una Bogotá violenta, romántica y muy tropical).

Uribe admitió en público, o exageró, como magistral actor de la exageración que es, que la última película que había visto fue El llanero solitario, hace más de 40 años. Una confesión que podría ser contrastada por su esposa, Lina Moreno, que gustaba de volarse sola a cine. Incluso a veces, puesta en el rol de la primera dama, ella promocionó en la Casa de Nariño y en otros lugares lo que veía en cartelera: el periodista Hollman Morris cuenta de una proyección privada para detectives del Das en Medellín, en el año 2008, en que se les habría mostrado la película La vida de los otros, sobre los interrogatorios y chuzadas de la Policía Secreta de la Alemania Oriental a la oposición. Al final Lina Moreno se habría dirigido a los investigadores para impartirles con suavidad un mensaje cautelar humanitario, una moraleja que podrían poner en práctica con sus investigados.

El actual presidente de Colombia no es tan buen actor pero si es muy peliculero. Juan Manuel Santos ha viajado religiosamente durante los últimos tres años a Cartagena para servir de presentador inicial al remozado Festival de Cine. Sus tres discursos de apertura —2011, 2012 y 2013— han sido de antología, licencias poéticas en medio de los rifirrafes de la política. ¡Ah!, la cultura… refugio, salón de belleza de los solícitos políticos donde maquillan las fealdades que les causan los trajines de la vida pública. El Presidente Santos, como tantos otros, acudió a esta sala de estética y se inyectó el botox del arte para intentar mejorar su imagen caída.

En los dos primeros discursos, el Presidente Santos, además de mostrar que en este país todo realismo es mágico, que él es amigo de Carlos Fuentes y de Gabo, que tiene un autógrafo de Joan Collins y que compartió una pista de baile con Olivia Newton-John, dijo que Chaplin tiene una hija colombiana, y luego de reconocer que la paternidad de la Ley del Cine es suya, se dio a la tarea de usar los nombres de las películas colombianas para hacer una composición ingeniosa donde hiló los nombres de varias cintas para hacer la saga I y II de un filme patriótico:

I. (2011) “Para que no entierren cóndores todos los días. Para que ‘Rodrigo D’ sí tenga futuro, y la vendedora de rosas cambie de suerte. Para que el caracol no requiera de estrategias. Para que no sea más ‘tiempo de morir’, ni Karen llore en el bus, ni sigamos contando “todos tus muertos”, ni tengamos más “rosarios tijeras”, ni “vírgenes de sicarios”. Para que ILONA llegue –como siempre- con la lluvia, y MARÍA siga llena de gracia. Para que los niños de ‘Los colores de la montaña’ –la película colombiana triunfadora de San Sebastián- puedan recoger sus balones sin temor a las minas, sin miedo a la violencia…”

II. (2012) “A quienes insistan en la violencia –a los ‘Locos’– les diremos que ‘Saluden al diablo de nuestra parte’ pero que no sigan sembrando dolor en ‘El páramo’ ni en ningún rincón de nuestras ‘Postales colombianas’. Y pediremos a ‘el jefe’ y a ‘El escritor de telenovelas’ que nos regalen películas donde las ‘mamás se tomen la sopa’. Películas donde se escuchen las ‘Pequeñas voces’.”

En el discurso de este año el Presidente Santos usó las películas para hacer algo más que coplas tricolores. Dijo que había visto Lincoln acompañado de sus Ministros y otros miembros del gabinete: “¡Qué personaje tan interesante! ¡Cuántas lecciones políticas y morales deja la recreación de su momento histórico!”. Otro día invitó a sus subalternos a ver Argo, “la película de Ben Affleck sobre la trama que inventó la CIA para sacar a unos norteamericanos de Irán, durante la famosa crisis de los rehenes”.

El Presidente Santos dictaminó: “¡Qué buena película!”. Luego se la jugó por el cine-foro y pasó a hacer estudios comparados: “Pero después de verla me quedó una inquietud… Es cierto que el engaño de la CIA y el montaje de una película falsa son apasionantes, pero nadie me puede negar que la obra maestra de inteligencia que realizó el Ejército colombiano el 2 de julio del año 2008 con la Operación Jaque ¡Es mucho mejor! […] ¡Y todo indica —les tengo esa noticia— que Hollywood se está preparando para para [sic] contarla! Según hemos conocido de la oficina del productor Lorenzo Di Bonaventura —el mismo productor de “Transformers” y de “Efectos Secundarios”, la última obra de Steven Soderbergh—, el guión de una película basada en nuestra Operación Jaque ha sido valorado por Hollywood, y el estudio Warner Brothers está dispuesto a llevarlo a la pantalla grande. Así que preparémonos para una premier emocionante, preparémonos para una premier que nos llene de orgullo, en un tiempo más o menos cercano. ¡Y ojalá que sea —por supuesto— en el Festival de Cine de Cartagena!”

Al final de su intervención, el Presidente Santos aprovechó la presencia de un personaje célebre en el auditorio para inyectarle otra dosis extra de cinefilia a su discurso: “Paul Schrader, el gran guionista invitado a este festival, escribió una frase sencilla que resultó inolvidable porque Robert De Niro la inmortalizó con su magistral actuación en la película “Taxi Driver”. Esa frase, que todos los fanáticos del cine conocen de memoria —y que De Niro pronuncia en su slang (acento) neoyorquino— es: “You talkin’ to me? You talkin’ to me?”… (“¿Me habla a mí?”). Hoy queremos responderles a los productores de cine del mundo y también de nuestro país: Sí, les hablamos a ustedes. ¡Les hablamos para decirles que éste es el mejor momento para hacer cine en Colombia!”

El Presidente Santos fue convincente, tanto que otro actor invitado, el célebre Harvey Keitel, afirmó en una entrevista que “no se puede dejar el cine en manos de gente que sólo quiere ganar dinero, ni en manos de los políticos». Pero, ante el performance del histriónico mandatario, “confesó que le pareció extraordinario que el presidente Juan Manuel Santos haya inaugurado el Festival de Cine de Cartagena, pues demuestra un compromiso con el séptimo arte […] proyecta liderazgo y brinda apoyo a los realizadores. ‘Nunca he visto que un presidente asista a una inauguración’.”

Y sí, muy bueno que al Presidente Santos le guste tanto el cine, que haga el sacrificio de ir a Cartagena año tras año para inaugurar el festival (incluso prefirió irse a cine antes que asistir al Congreso Minero que tenía lugar en esa misma ciudad). Lo malo es la manera en que el político interpreta estas películas, como las dirige para sus propósitos, como las edita, como las critica, como las actúa, como evade todas las aristas difíciles que estas obras plantean porque lo único que su tijera deja y que su blower mental aguanta es lo que le da réditos a las acciones de su gobierno.

Santos parece incapaz de interpretar el arte sin ajustarlo a sus connotaciones ideológicas, convierte todo en propaganda: pasa de ser un espectador privilegiado, un actor o artista político que podría interpretar el arte y el poder, que usaría el cine para enseñar a ver y mostrar a otros la complejidad del acto de mirar, a ser un presidente politizado y politiquero.

Con Lincoln omitió la compra explícita de conciencias, la corrupción, los trucos sucios de clientelismo parlamentario que muestra la película. A Argo la comparó con la Operación Jaque, vio ambas operaciones como actos diáfanos de engaño cinematográfico, pero evitó mencionar algunas escenas desconocidas del peliculón militar que él y otros montaron, situaciones dudosas que no se han expuesto y que tal vez le restarían méritos a su honorable gestión y lo obligarían a compartir créditos con otros actores menos fotogénicos y con remuneraciones no tan santas.

Y tal vez el acto de edición que raya en el mayor delirio sea el de Taxi Driver. Ese personaje que invoca el Presidente Santos y que dice una y otra vez ante el espejo “You talkin’ to me? You talkin’ to me?”, lo dice en la película cargado de rabia y también de armas: a medida que ensaya su monologo prueba cómo le cae una pistola en su mano, lista y engatillada para cumplir con su plan de asesinar a un político. Al final de la película, el pistoloco termina matando a unos vendedores de droga y chulos que controlan a una prostituta impúber que lo tiene infatuado, y él, el antihéroe, se convierte por error, o por justicia poética, en un vengador anónimo, un héroe popular a pesar de sus intenciones homicidas.

Tal vez el Presidente Santos quiso decir algo más. El presidente mintió con la verdad, dijo de manera elegante, sutil y poderosa lo que su gobierno hace: negocia como lo hizo Lincoln y usa todo tipo de artimañas cinematográficas para alcanzar sus propósitos históricos. Incluso, tal vez Santos anda en la misma vena de Fernando Vallejo y ve a todos los colombianos como unos hijueputas que piensan que basta con ponerse bravos para tener la razón y, si el careo malhumorado no basta, saldan toda discusión con un balazo: “¿Me habla a mí?, ¿Me habla a mí?….”

Pero no sé, el Presidente Santos no cuadra con ese tipo de director de cine, las películas que él produce, dirige, edita y actúa, son esas que pretenden quedar bien con todo el mundo, viven de la ilusión empalagosa de un “final feliz”, y así está bien, nos entretiene, pasamos un buen rato, no importa si dura una o dos horas, o cuatro u ocho años.

El Presidente Santos dijo de forma categórica en un aparte que “el cine es el cine y la Historia es la Historia”. Pero la realidad de sus palabras muestra que tal vez está confundido: es posible que éste político, como tantos otros, no haga historia pero sí cine. Veremos a quién escogen en Hollywood para que lo represente en la megaproducción de Operación Jaque. Se oyen apuestas.

 

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P.D. Este mismo artículo pero con fútbol > Santos: goles, balas, culos y tetas