SALON GLOBAL (salon reloaded)
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El director de la bienal veneciana de 2007 trata de reinventar la cita artística más importante del mundo. Robert Storr reunió este mes a un grupo de historiadores, sociólogos y filósofos en torno al tema de Modernidad múltiple y salón global. En esta entrevista, el pintor, profesor y crítico habla sobre la función que deben cumplir las bienales entre el público y en el propio creador.
Robert Storr (Portland Maine, Estados Unidos, 1949) es pintor, profesor, crítico y curador de la bienal de Venecia de 2007, cargo para el que ha sido nombrado con tres años de antelación, un hecho sin precedente, gracias a una estructura de bienal más flexible que combina la aportación pública y privada. Ha comisariado las retrospectivas de Elizabeth Murray (ahora en el MOMA), Gerhard Richter, Robert Ryman y Philip Guston. Cuando se le pregunta qué valora y conoce más de España, responde que «el Instituto Valenciano de Arte Moderno y el trabajo de Kosme de Barañano».
La entrevista tiene lugar en el marco del simposio Modernidad múltiple y salón global, el pasado mes de diciembre, en Venecia. Allí, Storr reunió a historiadores, críticos, filósofos, sociólogos y artistas de todo el mundo con el objetivo de debatir y lanzar ideas en una suerte de aggiornamento de la biennale. ¿Un punto de inflexión? «Son 110 años de historia. Ahora es necesario mirar atrás, pensar en la mejor forma de adaptarse a las circunstancias emergentes, replantear la estructura de pabellones nacionales en relación a un contexto en el cual este modelo de bienal ha sido asimilado por un centenar de ciudades y países, ver el impacto que este acontecimiento tiene en el público local e intentar conquistar otras audiencias. No existe una realidad artística única, sino un número infinito de redes y muchas historias interconectadas. Todavía no sabemos si el fenómeno de las bienales tiene un efecto positivo en el trabajo del artista», afirma.
PREGUNTA. Ha definido la biennale como una nave transoceánica que, a pesar de su envergadura, puede ser flexible, una especie de Queen Mary que necesita ser dirigida de forma «elegante» por su capitán. Recuerde que el Titanic se hundió…
RESPUESTA. La diferencia es que el Titanic se hundió repentinamente, en su inicio. Pero no nos engañemos, también podemos encontrarnos un gran iceberg.En este tipo de instituciones tan grandes, hay que ser muy cauto, hay grandes riesgos y peligros que debemos conocer. Gramsci hablaba del pesimismo del intelecto y del optimismo de la voluntad. Él solía decir que es preferible apoyarse en algo degradado, pero vivamente sentido, que sobre insignes instituciones.
P. Su biennale será un salón global…
R. Utilizo el término «salón» como un lugar común, en relación con la cultura artística francesa. Asocio los conceptos de «global» y «salón» para crear una imagen de naturaleza problemática que puede abrirse a escenas diversas. Hasta ahora el salón se había interpretado de una manera negativa, ero hay que recordar que antes se usaba como modo de dar a conocer el arte del momento a un público lo más amplio posible respecto a una situación de élite. Debemos pensar globalmente desde un contexto local. Vivimos en un mundo policéntrico. Venecia debe aprender de otras bienales, repensar y reinterpretar otras formas alternativas.
P. Usted ha dicho que el gran problema del mundo del arte es la crítica. R. Hay un uso y un abuso de la crítica, y está muy por debajo del nivel de inteligencia de la audiencia. Existe a veces la impresión de que los críticos no se hablan o compiten entre ellos. Lo importante es que quien tiene familiaridad y acceso en el espacio de la crítica ha de tener la obligación de explicarlo al público en general de la manera más clara.
P. El año de Venecia es también el de Documenta y Münster. ¿Le motiva más esa coincidencia?
R. Yo siempre soy ambicioso, no me hace falta la competencia para motivarme.El mundo del arte es hoy muy amplio y complejo, es bueno que haya muestras de naturaleza muy diferente, además el público tendrá oportunidad de ver trabajos de gran calidad.
Entrevista Angela Molina