Hace un buen tiempo se publicó en este red un artículo* que con el sugestivo título de «amo a los artistas etc» revisaba la institución «artista». Proponía de manera escueta una suerte de redefinición en la que tanto la institución «artista», como la de «curador», «crítico», «gestor» y, en este caso, «docente» se mezclaban entre sí.
Traigo de nuevo este texto de Basbaum para cruzarlo con dos problemas. El primero, que efectivamente la exposición de Miguel Huertas está, como lo señala Federico Casas, puesta en un «pedestal de misterio» por los textos de que han tratado de abordarla. «Ambitos» es un proyecto de una artista-docente-investigador que seguramente se sostenía muy bien en el papel, y no lo hace tan bien en el espacio físico del Planetario.
El recurso de no utilizar la luz electrica y dibujar sobre paredes y rincones es un buen argumento: La sola intervención sobre las paredes, el obligar al observador a habitar el espacio y el dibujar en sobre algunos puntos del espacio de la galería, constituían de por sí un gesto claro e inédito. Ahí tenemos una decisión que no necesitaba para nada el que luego se colgaran algunos dibujos enmarcados del artista. Se entiende que hace rato que Huertas no mostraba su trabajo, pero ¿era necesario exponerlos en este momento y en ese espacio? ¿hacen parte de la «justificación» del proyecto?
Con el gesto de la luz y los dibujos sobre la pared, altera completamente la percepción del lugar. Con los dibujos y las fotos enmarcadas re-presenta el lugar, retorna al observador el espacio convencional de exposición.
Gabriel E. Merchán
anexo >
* «Estar consciente de esta distinción de vocabulario:
(1) Cuando un curador es un curador de tiempo completo, podríamos llamarlo «curador-curador»; cuando el curador cuestiona la naturaleza y función de su rol, podríamos escribir «curador-etc» (por lo tanto podemos imaginar varias categorías: curador-escritor, curador-director, curador-productor, curador-agente, curador-ingeniero, curador-doctor, etc.)
2) Cuando un artista es un artista de tiempo completo, podríamos llamarlo «artista-artista»; cuando el artista cuestiona la naturaleza y función de su rol, podríamos escribir «artista-etc.» (por lo tanto, podemos imaginar varias categorías: artista-curador, artista-escritor, artista-activista, artista-productor, artista-agente, artista-teórico, artista-terapeuta, artista-docente, artista-químico, etc.)
Lo enunciado arriba presupone que un «curador-curador» (o incluso un «artista-curador») trabaja de manera diferente que un «curador-artista.» Es a partir de este punto que me gustaría comentar sobre la cuestión planteada: «La próxima Documenta debería ser curada por un artista.»
Ricardo Basbaum
2 comentarios
“El traje nuevo del Emperador” por Hans Christian Andersen
[fragmento]
[…]
-¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo!
Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz en su cargo o por estúpido. Ningún traje del Monarca había tenido tanto éxito como aquél.
-¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un niño.
-¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! -dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.
-¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada!
-¡Pero si no lleva nada! -gritó, al fin, el pueblo entero.
Aquello inquietó al Emperador, pues barruntaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola.
FIN
Leer ojotravieso
23 de abril de 1999:
Retransmito la respuesta de Jonás Ballenero, de OJOTRAVIESO, respecto a la exposición »El traje nuevo del Emperador«. Me parece interesante el lapsus de Ballenero (no me aparto de las connotaciones que tiene la palabra »mágico« en nuestro país). Si el traje hubiera sido mágico, el cuento no tendría sentido (aunque falta todavía por evidenciar de qué manera los »mágicos« transmutaron – vía el mercado del arte en Colombia – la pintura en oro.
José Roca
Jonás Ballenero: Respuesta a la respuesta
Agradecimientos: Quiero también agradecer a los señores José Roca y Lucas Ospina por haberse tomado la molestia de responder al artículo sobre la exposición »El traje mágico del Emperador«. Sin embargo debo anotar algunas dudas que me quedan de sus comentarios. También quisiera ofrecer disculpas por la tardanza de esta respuesta, pero diferentes ocupaciones personales y laborales me han impedido ser más oportuno. Antes que nada vale la pena aclarar que similares reflexiones sobre la crítica de arte, sobre todo en Colombia, (»mucha de la crítica de arte que se hace hoy en día pretende, cándidamente, mostrarnos que el Emperador está desnudo, cuando en realidad la ficción que plantea el cuento se hace real en ella: o es inepta, o no es digna de su cargo«. José Roca) y es esto lo que da nacimiento a OJOTRAVIESO. Por eso cuando en OJOTRAVIESO se hace crítica, criticamos, no complacemos. Estamos lejos de pretender ser superhéroes. No tenemos ni la invulnerabilidad de Supermán, ni el presupuesto y la tecnología de Batman. Y mi nombre, así parezca inverosímil, es Jonás Ballenero.
La primera duda cuándo estamos frente a una exposición como la citada, donde participan artistas es: ¿lo que vemos es arte o no?. Entiendo que las artes se desarrollan por los caminos más insospechados e inverosímiles, que las producciones artísticas más valiosas son las más polémicas. Pero al mismo tiempo estas propuestas tienen una consistencia y un peso indiscutible. Eso es lo que las hace prevalecer. Estoy muy de acuerdo cuando José Roca dice: »Una de ellas es, en concepto de muchos, el arte contemporáneo, el cual es atacado por no corresponder a las expectativas generadas por lo que comúnmente se considera ‘arte’. Es decir, que se aplica un sistema crítico que no corresponde a la lógica de lo que se critica. Es como si se criticara la poesía actual por su falta de rima, o a la música atonal porque las armonías no corresponden.« Sin embargo esto no invalida la posibilidad de aplicar otros sistemas críticos, que correspondan a las obras que se valoran, también como propuestas en el ámbito del arte. Es más, me atrevería a decir que solo pueden valorarse o evaluarse o criticarse las obras desde ellas mismas, que es lo que pretendo, no solo con las obras expuestas, sino con la exposición en general. Cabe anotar que en el escrito no hago referencia ni a lo bello, ni a lo sublime ni a ningún otro concepto »tradicional«. Me refiero en primer lugar a la calidad de los objetos en cuanto a su ejecución (lo que sí me parece inobjetable es que cuando alguien se atreve a exponer, debe al menos cuidar la presentación adecuada de su trabajo y la calidad técnica del mismo) y luego a la pobreza conceptual de las propuestas. En esto creo estar de acuerdo con J. Roca cuando dice: »( y en ese sentido considero que muchas de las propuestas de la exposición caen en lo literal, pero por una mínima ética no podría escribir una nota crítica sobre un evento en el cual soy participante)«. Me parece loable el esfuerzo de Lucas Ospina para evitar curar una exposición. En su lugar la organiza. Ahora bien ¿con qué criterios la organizó? ¿Cómo realizó las invitaciones a los participantes? Cabe anotar que hay unas pautas para el montaje: »Si, lo admito, aquí faltó exagerar. El montaje quedó a medias, se quería más caos. Se quería el desorden de un almacén de tapetes persas, se quería que las obras interfirieran unas con otras; un lugar donde esa pasión puritana por el montaje minimalista, en el que cada obra queda aislada en una órbita solitaria de diez metros, se viera menguada por un caos más cercano al de los buses de la carrera décima que al del paseo (todavía imaginario) de los metrobuses por la carrera quince. Pero, por falta de tiempo, por improvisar, por caos, el caos no estuvo tan caótico.« (L. Ospina). Creo que ni José Roca, ni Lucas Ospina han entendido bien mi comentario. No estoy en contra de este tipo de propuesta. Pienso que sin ellas sería muy aburrido el arte. Lo que considero, y se evidencia en lo escrito por Ospina, es que todo se quedó en la mitad. Que se quiso hacer algo y no se llegó al extremo. Razones y justificaciones… habrán muchas. Suerte a la próxima.
UN SALUDO MUY GRANDE
Jonás Ballenero
Ojotravieso@hotmail.com