En el blog de crítica Arte-nuevo, se dió en días pasados una interesante y brevísima discusión entre su editor -Miguel López- y Dimo García, quien le reclama por lo que él interpreta como una politización -en el sentido convencional- de la educación, Miguel López responde al más puro estilo de Jacques Ranciere. Adjunto a continuación la discusión, que en Esfera Pública se ha dado en años pasados:
A propósito de mi post anterior (para leerlo pulse aquí) en torno a la publicación de Nelly Richard, Dimo Java-Lee García me hizo ayer un comentario en torno a por qué hablaba de politizar la educación o las prácticas visuales. Aprovecho la situación para colgar su comentario y mi respuesta (en el primer link pueden ver el contexto completo y un reciente comentario de Dimo). Vuelvo a publicar esto porque creo que mi respuesta puede contextualizar mejor algunas de mis apuestas políticas personales y los sentidos críticos que articulan también el contenido de este blog.
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Dimo Java-Lee Garcia:
Hola Miguel, no deja de sorprenderme la gran cantidad de información actual que publicas sobre la producción de pensamiento crítico, he leído algunos textos de Ticio Escobar, me comunique con él alguna vez pienso que es una persona con un trabajo serio.
De otra parte no estoy de acuerdo con el cuento de que se deba politizar la educación artística, eso solo produce sectarismos y pensamiento poco objetivo en la investigación académica. Mientras tu buscas la politización critica otros buscamos lo contrario, precisamente cuando la atmosfera del academicismo neoconceptual a viciado las posibilidades de un nuevo pensamiento pictórico.
Hace poco hablaba con un crítico que se rasgaba las vestiduras llamando atrocidad el hecho de que yo considerara que el arte no tenía que ver con rupturas. Hay producción para todos los gustos, lo mejor es que esto lo dirija el mercado intelectual, o sea la calidad.
Miguel López:
Hola Dimo, gracias por escribir. Entiendo muy bien lo que dices pero creo que malentiendes totalmente mi posición. Cuando yo hablo de política no estoy hablando en ningún caso de ‘arte conceptual’, ni de ‘neoconceptualismo’, ni nada de eso, ni siquiera hablo de una forma artística (que en el fondo muy poco me importa).
Yo hablo de política como el ejercicio del disenso, como la posibilidad de impugnar el orden en el cual nuestros cuerpos han sido asignados. Hablo de política como la posibilidad de imaginar otro estado de las cosas, otros modos de construir lo real. Hablo de política como la necesidad de reestablecer el lugar de la diferencia, como el ejercicio de repensar la distribución de los sujetos y de sus representaciones.
Cuando hablo de politizar la educación no estoy hablando de gramáticas (ni de conceptual, ni de neoconceptual, ni de cubismo, ni de surrealismo ni nada que tenga que ver con anodinas etiquetas que me importan demasiado poco). Yo hablo de politizar la educación en el sentido de que la educación debe servir para construir un sujeto ético y político, es decir, un sujeto con capacidad crítica que le permita reñir con los acuerdos de lo común y redefinir constantemente su lugar en esa estructura. Es decir, un sujeto que se entienda como una persona capaz de incidir en la esfera pública.
Hablo de repolitizar la educación como una manera de responder a estos modelos pedagógicos neoliberales que adormecen y anestesian la capacidad de pensamiento, con modelos de mercado y falsas progresiones de éxito.
Creo que es un error confundir lo que yo llamo política con ‘arte conceptual’ o epítetos similares. De hecho de un tiempo a esta parte el arte conceptual es una de las formas de producción visual más despolitizadas que pueden existir. A mi me importan poco las formas, lo que me interesa es lo que eso -sea lo que sea- es capaz de hacer en el presente, qué efectos queremos imprimirle a nuestros actos y palabras. Mi pelea no es por el arte, es por la vida, y si me permito trabajar en la estética es porque considero que hay allí un campo desde donde aún se hace posible redefinir radicalmente los modos de imaginar la realidad.
Yo no busco la ‘politización crítica’, porque la crítica es en sí misma política. Es esa relación diferencial con el ‘orden’ lo que define la crítica, ese tomar distancia de las cosas para reintroducir formas nuevas de disociación de lo que se creía ya naturalmente dado.
No puedo no apostar por una educación política porque eso implicaría dejar de creer en la educación como un espacio desde donde intervenir y transformar el presente. No puedo no querer politizar las prácticas estéticas porque ello implicaría ignorar el lugar que la propia estética (los modos de visibilidad y las formas de representación de los sujetos) cumple en la estructura del orden dominante. Y no puedo dejar de pensar en política asociada al arte porque ello significaría ignorar el rol que la imagen cumple en el momento actual.
Creo que estamos en posiciones muy distintas, pero mi idea de política no tiene nada que ver con gramáticas o formalismos. Y creo en la dimensión política del arte porque creo en qué éste tiene aún un papel público importante que debemos continuamente redefinir.
(enviado a esferapública por Carlos Alberto Vergara)
1 comentario
Comenzamos mal el año recordando conceptos revaluados como ese «Hay producción para todos los gustos, lo mejor es que esto lo dirija el mercado intelectual, o sea la calidad», nunca se me había ocurrido pensar que lo intelectual tuviera que ver con la calidad, es decir con lo técnico. No conozco a Dimo Garcia pero se metio donde no cabía.Quiero recordarles lo que dijo «no estoy de acuerdo con el cuento de que se deba politizar la educación artística, eso solo produce sectarismos y pensamiento poco objetivo en la investigación académica. Mientras tu buscas la politización critica otros buscamos lo contrario» No se quienes será los otros y sería bueno que el señor Garcia nos informara, personalmente creí que esa era una especie en via de extinción.