APROPIACION

Hasta hace pocos años la obra de arte tenia unos límites claros y definidos: primero que todo era dueña de un estilo, de unas carácteristicas y de una estructura que le eran propias, la identificaban y diferenciaban de las demás, dandole un lugar en el mundo del arte. Tambien hacia parte de una tendencia, de un conjunto de planteamientos cuyas lógicas, se pensaba, evolucionaban linealmente.

El arte contemporáneo va más allá de estas lógicas mediante recursos diversos: a la destitución del autor se llega por la apropiación, la suplantación y el simulacro; a la superación de la tendencia, por recursos como la memoria, la semántica, la construcción, el desplazamiento, la serialidad, la taxinomia..., es decir, una estratégia de producción artística dictada por el proceso inherente a cada obra y no por un marco de referencia que la precede.

Cuando se dice que una obra es original se piensa generalmente en dos cosas: la primera, que se trata de una obra que por su carácter innovador, su rareza o su complejidad puede considerarse algo fuera de lo común y, por lo tanto, original. La segunda, como lo opuesto a copia, es decir, la versión verdadera, la que es el origen de otras versiones, variaciones y copias.

A mediados de los años ochenta la artista norteamericana Sherie Levine presenta como su trabajo una serie copias de la obra de artistas como Piet Mondrian, Kasimir Malevitch, Marcel Duchamp y Fernand Legér. Aunque con anterioridad artistas como Tom Wesselmann realizaban operaciones similares (incluyó la copia de una obra de Mondrian en una de sus pinturas), Levine propone abiertamente como su obra la obra de otro artista, operación en la que se relativizan con un acto de apropiación nociones fundamentales como verdad, original, autoría, estilo y desplazamiento.