“Sorprende que en medio de la fragmentación que se apodera del arte nacional surja una obra abarcante, de visión unitaria, de aspecto holístico. De manera alegórica, la obra alude a la victoria del ángel sobre Jacob, como una manera de ejercer, en forma simbólica, su veto a las fuerzas oscuras que han arrasado la paz en los últimos tiempos. Encierra posibilidades múltiples. Una que en términos de superficie guarda la ilusión a través de lo corrosivo y otra que, por medio de formas, abre y cierra espacios, limita y proyecta líneas, amplia y restringe distancias. Reta y al mismo tiempo se acoge a la gravedad, como si el peso nos reafirmara la vida y nos atara a sus circunstancias”.