Querido Francois:
Tu refulgente talla me obliga a escribir. No, en serio.
Tal vez el asombro y la alegría familiar ante un recorte de periódico bastante extenso aparecido en El Tiempo haya suscitado en ambientes más oscuros, quién lo creyera, la reacción de la posible muerte de mi arte. Y en aras de la verdad, pido de paso, que el texto en cuestión sea leído en toda su extensión ya que el texto remitido a Esfera Pública por la Srta. Franco y el Señor Merchán no es el texto completo que yo pude leer en El Tiempo este lunes.
Bueno, pero volviendo al tema, Francois, acaso no te enseñé y no recuerdo si en clase de Taller Interdisciplinario o de Pintura o de Dibujo, que el arte es precisamente, la fuerza de la vida inorgánica y que esta no muere. Sólo los organismos mueren. Sí, nosotros, tu y yo y no la vida.
Y aclaro, y de golpe encontrándome muy cerca de Odradek: no me interesan los elementos que son visibles o perceptibles tales como cosas u objetos. Debemos abrir las cosas! le repetí a El Tiempo varias veces. Y abrir el paso a visibilidades, lejos del mundo de Kafka y de Bucher, donde no hay formas de objetos, ni tampoco formas que vemos bajo la luz, sino más bien formas de “luminosidad” y que permiten que una cosa u objeto exista sólo como un destello, centelleo o brillo.
Y eso es arte. No olvido. Olvido de paso, es una palabra demasiado “literaturezca”.
(Debe ser con “s” pero no me gusta). Pura Picaresca.
Un abrazo,
Danilo
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