El museo de Arte de la Universidad Nacional desde hace unos tres años, ha venido perfilándose como un museo de gran importancia dentro del panorama artístico local y continental gracias a sus exposiciones de gran impacto como Distopía, La memoria del Otro y Actos del Habla. Pero al mismo tiempo, esta institución que está al origen del Museo de Arte Moderno de Bogotá en la década de los sesenta, ha sufrido unos cambios de dirección bastante bruscos, que han llevado a realizar afirmaciones como la de la artista Doris Salcedo, quien hace poco, por un medio de prensa de circulación nacional, celebró la llegada de la Directora del Museo María Belén Saez de Ibarra. Hemos realizado una entrevista, al reciente director destituido de su cargo; el tercero después de William López y Santiago Rueda Fajardo destituidos rápidamente sin lograr realizar un plan para el museo. Quizá así podamos entender qué está sucediendo en el Museo de Arte de la Universidad Nacional una institución que cumple en estos días cuarenta años.
Orlando Cárdenas*: ¿Por qué razón dejó la Dirección del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia?
Ricardo Arcos-Palma: Debo aclarar antes de responder a su pregunta, que el cargo de la Dirección del Museo de Arte es de libre remoción. Ante todo soy docente de la universidad y se me había acordado una comisión administrativa por parte de la Rectoría para asumir la dirección del Museo de Arte luego de la destitución de Santiago Rueda Fajardo. Tal comisión llegó a su fin, como sucede con las todos los cargos administrativos de la universidad, cuando son los docentes que los asumen.
O.C: ¿Eso quiere decir que no hubo presiones de ningún orden para dejar su cargo?
R. A-P: Mire. El mundo de la cultura es un mundo complejo así como el de la política. Yo he insistido en varias ocasiones que la relación arte y política no es una simple especulación teórica. Las leyes políticas que afectan el mundo de la educación, (elaboradas en nuestro país por un Congreso de la República de dudosa reputación) afectan también el mundo del arte y la cultura como las leyes del mercado afectan los lugares de visibilidad y circulación del arte. Un museo universitario -lo pudimos comprobar hace un par de semanas en un encuentro de Museos Universitarios de Arte Latinoamericanos realizado en Santiago de Chile-, está en vías de desaparición, sino tiene políticas claras frente a la presión comercial que ejercen los megacentros culturales y las galerías de arte. Esto es similar a lo sucedido a las pequeñas salas de cine arte, que fueron digeridas por completo por los multiplex donde uno va a ver películas mientras consume papas fritas, chitos y gaseosas. ¿Arte y espectáculo? No lo sé y, quisiera pensar que no será así; pero sí sé que asistimos a una emergencia del arte, producto de la industria cultural. donde los intereses gremiales permeados por claros intereses económicos marcan la pauta. Ya los teóricos de la Escuela de Frankfurt nos habían anunciado sobre este fenómeno a comienzos del siglo XX y hoy eso, más que nunca, es una realidad.
En este sentido, toda postura estrictamente académica, despojada de intereses comerciales, sobre todo en una sociedad capitalista como la nuestra, queda marginada. De otra parte, es cada vez más raro que un humanista formado en el campo de las artes, asuma cargos directivos al interior de una universidad. Le voy a dar dos excepciones: uno es el Vicerrector de la Universidad de la Soborna, Jean Da Silva, quien es artista, y el otro ejemplo es el recién nombrado Vicerrector de la Universidad Distrital Ricardo Lambuley, quien es músico. Ambos casos son “realmente revolucionarios”, por utilizar la expresión del Rector de la Universidad Distrital Carlos Ossa. Ambos casos van en contravía del mundo tecnocrático que rigen nuestras universidades públicas y por supuesto esto tiene una claras consecuencias en el ámbito educativo.
O.C: Su paso por la Dirección del Museo de Arte no fue muy significativo, al menos eso se rumoraba en el mundo del arte local. ¿Qué nos puede decir al respecto?
R.A-P: Menos mal eso solamente fue en el ámbito local (Risas). Bueno le voy a contar una anécdota que me sucedió hace muy poco y que es bastante diciente. Hace un par de semanas estaba en Santiago de Chile en un vernissage y me encuentro con Ana Collins y Ana María Guasch y al verme me saludan y se dicen entre ellas: “Es el director del Museo de Belén…” Y bueno las recientes declaraciones de Doris Salcedo en la prensa son muy dicientes al respecto. Las instituciones culturales en nuestro país, terminan teniendo nombres propios…el museo de Gloria, el Museo de Marta, la Sala de exposiciones de Beatriz, es decir todo una matrimonio frente al patrimonio… Todo comentario adicional sobra.
O.C: Pero, ¿Cómo es eso que siendo usted un director no tenga tal visibilidad?
R.A-P: Bueno no hay que exagerar. Pese a la no claridad administrativa de parte de la universidad frente a la utilización de recursos que tienden a una dependencia absoluta administrativa y financiera del Museo a la Dirección Nacional de Divulgación Cultural, la dirección del museo no podía emprender una sola acción de gran envergadura, por la sencilla razón que si no hay plata, pues no se puede hacer nada. Por ejemplo para comprar un cartucho de tinta de impresora necesitábamos del aval de la Directora de Divulgación Cultural. Las exposiciones que logré organizar no tuvieron un real apoyo económico y los dineros destinados al museo por parte de Vicerrectoría de Sede, nunca los pude ejecutar pues no llegaban al museo.
O.C: ¿Su cargo entonces fue nominativo?
R.A-P: Digamos más bien, nobiliario y cancilleresco (risas). No mentiras. Fui a representar al museo a encuentros internacionales en Francia, Portugal y Chile, consolidé la escuela de guías, aseguré la colección patrimonial Pizano y amplié las actividades de formación de públicos con el espacio Miércoles de Museo y los talleres de arte. Logré organizar algunas exposiciones sin un solo peso, como Fototopías de Marcelo Mejía y Ana Adarve, Río Abajo de Erika Diettes, Anticipación / Supervisión de Juan Camilo Arango, Corpus Eroticus, Mimetizarte de Germán Arrubla y Revelaciones de José Orlando Salgado, insistiendo en el papel de hacer visible nuevos nombres, como en sus inicios lo hizo el Museo, donde figuras jóvenes en la década de los sesentas como Álvaro Barrios, Bernardo Salcedo, Antonio Caro y Beatriz Gonzales, Burzstyn, Obregón, Botero y Cárdenas entre otros, fueron impulsados desde el museo. Logré plantear exposiciones con Valerio Adami figura de gran trayectoria internacional, una de fotografía contemporánea latinoamericana, otra de Carlos Trilnick y una de José Alejandro Restrepo; de otra parte pensé que el Museo hasta ahora no tenía un plan curatorial trazado, por lo que invité a Nicolás Bourriaud, a diseñar una exposición para el museo. En este caso de respetarse este plan, Bourriaud sería el primer curador de proyección internacional realmente importante que intervenga en el Museo. Lo que ha sucedido hasta ahora en los últimos tres años (sin menospreciar el trabajo realizado hasta ahora) es tan sólo un terreno de experimentación de curadores sin una real trayectoria. Y ahí me incluyo por supuesto.
O.C: ¿Es decir que usted desarrolló su actividad directiva sin apoyo institucional?
R.A-P: Usted lo ha dicho. Solamente el Rey Midas hubiese hecho algo ejemplar en semejantes condiciones de trabajo.
O.C: ¿Qué le espera ahora después de su renuncia?
R.A-P: El escarnio público (risas). No mentira. Ante todo soy un académico. Seguiré con mi labor profesoral, investigativa y crítica con la cual estoy comprometido y por supuesto reflexionando sobre la relación arte y política que me interesa en este momento enormemente. Al menos esta experiencia administrativa me dio luces al respecto.
Entrevista realizada en Bogotá, el 13 de mayo del 2010 en la cafetería del Auditorio León de Greiff de la Ciudad Universitaria.
*Master en estudios cuturales.