«Proponemos un salón que piense la región desde la experiencia»
«La condición de estar aquí» quiere aprovechar la plataforma del 16SRA para propiciar espacios donde los artistas, en colaboración con las comunidades, exterioricen lo que significa vivir o estar en ciertos lugares que se inscriben en la que consideramos “nuestra región”. Proponiendo así un salón que piense la región desde la experiencia y la cuente en los términos próximos y subjetivos del aquí, donde se explore la condición humana al fondo de las medidas que usamos para determinar el mundo, construyendo un relato que tenga en cuenta lo tangible, ya sea móvil o anclado a la tierra, así como lo intangible de las relaciones, colaboraciones e intercambios de los hombres entre sí y con la naturaleza..
Continuamos con las entrevistas en torno a los Salones de Artistas. En esta cuarta entrega los invitados son Daniela Argüelles, Andres Felipe Gallo y Beatriz Amelia Mejía, equipo curatorial de 16 Salón Regional de Artistas de la Zona Centro Occidente, que lleva el nombre de La Condición de estar aquí.
El panorama de los salones regionales ha cambiado bastante en los últimos años. Del modelo que buscaba destacar lo más relevante de la producción artística de una región, se ha ido instaurando un tipo de investigación que profundiza sobre propuestas específicas, problemas conceptuales y temas que no están necesariamente ligados a nociones de lo que representa el arte de una región. En el caso del proyecto curatorial de «La Condición de estar aquí» ¿cómo se sitúa en relación con este tipo de tensión entre un arte que nos hable de la región y unas prácticas artísticas que se articulan a partir de un problema curatorial?
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En principio querríamos decir que esta propuesta curatorial no parte de un tema o pregunta específica desligada de la producción artística y las condiciones geográficas y socio políticas de la región, sino que por el contrario se trata de una idea que surge y ha crecido al colaborar con ellas. En este caso el problema conceptual está estrechamente ligado al territorio – en el que advertimos una especie de reclamo de atención por el que fuimos movilizados a una serie de lugares por sus nombres-, y a la potencia de las maneras de hacer de los artistas, con las que se relacionan con sus realidades y van configurando distintas formas de comunidad. Donde «lo relevante» no son una serie de obras específicas que se relacionan con algún marco teórico, sino las mismas preguntas que los artistas y las comunidades se están haciendo para movilizar sus prácticas y encontrarse. Con relación a esto, nuestro proyecto no reconoce en la investigación o marco curatorial una oposición o conductismo que nos aleje de hablar de la región en que vivimos, pero sí piensa y se desarrolla a partir de una condición: estar aquí, y juntos. Siendo genuinos con lo que somos, pero también con la variabilidad de la vida y la capacidad que cada uno tiene de cambio y encuentro, por las que podría convertirse en otro.
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Respecto al enunciado de la pregunta, cabe decir que cuestionar lo relevante es también algo importante y es valioso cuando ese cuestionamiento va más allá de un juicio de valor y se convierte en propuesta: cuando puede cambiar en cada ocasión revelando puntos de vista y ofreciendo condiciones para que cierto tipo de artistas participen; si esto sale bien, a largo plazo la multiplicidad de metodologías y marcos de sentido habrá visibilizado las diferentes formas de producción artística. Nos surge también la pregunta sobre qué podría ser «el arte de una región», aún más si esa cohesión que nos hace «región» no puede estar garantizada más allá de una delimitación físico-política de la tierra. Uno de los objetivos de este salón fue justamente ofrecer a los artistas una serie de condiciones para habitar lugares específicos de esta zona y como es natural, encontrarse con las personas que habitan esos lugares, en torno a los procedimientos que intervienen en la producción de una obra. En este sentido puede escucharse menos pretencioso cuando decimos que se trata de un salón que efectivamente está hablando del «arte de la región», en una acepción que la configura al mismo tiempo como tal, en su condición de experiencia y relación. En otros momentos las experiencias serán distintas y así también cambiará la región representada.
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«La condición de estar aquí» quiere aprovechar la plataforma del 16SRA para propiciar espacios donde los artistas, en colaboración con las comunidades, exterioricen lo que significa vivir o estar en ciertos lugares que se inscriben en la que consideramos “nuestra región”. Proponiendo así un salón que piense la región desde la experiencia y la cuente en los términos próximos y subjetivos del aquí, donde se explore la condición humana al fondo de las medidas que usamos para determinar el mundo, construyendo un relato que tenga en cuenta lo tangible, ya sea móvil o anclado a la tierra, así como lo intangible de las relaciones, colaboraciones e intercambios de los hombres entre sí y con la naturaleza..
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¿Cómo ha sido el proceso investigativo (exploraciones, residencias de los artistas, casos o prácticas que buscan destacar) que han venido trabajando y qué proponen en su proyecto curatorial?
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La tierra nos parece extensión infinita hasta que alguien la nombra o tenemos un mapa, y entonces ese nombrar, según sea su naturaleza, la delimita de modos particulares que para hacerse legibles requieren siempre de acuerdos y convenciones entre las personas; de ahí partió nuestro proyecto curatorial: de un mapa que hizo legible la naturaleza emotiva de una tierra nombrada por personas que la habitan con palabras como “la esperanza”. En su versión número 16, el salón de la zona Centro Occidente -que comprende los departamentos de Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda- invitó a los artistas y colectivos seleccionados a desarrollar periodos de residencia de 20 a 25 días en lugares específicos de la región -elegidos por su nombre y por una indagación previa de sus condiciones socio culturales-, orientados a la producción de obras y el trabajo colaborativo con la comunidad. Este es un aspecto fundamental que la idea revisa de la región, que es tierra habitada por hombres que le han dado medida, que se tiene o que se pierde, en la que se puede estar o de la que se es desplazado, siempre con implicaciones afectivas, sensibles… y entonces también estéticas y artísticas.
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Durante la convocatoria, teniendo en cuenta el número y la diversidad de portafolios recibidos, se sumaron metodologías a la configuración del salón, invitando una serie de artistas a participar del componente expositivo y de formación con obras ya realizadas o metodologías de trabajo comunitario en las que reconocimos una manera de relación con los espacios por los que transcurre la vida, con la capacidad de replegar al espectador a la experiencia del lugar en los términos de un “aquí”
Así, la etapa de investigación apuntóa la búsqueda y selección tanto de los artistas como de los lugares físicos y poblaciones, con el fin de proponer encuentros entre artistas, lugares, comunidades y lenguaje, que pudieran ser productivos. Se desarrollaron entonces dos momentos importantes: una convocatoria pública para los artistas de la región (en la que participaron 187 artistas y colectivos) y un viaje de investigación curatorial por los lugares señalados, revisando en cuáles la estancia de los artistas podría devenir algo provechoso y conformando posibles redes de apoyo que los recibieran (teniendo en cuenta que no era un tipo de residencia artística convencional en la que existe una infraestructura dada para la creación o el intercambio estético, sino que se daba por la hospitalidad de las personas en sus casas de familia, refugios, habitaciones alquiladas, etc)..Fue un intenso mes de viaje en el que visitamos cerca de 25 lugares, al principio con la ayuda de las rutas sugeridas por google maps y luego preguntando en los municipios más grandes los caminos y transportes que conducían a las veredas.
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En este momento hay aspectos de la idea de investigación que ya no se hacen explícitos porque han sido interiorizados por los artistas y la metodología del salón, como son los que se refieren al «aquí» como un lugar subjetivo y próximo que sólo aparece cuando alguien lo cuenta a otro, el nombramiento emotivo de la tierra a partir de emociones, conceptos, condiciones o adjetivos, y el lenguaje como dispositivo que nos sirve para encontrarnos y ser comunidad. Así como surgen nuevas ideas y direcciones diferentes. Desde el pasado 18 de junio hasta el próximo 12 de agosto, los artistas y colectivos han desarrollado sus periodos de residencia en 20 lugares diferentes de la región, en medio de las más diversas realidades y condiciones geográficas excepcionales (ver documentos adjuntos de artistas y lugares), como resultado de esto hay una gran cantidad de experiencias que están siendo traducidas e interpretadas en obras, acontecimientos, talleres o aprendizajes que están siendo socializados entre las comunidades pero que también serán presentados en una exposición abierta al público de la región, entre el 14 de septiembre y el 26 de octubre en Pereira, que tratará de asumir el reto de actualizar esta experiencia para los nuevos espectadores.
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Este salón tiene artistas que han vivido los riesgos de esta aventura con generosidad. El proceso ha significado cansancio y mucho trabajo pero también una enorme gratitud que nos va llenando a todos de una alegría expansiva que esperamos pueda generar muchos tipos de respuesta e ideas revoltosas. Esperamos que en la acción de contar los diferentes «aquí», se abran también espacios para que artistas, comunidades y públicos vuelvan a inventar lugares donde se pueda vivir.
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Las ideas se dan porque en determinado momento están ya dadas las condiciones que las hacen posibles, y tal vez la única “novedad” surge por la singularidad de las personas que participan de su desarrollo. En esta ocasión la convergencia de esfuerzos colectivos y colaboraciones de diversa naturaleza son el fundamento de la actividad artística, académica y cultural que ha enriquecido la perspectiva de artistas, comunidades y espectadores del 16SRA.