Decálogo de autoayuda para espectadores intimidados por las exposiciones de arte:
1. No preste demasiada atención a lo que dice un artista sobre su propia obra, ellos no saben bien por qué hacen lo que hacen. Los artistas deben evitar hablar pero no dejar de escribir.
2. Anteponga el arte al artista; usted puede estar a solas con la obra de arte, sea insaciable y egoísta —más no celoso o autista.
3. Las obras de arte sólo exageran algo que usted ya sabe; en algunos casos el desprecio radical que usted siente por una obra no es más que una forma velada de autocrítica.
4. Si usted descubre la formula que compone una obra de arte, tenga cuidado con atribuirle una preparación demasiado precisa, la facilidad de un resultado es engañosa.
5. Póngale comillas al «crítico»; desconfíe de todo discurso que en miras de ganar contundencia no matiza: el enfrentamiento veraz con una obra de arte exige un escudo de armas decorado con interrogantes.
6. La lectura de una obra de arte tiene sólo tres enemigos: el artista, el crítico y el espectador —intente por un breve momento no ser como ellos.
7. Ante las explicaciones, dude; no trate de conocer las obras de arte, trate de comprenderlas; vaya paso a paso en su lectura, evítese los resúmenes. Describa e interprete; no interprete primero y luego describa.
8. Aprenda a las obras de arte cuando están distraídas, ¡sorpréndalas!
9. ¡Deténgase! No permita que el prestigio de un galardón social sea lo único que invita a mirar con atención una obra de arte; sólo alabanzas o sólo canalladas son como las tetas: una esta mal, dos son perfectas, pero tres, aunque le añaden volumen al argumento, son monstruosas (aunque hay pechos preciosos).
10. Sea profundamente superficial en su observación, mire al frente, mire abajo y mire arriba; si sólo quiere ideas acuda a una iglesia de cienciología, si sólo quiere formas vaya a un almacén de pantuflas; si busca algo incapaz de separar la forma de las ideas, ensaye una dulcería o una exposición de arte.
—Lucas Ospina