Tollotadas

(De por qué las iniciativas siempre serán buenas, y las deficiencias siempre serán muchas)

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Tres cosas para decir sobre la tercera versión del Tollota (muestra artística de las facultades de arte de la Universidad Javeriana, los Andes y la Tadeo, organizada por Paulo Licona, profesor de la Universidad de los Andes y la Tadeo) en la cual se desperdició espacio y se convocó audiencia:

1. El arte con contenido feminista prolifera. ¿Será síntoma de los últimos acontecimientos noticiosos en contra de nuestro género? ¿O será el arte un campo cada vez más femenino y menos dado a los meros machos?

2. Se busca por feo. Yo diría, se busca por pendenciero. (Busquen sinónimos, todos sirven)

3. ¿Dónde está la curaduría? No, disculpen. La Sra. Curaduría también decidió ser feminista y rebelarse contra los esquemas machistas del Sr. Cubo Blanco. ¡Mamacita!

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Detalle instalación Baño y Labial. Diré que la artista es una feminista desenfrenada, porque la Sra. Curaduría nunca apareció.

El viernes 3 de mayo (sé que los artistas tuvieron tiempo el festivo 1 de mayo para pensarlo mejor, que me late que sí) se inauguró la tercera versión del Salón Tollota, con el super host en frac Paulo Licona (más conocido por Mercadito & Mentidero) con mucho punk, cervecita, mucho arte joven, insurgente, decidido y radical; y la primera edición del Tollota Critico con los textos críticos de estudiantes de la ASAB y los Andes (editado por Guillermo Vanegas)

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Copa Toyota. Artistas-jugadores pasando el rato.

Primero, buenos textos: critica institucional, crítica a los eventos culturales en Bogotá, critica a la crítica, critica a la escritura, crítica al arte cretino, critica a todo… crítica sugerida por algunos “críticos” que se aventaron a decir y plantear posiciones y criterios. Buenos textos, posturas radicales que crucificaron a la escena del arte colombiano, castigaron los clichés de lo qué es y no es arte, blasfemaron contra el sinsentido de las exposiciones y las muestras artísticas actuales… sí, buenos textos… buenos adelantos de la nueva ola de quejas y reclamos contra la institución del Arte Colombiano.

Sin embargo, otra vez señores, queremos ver acciones (si quieren performativas, no hay problema) más que intenciones… pues la critica a los críticos también está en boga. Y los críticos algo tienen de artistas, siempre.

Dato curioso: encontré (quizá, esto es especulación) lo que parece ser una referencia al arte feminista contemporáneo colombiano, ¿Villate o Villoría? Al editor se le pasó el apellido de uno de los colaboradores de la publicación: Camilo Villoría. Y apareció con el apellido Villate; búsqueda rápida en Google: Ana María Villate, artista de género, zapatillas de cristal derretidas, esmaltes Masglo y cuestionamiento al cuerpo femenino. ¿Será que esta corriente está tomando tanta fuerza como los errores tipográficos en cualquier publicación?

Segundo, buenos intentos de exhibición, alguna que otra obra llamativa, muy buen stand del intercambio Barranquilla-Bogotá del Tollota, muy buena iniciativa de sacar la gente de las aulas y pasearlas por las dificultades técnicas, espaciales, museísticas, curatoriales e interuniversitarias que suponía la exposición. Muy buen intento de unificar, más que grupitos de artistas en formación, los conocimientos que se cierran a las dinámicas del arte bogotano por la zonificación universitaria. Buen intento de reunir las congregaciones afiliadas al arte privatizado de la universidad privada. Buena cartografía de los cuestionamientos que la 45, la 22 y Germania pueden producir en una academia tan centralizada que no mira más allá del campus universitario. De ahí para allá, son periferias.

Pues la cartografía mando a estos muchachitos jave-tade-uniandinos a exhibir en otra periferia: la zona industrial, con cierta convicción de que el espacio ofrecía tanto de extravagancia como de desenfreno sonoro y comporta-mental. Efectivamente, un amigo me comentaba durante mi visita a la exposición: “es raro este ambiente, se siente uno extraño, desubicado” Pues es evidente que tanto las modas grunge como las visitas familiares de los padres a sus hijitos artistas lo desubican a uno. Sí, puede pasar. Pero es más familiar los aportes salvajes y de contra-discurso de estos niños artísticos, que las pieles, la gala y el sinsentido de La Colección del MamBo (50 años).

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Serie de Fotografías. Intercambio Tollota Barranquilla-Bogotá. Arte feminista por todo lado.

“En el 2012 se dio inicio a este salón con el fin de juntar clases, de poner en situación, muestreo y mezcolanza a estudiantes, de salir del aula para entrar en bodegas que los enfrenten al espacio. Quizá todo sea una excusa para descentrar la escuela y la misma formación de las artes: ¿será lo mismo ser ayudante de un taller de mecánica automotriz que asistente a aulas para las artes?” (Texto introductorio a la exposición)

Tal vez. Por lo menos los talleres de arte se convirtieron en verdaderos talleres (studio, workshop, work, garage: en inglés de pronto es más claro distinguir de qué tipo de taller estamos hablando… en cada uno caben todos) de mecánicos, gestores, artistas, bufones, feministas armadas con labiales, futbolistas o padres abiertos a los proyectos de sus hijos. Dele la connotación que quiera, igual algo si se vio: el ingenio de pocos, el desperdicio de muchos y la ingenuidad de otros.

 

Katherine Parrado

Fotos: Facultad de Artes Universidad de los Andes


12 comentarios en “Tollotadas”

Mariana Jurado Rico: Abanicada

Paulo Licona: Señorita Parrado, ¿cuántos estudiantes «fantasmas» hay y proliferan con sus carpetas debajo de la cama? La curaduría en el TOLLOTA no existe; nunca vino, ni sera invitada. No es más, y me alegra a mi y varios (creo yo) que escriba sobre este evento – repito, evento que no intenta ser una curaduría… Para próximos salones TOLLOTA (si los hay) se intentará invitar a las demás escuelas de arte, publicas y las privaditas que quedan, al igual que el TOLLOTA critico busca abrirse a más estudiantes.

Andrés Matute Echeverri: La comitiva de la seccional centro junto al senador Armando Benedetti en el Vernissage de Barranquillarte.

Catalina Parra: Expuse en TOLLOTA e hice mi propia curaduría. Voy a hablar desde la mirada de alguien que exhibió algo allí porque el texto me habla a mi y no solo a quien organizó la exposición. No entiendo muy bien qué es lo que le molesta a la autora de este texto respecto al salón TOLLOTA. Si, por un lado, le parece que no era un evento artístico entiendo que se sienta abrumada con «algo» que no sabe cómo llamar o encasillar. O, si por otro lado, lo que le molesta es que expusieron estudiantes de -solamente – universidades, comprendo hacia dónde va su texto, el problema es que no sé desde dónde habla usted, es estudiante? profesora?, crítica? o se encuentra entre esa gente que trabaja en los lugares que intenta describir: talleres que pueden ser todo eso que sólo pudo conceptualizar en ingles. Creo que no saber desde dónde habla afecta el no entender qué es lo que realmente quiere hacer o decir con este texto.

Katherine Parrado: Profesor Licona. Creo que la imagen fue clara, y me alegra que haya dudado de ella: Reitero, Sra. Curaduría se divorcia, se rebela, se enfrenta contra el Sr. Cubo Blanco. Es evidente que mi intención va más allá de debatir si debe o no haber curaduría en un evento como el Salón Tollota; la curaduría en este caso es el intento por desligarse de toda organización homogénea y totalizante de las obras (tal como lo señala Catalina Parra, ¡¡¡ella hizo su propia curaduría!!!).
Déjenme insistir: el Tollota fue un buen intento, ha sido un buen intento. Pero por ser un buen intento los estudiantes «fantasmas» no evitan invisibilizarse ante el desenfreno territorial que supuso la exposición. Y en este punto comento la opinión de la Srta. Catalina. ¿Por qué será que los vanguardistas solo ven en su propio gesto un acto de vanguardia? ¿La interpretación de ese gesto no podría significar lo mismo?
Me explico en dos puntos:
1. ¿No sería posible pensarse un autor sin rol? Ni estudiante, ni profesora, ni crítica. Espectadora consciente y bombardeada por la furia artística que ustedes estudiantes supieron manifestar, pero no comunicar. Precisamente por eso me resultó blando y a la vez curioso encontrar lo que yo sugiero en el texto como «arte feminista» (un remedo de protesta contra los mecanismos y discursos académicos). Porque no es más significativo tener líneas de creación contundentes, pero las obras no permitían ni siquiera notarlas en el espacio (a pesar del gran formato de algunas)
2. Si la exposición no tenía un único punto de vista, ¿por qué reclama del autor una única mirada? Fácil: entra al lugar, lee la palabra mezcolanza en el «texto curatorial» (¡ojo! Lo había, algo de estas técnicas curatoriales aparecen en la exposición), sube las escaleras, lo recibe el punk, el frenesí universitario, y una emulación de separación que supone un espacio particular para cada estudiante (columnas que virtualmente señalaban dónde estaba cada obra). No solamente tendría que sentirme abrumada, tendría que fijarme en que no me están proponiendo una sola lectura, me están incitando a pensar en más de un factor.
M E Z C O L A N Z A S.
Siendo así, me hace muy feliz que comenten. Que se sigan divirtiendo, tomando champaña y preparándose para otros salones. ¡Felices trazos!
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Guillermo Vanegas Flórez: FE DE ERRATAS. En el Tollota crítico, impreso elaborado a partir de textos de estudiantes de la Academia Superior de Artes de Bogotá y el Departamento de artes de la Universidad de los Andes, cometí un error en el apellido del autor que firma el primer escrito. Donde dice “Camilo Villate”, debe decir “Camillo Villoria”.
Si aun no tiene su Tollota crítico, puede consultar el texto de Villoria aquí: https://esferapublica.org/nfblog/?p=59613
O revisar el pdf de la impresión aquí: http://issuu.com/anariverauribe/docs/tollota_critico/1
O ver un hermoso comentario sobre esta equivocación aquí (página 2): http://arte.uniandes.edu.co/gonzalez/247/
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Paulo Licona: En la costa el TOLLO o TOYO es tiburón bebe y sabe muy bueno aunque su pesca sea restringida.
Un Salón Tadeo perece, un Salón Cano desaparece, unos estudiantes se toman el Museo de la UN y afuera del mismo hay grandes «curadurías» de confites, papas, minutos y demás. En una bodega profesores y estudiantes bailan y poguean, acompañados de una decoración eventual. Al tiempo, o casi aparecen los hijos bobos y sus replys y repleyssss. Lejos alguien descansa con una piña colada en un Corolla descapotado.
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Said Jarrín: El salón Cano no ha desaparecido, los estudiantes de la facultad de artes de la UN se han dado a la tarea de repensarlo y recuperarlo como espacio colectivo. Conscientes de la dimensión práctica, simbólica y significativa que representa el hecho de contar con un edificio de carácter exclusivamente expositivo dentro del campus universitario, afectados por la incapacidad de la escuela de artes –como institución- de responder a algunas de las prácticas que son necesarias dentro de la formación artística y en la búsqueda de una definición clara de los roles de la escuela y del museo: han abordado desde su rol como estudiantes la responsabilidad de propiciar los espacios de reflexión y discusión que giran en torno al estado del arte, a la dimensión pedagógica del Museo de Arte, a las escalas de significación a las que este debe responder –comunidad UN y dimensión local- y a la necesidad de promover las prácticas investigativas y curatoriales en los estudiantes de la Escuela de Artes de la UN.
En este momento se están desarrollando en paralelo las actividades de la exposición del Salón Cano 2012 y del Museo Toma Uno. Ambos espacios son creados y gestionados por los estudiantes y están orientados por los mismos principios rectores. Por una parte el Salón Cano es producto de los procesos y eventualidades dadas durante el marco del Laboratorio Cano, espacio que inició en marzo del 2012 y que comenzó como una actividad propuesta por la Escuela de Artes a cargo del maestro Alejando Burgos Bernal; ya en el segundo semestre el proceso tuvo dificultades por motivos burocráticos y porque el Laboratorio se quedó sin la colaboración del maestro Burgos, sin embargo los estudiantes continuaron con el planteamiento del Salón como proyecto independiente en colaboración con la dirección del Museo de Arte. Una propuesta interesante si se resalta el hecho de que las anteriores muestras del Salón Cano estuvieron siempre a cargo de curadores designados por la escuela, en donde la selección de obras se hacía a criterio de esa única persona, fuertemente influenciada por la opinión y criterio de los demás maestros; en esta oportunidad fueron los estudiantes los que asumieron este rol, con cuatro líneas curatoriales independientes la una de la otra. Son tres salas de exposición de trabajos de estudiantes y una sala en la cual se desarrollaran tres “micro-residencias” de carácter pedagógico orientadas a la discusión sobre las prácticas artísticas contemporáneas.
Por otro lado están las actividades del Museo Toma Uno, como iniciativa de otro grupo de estudiantes que busca recuperar un espacio que definen como “ambiguo y en crisis de uso y de sentido”. Su proceso comenzó con la toma del museo que fue realizada el 15 de Marzo en horas de la madrugada, desde entonces han estado realizando actividades que buscan “reconstruir el proyecto pedagógico público del museo de arte de la universidad, plantear nuevas políticas y pedagogías de participación. Establecer nuevas relaciones entre los actores, recursos y espacios”. Han elaborado una programación de cuatro semanas, compuesta por espacios de discusión, cine foros y acciones artísticas de participación pública. Su trabajo, entre otras cosas ha estado orientado a reforzar la relación y el sentido de pertenencia de la comunidad universitaria con el museo.
De estas discusiones se tienen algunos registros en video, esperemos que el contenido multimedia esté disponible prontamente. Mientras tanto, no está demás participar en la programación que aún queda por desarrollar.
Laboratorio Cano: https://www.facebook.com/events/194546867359677/200412523439778/?notif_t=plan_mall_activity
Museo Toma Uno: http://museotomauno.wordpress.com/
Salón Cano 2012:
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Paulo Licona: No estaba muerto estaba de parranda. El vivo al baile y el muerto al hoyo.

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Inés Arango: Algunos dicen que lo aparentemente positivo escrito sobre el Salón Tollota de Barranquilla es irónico, en particular por la palabra stand escrita en itálicas. No se sabrá ¿no? Pero para que quede claro, clarísimo, esto se hizo dentro del marco de la clase de diálogos críticos, y la culpa sería entonces de Andrés Matute y no del pobre Licona. Aquí está el texto que explicaba un poco el asunto el viernes de la exposición:
Gonzalo Pineda: El poder de lo inclasificable está en poner en tela de juicio moldes estéticos e incluso políticos, dentro de lo que a dar taller a una idea se refiere; quizá en el Tollota lo que faltó fue precisamente eso, taller; no bastan las ideas, sino que sobre todo hay que trabajarlas, ponerlas en el contexto de la, aquí sí, investigación, y dar “testimonio” de dicha idea, así sea una simple ocurrencia, en un contexto de problematización si es que dicha idea lo merece; no toda idea es buena(*), ni tampoco, todo disparate aparente, es malo(**); se suele pensar que el arte actual está sobresaturado de ironía, sea esta sórdida y escatológica, o populachera y rampante, pero de golpe, la importancia del debate que ello deriva no se restringe a dicho juicio moral, sino que más bien, y muy sencillamente, todo se surte con más trabajo, con más taller… compas de la Tollota, falta taller, y mucho.
*Que crea un entorno de diálogo, en medio de interpretaciones múltiples, evocadoras y multimodales, que a su vez amplían, casi siempre sin intención, los alcances conceptuales, estéticos y técnicos de lo creado o trabajado
** Lo contrario a lo anterior