El arte y el activismo en Sumando Ausencias

En la mesa se plantearon algunas contrapropuestas que permitirían hacer una integración mucho más simbiótica con el Campamento por la paz, que precisamente al ser una iniciativa con el objetivo de empedrar a las víctimas, iba ligada de forma directa al concepto artístico de Salcedo. Sin embargo, ella planteaba que “la perfección estética, la ejecución rigurosa, la puesta en escena impecable son elementos necesarios para que la obra tenga el peso y valor para las víctimas que merece”.

“Esta instalación apela directamente a la experiencia colectiva. Pero involucra lo individual como manifestación de una actitud de compromiso. Es una imagen sintética de tensiones donde lo vulnerable llama todos los sentidos de respeto. Donde la poética visual busca restaurar la injusticia del duelo.”

(Ponce de Leon, 2005, P.150)

El texto fue citado del libro El efecto Mariposa, escrito y compilado por Carolina Ponce de León, aludiendo a su vez su artículo publicado en el periódico El Tiempo, el 12 de mayo de 1990.

Podría citar de manera desprevenida este fragmento de texto y adjudicarlo a una crítica directa de lo sucedido el pasado 10 de octubre, cuando la artista Doris Salcedo realizó su intervención Sumando ausencias. Sin embargo, los sucesos alrededor de esta pieza me obligan a realizar un análisis que va más allá de la obra en sí, pues es necesario retomar algunas de las ideas generadas por críticos que centraron sus señalamientos en argumentos que no propiamente responden al trabajo sistemático y constante de la artista.

Este texto puede ser considerado uno más del montón, pues desde hace mucho no veía como proliferaban escritos entorno a una sola acción de un artista, sea cual sea el motivo que movilizó la producción de los textos. Por ejemplo, algunos de los motivos que movilizaron tal cantidad de escritos fueron, la falta de gestión e información sobre la intervención, los valores éticos en torno al tratamiento sobre la imagen de las víctimas y las evidentes tensiones con quiénes se adjudicaron la vocería sobre el tema del campamento por la paz.

Sin duda, cada motivo debe ser abordado al detalle, pero, no solo porque ha hecho parte de la discusión alrededor de Sumando Ausencias, sino porque reflejan tensiones argumentativas constantes en medio de la práctica artística que está llamada recurrentemente a ser renovada. En efecto, evidenciamos cada vez de manera más frecuente, la promoción de un tipo de artista con habilidades más allá de la producción de una pieza, pues éste debe gestionar su circulación, construir un cuerpo conceptual creíble, y si aplica, debe cuidar sus decisiones en la producción para no vulnerar derechos sobre la imagen y la vida de las personas a quién alude en su obra.

Por ello es claro que, develar la investigación sobre la propia práctica artística se hace cada vez más importante para el artista, pues éste no es libre de lanzar su obra al público sin que medie un tipo de discurso sobre ella, y mucho menos cuando una obra intenta tocar fibras tan sensibles y recientes como el pasado plebiscito por la paz. Esta labor no la hace solo la artista, para ello existen mediadores entre la producción de la obra y su discurso, como los críticos o los periodistas, cómo efectivamente sucedió. Sin embargo, y a pesar de la premura con que se gestionó Sumando Ausencias, la artista o su grupo de trabajo debieron entablar un diálogo más directo y claro, en relación con la producción, con los diferentes medios de comunicación que intentaron cubrir el monumental evento.

“Informar sobre la acción ‘Sumando ausencias’ resultó más complejo de lo que esperaba. Personas que hacían parte del equipo que ejecutaban la instalación dieron solamente 10 minutos a cada medio de comunicación para hacer su trabajo. Cualquiera sabe que en ese tiempo nadie puede hacer una obra decente.”(Guerrero, 2016)

Por lo tanto, se hace necesario retomar el reproche generado en el periódico ARTERIA, como un señalamiento en relación a la importancia y relevancia del momento donde se realizó esta intervención. Creería que, por ser una intervención en espacio público, no podían restringir el registro del evento. Aunque, este medio no especifica cuales fueron las condiciones para no permitir más tiempo para el registro de la acción, los reclamos fueron insistentes.

No me atrevo a decir si esa obra fue estética o política, entre otras cosas, porque es algo que debe decir Salcedo. Tampoco supimos ni pudimos informar de porqué se levantaron las telas una vez puestas. Eso lo tendría que haber dicho ella. El arte también es comunicación pero no es la única manera. En Colombia estamos tratando de entendernos hablando, pero este silencio deja a la mayoría sin entender o darse, por lo menos, una idea de lo que pasó (Guerrero, 2016).

La discusión en redes sociales se basó mayormente en conjeturas sobre los motivos anteriormente mencionados, porque la artista no brindó al detalle un documento, entrevista o relato detallado para nutrir la discusión, solo se vio un corto video (BBC, 2016), del cual no se discutió ninguno de los motivos anteriormente expresados; solo pasados algunos días brindó una entrevista para el periódico El Espectador (Orózco Tascón, 2016), donde aclaraba muchas de las dudas que se manifestaron en redes sociales. Sin embargo, esto no bastó para atenuar las críticas sobre lo que aconteció ese día en la plaza. Por ejemplo, resaltando cómo primer suceso reprochable, el desmonte del Campamento por la Paz que se llevaba a cabo en ese momento. Podría decir que el artículo que desató la discusión fue escrito por Leonardo Párraga, donde señaló insistentemente lo que él consideraba un atropello al campamento por parte de la artista:

En la mesa se plantearon algunas contrapropuestas que permitirían hacer una integración mucho más simbiótica con el Campamento por la paz, que precisamente al ser una iniciativa con el objetivo de empedrar a las víctimas, iba ligada de forma directa al concepto artístico de Salcedo. Sin embargo, ella planteaba que “la perfección estética, la ejecución rigurosa, la puesta en escena impecable son elementos necesarios para que la obra tenga el peso y valor para las víctimas que merece”. El interés último era anudar esfuerzos para responder a la urgencia de tener un acuerdo de paz ya y tener las víctimas como centro de toma de decisiones.(Párraga, 2016)

Así inició la discusión sobre la postura ética al momento de producir la intervención. La información circuló rápidamente, algunos académicos que presenciaron la intervención y participantes de la obra de Salcedo, publicaron en diferentes medios digitales sus apreciaciones alrededor de la gestión y producción de la intervención; expresando ideas alrededor de la pertinencia, la permanencia y el agravio al campamento, sumando comentarios negativos sobre la misma, pero ninguno señaló un consenso sobre sus ideas, todas fueron voces particulares.

Sumado a esto, el campamento realizó un breve comunicado de tres puntos, donde manifestaba su apoyo a la intervención de la artista, donde los dos primeros puntos mencionaba la intención de moverse a un costado mientras se producía la pieza artística (“Comunicado sobre la acción de Doris Salcedo,” 2016), además, en la misma página se pudo ver un corto video de apoyo a la intervención (“Video apoyo a la intervención de Doris Salcedo,” 2016).

Con ello, no estoy diciendo que posiblemente estos pronunciamientos negativos sobre la acción no hayan podido reflejar un sentir amplio de parte de los habitantes del campamento, o de parte de los voluntarios, pero si genera suspicacia el pronunciamiento sobre el descontento de muchos integrantes del campamento al provisional desalojo (Párraga, 2016). Otro ejemplo de las posiciones encontradas lo puedo ver gracias a un artículo publicado en VICE donde recogen en igual medida comentarios positivos y negativos sobre la intervención por parte de estos dos actores.

El campamento estaba en el lugar que la artista quería instalar su obra. María Belén Sáez, quien asistió a Salcedo con la logística de la obra, me explicó que los que acampaban estaban informados de lo que iba a suceder desde el día que se les ocurrió la idea de usar la plaza. «Hubo consenso», me aclaró. Lo mismo me dijo Leonardo Párraga, uno de los jóvenes del campamento: «El domingo nos reunimos cuatro o cinco personas con la artista; ella nos explicó qué quería hacer y de manera consensuada nosotros decidimos trasladar las carpas hacia el Palacio de Justicia por el tiempo que duró la obra»(Toro, 2016)

Este artículo se publicó dos días despues que Párraga publicara el suyo en el portal Esfera pública. Los dos textos señalan claramente la intención concreta de realizar la obra tal cual cómo la artista lo tenía planeado, sin que mediara ningún tipo de agente sobre la produccion de esta. Y también esto fue claro cuando la artista concedió su entrevista

Claro que debemos tener presente que, en esta ocasión, el proceso cuenta más que el resultado y fue extraordinario porque los tejedores decían el nombre de un ausente y empezaban a escribirlo en ceniza. Quisiera contarle un caso que sucedió ese día: cuando los participantes estaban escogiendo el trozo de tela en que iban a trabajar, unos tejedores recogieron uno al azar, en que estaba el nombre de Augusto Orjuela. Uno de dos hermanos que había ido a la plaza, lo leyó: era el de su padre. Llamó a su otro hermano y ambos pidieron que les dejaran tejer ese retazo (Orózco Tascón, 2016).

Considero que este argumento de la artista es uno de los más concretos que he podido presenciar, pues, éste da luces sobre su convicción personal, en relación con lo que quería lograr, también expone la capacidad gerencial sobre su propia obra y la imagen de víctima que quería abordar. Sin embargo, este es el único pronunciamiento de la artista respecto a las consideraciones éticas y de producción en su intervención. Esto abre paso a discutir sobre la importancia de evidenciar la investigación del artista en este tipo de intervenciones monumentales, procesuales, las cuales buscan un impacto masivo y más aún, cuando son convocados tantos medios de comunicación.

En consecuencia, más allá de la pieza, la voz de Doris Salcedo y de los que produjeron la acción se escuchó poco, perdió protagonismo en medio de un mar de comentarios en la web, que disparaban hacia muchos lugares, donde llovieron acusaciones y señalamientos en medio de un llamado a la calma y la reconciliación, lo cual me hace suponer el carácter efervescente de las opiniones que suscitó una obra evidentemente política, donde el centro de la discusión fueron las consideraciones éticas de su producción.

Aún así, la artista señaló:

No soy activista política y no creo en la redención estética. El arte no puede salvar ni una sola vida y, sin embargo, nos restituye la dignidad y la humanidad que perdemos cada vez que ocurre una muerte violenta. El asunto por el que me pregunta no es relevante para mí. Sólo respondo a la violencia con la fuerza de una imagen poética que hace referencia a los homicidios, masacres y torturas. (Orózco Tascón, 2016)

Y eso está claro:

Los activistas del arte no quieren simplemente llevar adelante una crítica del sistema del arte o de las condiciones políticas y sociales generales bajo las cuales funciona este sistema. Quieren cambiar estas condiciones por medio del arte –no tanto dentro del sistema mismo como fuera de él, es decir, quieren cambiar las condiciones de la realidad. (Groys, 2016, p.55)

Algo que la artista señala insistentemente. Entonces, si retomamos la discusión acerca de los principales motivos por los cuales se generó la discusión, la falta de gestión e información sobre la intervención, los valores éticos en torno al tratamiento sobre la imagen de las víctimas y las evidentes tensiones con quiénes se adjudicaron la vocería sobre el tema del campamento por la paz, podemos evidenciar una petición apremiante por parte de un público que presenció una obra, de la cual se demandó, una producción diferente a la realizada, interpretando un tipo de arte más cercano al activismo que al arte tradicional, y efectuando sobre éste un tipo de crítica a favor de un fin útil, pretendiendo que el arte se construya un mundo mejor (Groys, 2016).

Por ende, la discusión sobre sí la artista debió involucrar ideas en la marcha de la producción de la obra empiezan perder peso, no que no sean dignas de consideración en relación al desalojo del campamento, o por no considerar voces particulares de algunas víctimas que al parecer sentaron su voz de rechazo, si no, porque esta no fue la intención de la artista y toda crítica que recayera sobre el no involucramiento de otras propuestas carece de sentido; pues recordemos, la obra es de Doris Salcedo,  la cual cuidó al detalle de la producción de su obra, sin que ningún otro agente interviniera con cambios en su producción (Párraga, 2016). Además, la visión sobre el arte cómo algo inútil, cuasiontológico, infecta el activismo estético y lo condena al fracaso (Groys, 2016).

Para concluir, en este caso la intervención merecía un pronunciamiento más contundente por parte de Doris Salcedo o de su equipo de trabajo, la cual debió entablar un canal de comunicación mucho más concreto con los diferentes medios de comunicación que cubrían su obra, develando elementos más allá de la obra en sí, por ejemplo como las vicisitudes de su proceso, para lograr una discusión más transparente y clara en relación al mismo proceso de producción que ella misma señaló. Esto podría haber construido una discusión mucho más amplia, con elementos de juicio justos sobre los dilemas éticos que supone hablar de las víctimas del conflicto armado, pues esta discusión se debe seguir dando, ya que, se hace necesario retomar la crítica a otras propuestas artísticas de otros artistas que lo han hecho y que no tienen la misma relevancia de oris en el Campo de arte. Por último, la artista resolvió la producción de su obra por encima de algunas decisiones de personas que estaban en el campamento, creando tensión entre los dos eventos, pero, creería que esto es lo que sucede en un espacio público, se genera tensión, la cual nunca queda del todo resuelta y mucho menos cuando se le pide a una artista que cambie sus decisiones a la hora de producir una obra.

 

Carlos Camacho

 

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Referencias

BBC. (2016). La gigantesca obra de 7 kilómetros de Doris Salcedo que se hizo en solo una semana para “urgir” la paz en Colombia. Recuperado Octubre 20, 2016, from http://www.bbc.com/mundo/media-37631754

Comunicado sobre la acción de Doris Salcedo. (2016). Recuperado Noviembre 10, 2016, from https://www.facebook.com/campamentopaz/posts/2134105630148940?pnref=story

Groys, B. (2016). Arte en flujo. Ensayos sobre la evanescencia del presente (1ra ed.). Buenos Aires: Caja Negra Editora. Retrieved from www.cajanegraeditora.com.ar

Guerrero, D. (2016). Las ausencias de Doris Salcedo. Recuperado Noviembre 17, 2016, from http://www.periodicoarteria.com/las-ausencias-de-doris-salcedo

Orózco Tascón, C. (2016). “Quisiera que toda mi obra fuera una oración fúnebre”: Doris Salcedo. Recuperado Octubre 15, 2016, from http://www.elespectador.com/entrevista-de-cecilia-orozco/quisiera-toda-mi-obra-fuera-una-oracion-funebre-doris-s-articulo-660581

Párraga, L. (2016). Sumando ausencias y multiplicando exclusión. Recuperado Octubre 21, 2016, from https://esferapublica.org/nfblog/sumando-ausencias-y-multiplicando-exclusion/

Ponce de Leon, C. (2005). El efecto mariposa. Ensayos sobre arte en Colombia . 1985 – 2000. (Panamericana Formas e Impresos S.A, Ed.) (2da ed.). Bogotá.

Toro, J. J. (2016). Las dudas que levantó la obra de Doris Salcedo en la Plaza de Bolívar. Recuperado Octubre 20, 2016, from http://www.vice.com/es_co/read/doris-salcedo-plaza-bolivar-victimas-sumando-ausencias

Video apoyo a la intervención de Doris Salcedo. (2016). Recuperado Noviembre 10, 2016, from https://www.facebook.com/campamentopaz/videos/2134079126818257/?pnref=story

 

 

1 comentario

No me atrevo a decir si esa obra fue estética o política, entre otras cosas, porque es algo que debe decir Salcedo.

Cuando la crítica no se atreve a decir lo que piensa no es crítica, es lambonería social.