P.B: (….) para esfera pública!
C.D: No Pablo, yo no sé hablar en público…P.B: ¿te acuerdas que en una época grabábamos nuestras conversaciones? Bueno, entonces, te voy a mostrar los comentarios de esfera pública, son muy breves, son comentarios ….
C.D: Pablo es que si no te digo las ideas que tengo se me van a acabar.. se me van a ir…P.B: Bueno entonces la pregunta es…
C.D: No, no, no, te voy a enumerar las ideas. Las ideas que yo tengo para ese texto son las siguientes: Primero: desmontar el cliché de «lo burgués». Ya no tiene ningún sentido hablar de que este arte es burgués, tal persona es burguesa… En el alto capitalismo donde todo ya es mercancía me parece que hablar de algo burgués o no burgués es un poco ridículo, como que perdió el contexto, el sentido del arte burgués perdió el contexto.
P.B: ¿Se perdió el contexto histórico que definía lo burgués?
C.D: Sí… se perdió ese contexto para hablar de que la pintura sea representación de lo burgués
P.B: La máxima expresión de los valores de la burguesía
C.D: a mi eso me parece que es una crítica que ya no tiene ningún fundamento de contexto, me parece fuera de lugar y me parece un cliché vacío de contenido… como.. no sabría decirlo… como esas frases que dicen los políticos que ya no significan nada. Un cliché crítico, un cliché crítico que perdió su plataforma conceptual. Entonces, para el texto, primero desmontar ese cliché de lo que sería un arte burgués, eso no tiene ningún sentido, y frente al hecho de que en alto capitalismo todo es mercancía preguntarse qué tipo de estatuto… qué tipo de mercancía es eso llamado arte y se ha transformado en una mercancía que opera como un puro valor de cambio, que perdió incluso su sentido de valor de uso, su permanencia… y actúa como un valor, como el papel moneda que ya nisiquiera tiene un referente en el oro sino es un valor intangible, una pura especulación. Entoces, me parecería muy interesante que te montaras en ese giro del arte burgués al problema de la mercancía y la relación entre valor de uso y valor de cambio. Primer problema. Segundo problema: si el problema de la diferencia entre el arte contemporáneo y la pintura no habría que situarlo mas bien como un problema como lo sitúa Houellebecq que me parece muy interesante, como un problema ontológico que tiene que ver ya con un cambio, casi con un cambio en las capacidades de percepción de un observador contemporáneo.
P.B: Hablabas de la rapidez o detención de la mirada.
C.D: Exactamente. Que se siente ridículo deteniéndose frente a una pintura, y también ese pasaje de Elías Canetti donde él entraba en su adolescencia en los años 30 o 20, entraba a un museo y se detenía durante horas enteras frente a un cuadro de … y si hoy en día un observador podría hacer eso de una manera legítima, pero no porque eso estuviera pasado de moda o no, sino la pregunta es mas bien no si está pasado de moda o no, sino el problema es -frente a todo ese primer problema que hemos anunciado de las mercancías y esos valores intangibles en los que se ha convertido el arte-, si también el observador como consumidor de esas mercancías está llamado a responder de una determinada manera así como está llamado a responder de una determinada manera frente a los otros productos que consume, donde para el tipo es terrible ponerse una camiseta donde él sabe que el «Nike» es chibiado. El observador se siente ilegítimo observando el cuadro porque las condiciones del mercado le han hecho creer que es caduco, que está pasado de moda y que el arte es algo que fluctúa con la misma rapidez con la que fluctúan esos valores bursátiles de una bolsa de valores.
P.B: Hablabas también de la publicidad…
C.D: Sí, en una sociedad donde todos los discursos están permeados por la publicidad y si el arte es una mercancía… ¿de qué manera la posibilidad de una apreciación por parte de todos esos consumidores está también permeada por todos estos discursos publicitarios? El artista mismo es como un yuppie que tiene que estar corriendo a la vanguardia del tren del cambio o si no se queda por fuera del aparato de mercado. Entonces no solamente el artista tiene que ir moldeando su producto sino también a los usuarios hay que ir generándoles la necesidad de ese nuevo producto.. ¿no? Y…
P.B: ¿Qué opinas de las personas que tal vez presas del paroxismo del supuesto nuevo auge de la pintura y que defendían con fé militante unos valores antipictóricos se dedican a tranzar con el nuevo mercado de la pintura?
C.D: Lo interesante de esta época es… Mira la paradoja: en un momento en que las condiciones de la pintura son casi imposibles, el mercado nos apuntala con una de sus estrategias, que es acceder a lo retro para presentarlo como una moda nueva. Es absolutamente paradójico porque nos está trayendo un tipo de percepción del pasado que parece imposible y nos la está representando en el presente. Entonces la molestia de los artistas contemporáneos es que ellos están entrando en el juego mismo, están siendo las víctimas de ese mercado, no se dan cuenta que no es la pintura la que regresa… lo que regresa es una estrategia de mercado… la pintura como objeto consumible bajo unos parámetros de consumo dados por un mercado. Es la representación de la pintura, no la pintura la que está regresando. Sería interesante escribir esto.
P.B: No, Claudia, yo lo voy a transcribir y lo voy a mandar así, tal cual.
C.D: No (risas)
P.B: Sí porque estoy cansado de todas esas elaboraciones refinadísimas…
C.D: Mientras el gato intenta morder mi comida…
P.B: Sí, mira como apoya oportunísticamente la cabeza entre los brazos
C.D: Qué desadaptada (refiriéndose a la gata)
P.B: Una descalificación de la pintura por las cualidades de su género es una actitud un poquito estrecha…
C.D: Cuando la gente ataca la pintura lo que está atacando es ese ídolo, ese fantasma de la pintura como un objeto burgués. Está diciendo: pero cómo, nosotros sumos pontífices del arte libertario -que es el arte contemporáneo- que liberamos al hombre de las cadenas de lo burgués… ¿cómo se puede dejar otra vez el público domesticar por este valor burgués del cual lo hemos rescatado?
P.B: Pero ese rescate es completamente una bandera de batalla, una ilusión…
C.D: Claro, porque lo que define al arte contemporáneo, es eso precisamente, haber destruido unos valores burgueses, unos valores…
P.B:¿para instaurar cuáles?C.D: para instaurar unos valores que definan al hombre de hoy. Al hombre que está proyectado siempre.P.B: ¿Pero esos valores tienen una definición propia o se definen solamente en función de la destrucción anterior?
C.D: Se definen en razón de que siempre están moviéndose. De que no permanecen detenidos. Por eso el museo es tan detestable para un artista contemporáneo. Esa experiencia de ir a un museo a ver el cuadro que ha estado colgado durante cien años en ese mismo punto es intolerable ¿no? Porque es como si tu vas a un supermercado y puedes a ciegas hacer el mercado. No, no, no… En un supermercado siempre te van a cambiar los productos de lugar porque esa es la estrategia del supermercado y la marca no siempre te va a ofrecer el mismo color de pantalones… No, no, no… tú tienes que ponerte en el juego de la moda, en el movimiento de la moda… Lo que te ofrece el arte contemporáneo es… uno de los máximos valores del hombre de hoy y es la posibilidad de lo absolutamente nuevo… una especie de elixir de juventud
P.B: Representado en la posibilidad de tener acceso a los nuevo
C.D: Entonces… no te acomodes con estos puma boticas porque pronto van a salir las sandalias sin dedos.. los bluyines desnalgados … Ya cuando todo el mundo se sometió a los descaderados ahora tiene que usar un bluyin que llega hasta la cintura.
P.B: Bueno, voy a hacer la transcripción de esto…
C.D: No, no, Pablo, espera un momento. Porque este último punto está como importante. ¿Qué es lo que ofrece… ¿Cuál es la panacea que ofrece el arte contemporáneo?
P.B: Yo soy muy escéptico, pero no lo descalifico por cuestiones de género. Creo que el gran protagonismo del arte contemporáneo ha sucedido en el terreno del monopolio de los presupuestos estatales, distritales.
C.D:¿Es una nueva forma de poder?
P.B: Es una nueva forma de poder, una nueva forma de lucha por el dinero. No creo que el arte contemporáneo esté llamado lograr una transformación profunda social… Lo que sucede es que -comparto tu tesis en lo referente a una modificación de nuestras capacidades perceptivas- el arte contemporáneo se nutre de esta nueva forma de percepción y a la vez cierra el proceso presentando objetos y experiencias que sirven como nutriente de la nueva forma de percepción. Este nuevo arte entra a ser mas naturalmente percibido en un entorno nuevo, pero no creo que sea un arte que conduzca a modificar esas estructuras de las cuales predicó que nos estaba liberando, de las estructuras burguesas.
C.D: Pero esto parece como una especie de chiste como por ejemplo un niño al que se le dan unos juguetes supersofisticados y el chino de dos años tiene sus manos ya casi adaptadas a los botoncitos y las interfaces y de pronto alguien un día le tira un papel y una piedra y el chino se siente completamente decolocado y fuera de lugar frente a esos objetos. Y no es que no le atraigan, sino el sentimiento, que a mi me parece que es lo que sucede con la pintura, es un sentimiento de ridiculez, de sentirse ridículo, entonces lo que explota el arte contemporáneo es eso, es ese sentimiento de sentirse ridículo. Entonces la protesta frente a una nueva revalorización de la pintura es evitemos el ridículo.
P.B: Voy a dejar la entrevista en este punto. La transcripción ya es de por si bastante extensa.(risas de ambos)