Cerrado por manifestaciones

Al llegar a Fragmentos me encontré con la puerta cerrada, golpeé varias veces hasta que un celador me abrió. Le dije que quería visitar la exposición y me respondió que estaba cerrada al público, le aclaré que la exposición había sido inaugurada el día anterior, pero me dijo que por orden del ministerio y del museo (asumí que se refería al Ministerio de Cultura y al Museo Nacional) el espacio estaba “cerrado por las manifestaciones”. Le comuniqué mi inconformismo al ver que había gente al interior del edificio, me respondió que esas personas tenían permisos especiales y que si no contaba con una autorización debía retirarme.

Por José Ruíz

Vidas Robadas es la exposición con la que Doris Salcedo en conjunto con María Belén Sáez de Ibarra proponen rendirle un homenaje a las víctimas mortales de las manifestaciones masivas de los últimos años. La muestra está sustentada en las investigaciones de Cuestión Pública, un medio de periodismo digital que ha desarrollado un exhaustivo trabajo alrededor de las personas asesinadas durante las movilizaciones. La exposición ‘abrió al público’ con un evento virtual en el que participaron las curadoras en representación de varias entidades públicas, las directoras de Cuestión Pública, y la orquesta de cámara de la Universidad Nacional que interpretó el canto fúnebre Requiem IV Lacrimosa del compositor húngaro György Ligeti.

Esta acción de duelo organizada en Fragmentos espacio de arte y memoria tiene, en palabras de Salcedo,  el objetivo de  “hacernos cargo de la memoria de las personas asesinadas durante el paro nacional”, considerando que “para que estas terribles experiencias trágicas no queden reducidas al lamento, el silencio y la soledad de los dolientes deben ser inscritas en una acción de memoria pública y colectiva.” El discurso de Salcedo sonaba oportunista, genera desconfianza que la exposición esté encerrada en esta caja con paredes de vidrio rodeada por edificios del estado. La acción parecía responder a los intereses personales de las curadoras posiblemente para reivindicar el espacio después de que fue usado por el gobierno para desarrollar una mesa de diálogo entre el presidente Duque y representantes del clero.

Antes de escribir este texto quise ir a Fragmentos, aproveché que varias de las marchas programadas para hoy, dos de junio de 2021, se dirigían a la Plaza de Bolívar, y hacia las 2 de la tarde cuando la concentración en la plaza de disipó me dirigí al lugar. Con la carrera séptima cerrada desde el edificio del congreso hasta el barrio las Cruces tuve que subir varias calles y rodear las manzanas circundantes a Fragmentos. Bajé desde la carrera sexta por la calle del Archivo de Bogotá y cuando llegué a la esquina de la carrera séptima con calle 6B me encontré con un retén militar y cientos de vallas metálicas que bloqueaban el paso. Me dirigí hacia la entrada de Fragmentos cuando un militar armado me abordó con la pregunta ¿Para dónde se dirige?, le respondí y me dio paso. Al llegar a Fragmentos me encontré con la puerta cerrada, golpeé varias veces hasta que un celador me abrió. Le dije que quería visitar la exposición y me respondió que estaba cerrada al público, le aclaré que la exposición había sido inaugurada el día anterior, pero me dijo que por orden del ministerio y del museo (asumí que se refería al Ministerio de Cultura y al Museo Nacional) el espacio estaba “cerrado por las manifestaciones”. Le comuniqué mi inconformismo al ver que había gente al interior del edificio, me respondió que esas personas tenían permisos especiales y que si no contaba con una autorización debía retirarme.

Regresé a la plaza esquivando los bloqueos en todas las calles que circundan el palacio presidencial. Las vallas que impiden el paso tenían frases como “Bienvenidos a la casa de la democracia”, “Trabajamos por un mejor país” y “Transparencia”, esas mismas vallas son utilizadas por la primera línea para escudarse de los gases y las aturdidoras que lanza el ESMAD para dispersar las concentraciones. Al llegar a la plaza encontré varias telas en el piso con los nombres, recién escritos, de muchas de las personas asesinadas por agentes del estado en el último mes. Muchos de los nombres coincidían con los que estaban escritos al interior de Fragmentos, o eso supongo, pero en la plaza a diferencia del espacio de arte y memoria su escritura y lectura es pública, y el ejercicio de memoria se asume en colectivo.

De las acciones anteriores desarrolladas por Salcedo que tienen como trasfondo el conflicto armado siempre rescaté que se desarrollaran en la calle, aunque veía con sospecha que estos eventos estaban delimitados por un cordón de vallas metálicas similares a las que encontré hoy, como en el caso de Sumando Ausencias. Con Fragmentos Salcedo se construyó una fortaleza resguardada por el estado al que critica. Encuentro ofensivo que el espacio donde se rinde un homenaje a las personas asesinadas por agentes del estado esté fuertemente militarizado, y aún más que sus organizadoras promuevan como público y colectivo un ejercicio que no lo es.

¿A qué juegan Salcedo y compañía cerrando la “acción de memoria” en un día de marchas? ¿Temen que la multitud dañe la asepsia de sus proyectos? Los ejercicios de memoria, según lo que sucedió hoy, deben hacerse cuando no incomodan, cuando la fuerza pública tiene total control de la situación, cuando las ciudades están militarizadas y el transporte público funciona con normalidad, los días de paro es mejor cerrar. Las acciones de memoria es mejor hacerlas por streaming, la calle sucia y rayada molesta por estos días. Hagamos un buen registro de la instalación para que lo publique la prensa, las acciones de memoria es mejor verlas en fotos.

Durante la inauguración de Vidas Robadas Salcedo enfatizó la importancia de escribir los nombres de las víctimas mortales para reconocerlos. Invito a Salcedo a que la próxima vez que visite Fragmentos haga un recorrido a pie desde la avenida 26 con carrera séptima y contabilice los nombres de las personas asesinadas en los últimos años escritos en las paredes, nombres que en la mayoría de los casos están acompañados del verbo vivir en tiempo presente, y donde lo que importa es la memoria de la persona asesinada y no quien escribe su nombre en la pared.

2 comentarios

José,

Me gustaría hacerte una pregunta y un comentario:

1. ¿Tú crees que la militarización de las calles y las ciudades de Colombia dependen de una artista? No dependerá más bien del estado de «asistencia militar» en el que entramos hace una semana y pico?

2. El día que fuiste a Fragmentos estaba cerrado porque ese día iban las madres de los fallecidos a visitar la exposición y por eso se cerró al público.

P.D: Cómo hiciste para ver hacia adentro del museo desde la calle, si no hay ventanas ni vidrios transparentes que dejen ver hacia adentro?

Tu comentario aclara muchos planteamientos del artículo. Tal vez si el portero hubiera dicho a quien escribe que las madres estaban ahi, la historia habría sido diferente?