Audiencia versus comunidad

La comunidad puede resultar engorrosa, fastidiosa, peligrosa al mundo global capitalizado que necesita para sus autos eléctricos litio de Bolivia, o carbón del Cerrejón para calmar su sed de energía barata. La audiencia no tiene luchas vitales. La comunidad si las tiene.

La noción de “audiencia” se convirtió en un número. Número de visitantes, de likes en Instagram y Tik Tok, de selfies en toda pantalla de celular. La audiencia regula la función y creación de los museos y de las instituciones de arte. Determina los fundamentos de su legitimidad financiera. Audiencia, es además medida de los artistas exitosos, de las galerías exitosas, de las ferias de arte -de nuevo, exitosas- . Un país culturalmente exitoso, es un país donde los museos tienen audiencias. Curadores como Nicolas Bourriand, cofundador del Palais de Tokio, un espacio que nació en los noventa precisamente con la promesa de “crear audiencias” ha sido un profeta de la necesidad de pensar en términos de audiencia dentro del nuevo panorama del arte globalizado. Es decir, el arte en el que el capital simbólico y cultural no es independiente del capital económico y financiero.

Hay una relación intrínseca entre audiencia y globalización, porque “audiencia” implica un colectivo de personas que funcionan (consumen, compran, venden) sin la necesidad de las (difíciles) transacciones que crean y mantienen una comunidad. Una comunidad rompe su equilibrio rápidamente si es destinada al gran número de individuos que habitan el mundo globalizado, a la falta de esperanza de encontrar otra narrativa diferente a la del capital. El colectivo audiencia es algo fácil de construir, de relacionarse: Con un “click” se está adentro, con un “click” se está afuera.

La comunidad puede resultar engorrosa, fastidiosa, peligrosa al mundo global capitalizado que necesita para sus autos eléctricos litio de Bolivia, o para calmar su sed de energía barata, carbón del Cerrejón -donde una comunidad lucha por el agua del lánguido riachuelo. Una luca más allá del click. La audiencia no tiene luchas vitales. La comunidad si las tiene.

Números:¿cuántos van a venir? ¿Cuántos artículos va a ser publicados? ¿Cuantos followers? ¿Cuántas fotografías va a circular? La agilidad para la publicación (es decir, hacer algo público) a través de los medios sociales hace que todos seamos audiencias y al mismo tiempo consumidores. Los números crecen en la medida que cambian las plataformas digitales. Hace 15 años era un gran éxito tener 900 amigos en Facebook. Hoy, la medida es otra. Hablamos de millones. Millones es la clave del éxito. Los números se han disparado en todas las esferas de la vida. Hablamos de trillones en deudas públicas, en fraudes económicos, o de capitalización de determinadas industrias financieras, hablamos de pinturas que para ser buenas cuestan millones. Se trata de una audiencia exponencial. ¿cuántas fotos circulan en la que alguien está retratado al lado de la pintura? Parar(se) al lado de la pintura. Al lado de la escultura. Al lado de la figura de cera. No sólo a lado de los incunables. Al lado de todo. Hay que parar(se) al lado de todo. Al lado de la pintura de millones, al lado del carro de millones, al lado del cantante de millones. Tal vez me equivoque. ¿Pero no es la exhibición más exitosa en México, es decir, la de mayor audiencia, la de Yayoi Kusama de 2014? y en Berlín, no fue ¿MOMA en Berlín de 2004? Blockbusters se llama(ban) en la jerga de aquellos tiempos. Un buen curador, produce exhibiciones Blockbusters y habla de millones.

La idea del museo sagrado está(ba) implícita en la arquitectura de ellos. La gran escalera apenas atravesado el vestíbulo. Ascender. Las escaleras eran los símbolos de prestigios para los museos. Viena, Berlín, la escalera Jordan de Hermitage. 1932. La segunda escalera Bramante del Museo Vaticano. Tal vez, lenguaje arquitectónico para señalar el origen de los museos en la tendencia liberal de las monarquías. El ciudadano sintiendo su peso físico asciende a las otroras colecciones reales. El prestigio hoy es otro: El miembro del board que tiene billones, o trillones. El miembro que compra dos piezas. Una para sí mismo, la otra para donarla al museo. La que compró para si mismo saldrá a venderse por millones en el mercado de subastas, una vez, en otros museos (del mundo globalizado) otros miembros del board, donen también la segunda pieza que adquirieron del mismo artista que tiene cientos de miles de seguidores.