Una joven generación de artistas españoles, que creció tras la muerte de Francisco Franco, arremete con ironía contra el legado de más de tres décadas de dictadura en varias obras satíricas expuestas en la feria anual de arte contemporáneo ARCO de Madrid. Esta tendencia quedó de manifiesto con la presentación en ARCO madrid 2012 de una escultura a tamaño real del artista Eugenio Merino, de 36 años, que representó a Franco encapsulado en una nevera para representar que su imagen sigue viva en España.
«La represión fue tan grande y la dictadura duró tanto que la gente acabó amando a quien le quitaba las libertades. Mi generación puede tener una perspectiva más arqueológica, más crítica», asegura el artista español Fernando Sánchez Castillo.
Este escultor, de 41 años, compró el año pasado el antiguo yate de Franco, el ‘Azor’, por una suma que no quiso revelar y lo transformó en chatarra que después utilizó para fabricar esculturas minimalistas actualmente expuestas en una galería madrileña. El mismo artista afirma haber obtenido dos pelos de las cejas del dictador, comprados a un artesano que hizo un molde de su rostro cuando murió en 1975. Sánchez Castillo presentó estos pelos en ARCO en una bolsa de plástico colocada tras una lupa.
Exponiendo restos del dictador y transformando su yate en esculturas el artista quiere subrayar que España se convirtió en una «dictadura de mercados donde todo puede ser comprado y vendido». El mismo escultor presentó un busto del difunto dictador colocado sobre una plataforma que gira a toda velocidad impidiendo reconocer sus rasgos. «Esto demuestra como Franco está siempre presente, pero no se ve», afirma en referencia a una ley de 2007 que ordenó retirar de las calles placas, estatuas y otros símbolos en honor al dictador.
Muchos de estos artistas, que no conocieron la represión franquista, aseguran arremeter contra este tema motivados por su continua presencia en la prensa española. «Franco sigue siendo noticia, no ha desaparecido», afirma Merino, que nació pocos meses antes de su muerte del dictador, explicando que su escultura, que causó sensación en la feria, «representa la idea de que en España la gente mantiene viva la imagen de Franco».
«No se deja de hablar de él, no se deja de debatir. La nevera es un lugar donde se mantienen vivas y frescas las cosas», explica, aludiendo al juicio contra el magistrado Baltasar Garzón por intentar investigar los crímenes del franquismo pese a la existencia de una ley de Amnistía de 1977.
Titulada ‘Always Franco’ y realizada con silicona, poliester, pelo humano, ojos de cristal, ropa y vinilo, la escultura de Franco en una nevera se vende por 30.000 euros (unos 40.000 dólares).
Otros artistas, como Paula Rubio, de 34 años, afirman actuar motivados porque algunos de sus familiares sufrieron la represión del franquismo, que gobernó España durante 36 años, desde el final de la Guerra Civil hasta la muerte del generalísimo. «Mis abuelos y tíos fueron detenidos y torturados», afirma Rubio, que presentó en la feria una gran fotografía en blanco y negro de una fosa común de víctimas de las fuerzas franquistas durante la Guerra Civil (1936-1939).
«Somos la última generación que va a tener la posibilidad de escuchar testimonios directos de la gente que sufrió bajo el régimen, de nuestros padres y abuelos. Es importante mantener esta memoria colectiva viva», agrega.
Sin embargo, las quejas no tardaron en surgir de parte de quienes aún valoran la memoria del dictador. La Fundación Franco, responsable por preservar su figura, anunció el jueves que iniciará acciones legales contra Merino y los organizadores de la muestra. «La obra genera odio y enfrentamiento, dijo el vicepresidente de la Fundación, Jaime Alonso. «Se está ofendiendo gravemente al anterior jefe del Estado, al que se está caricaturizando, y convirtiendo en guiñol. No podemos dejar pasar esto, porque sino cada vez tendremos provocaciones más escatológicas y más groseras», apuntó.
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