Babelia dedica hoy un especial a la narcoliteratura. Casi como un paso más allá de los narcorridos, la narcoliteratura no tiene que echar mano de la ficción, la realidad es tan cruda que no es necesaria, basta con reflejar esa realidad cotidiana de la que hablan los Tigres del Norte. Incluso se insinúa que si no fuese verdad lo que explican los nuevos autores de la narcoliteratura mejicana, como ficción no sería verosímil.
Todo un fenómeno en la producción cultural frente al que también podríamos empezar a pensar si existe un narcoarte.
Sin ir más lejos, Teresa Margolles en el pabellón mejicano de la presente edición de la Bienal de Venecia ha usado como elemento principal de su instalación la sangre de muertos en balaceras de narcos.
Hace unos años años Rubén Gallo en la Quam defendía que algunos de los artistas de México DF, como Joshua Okón o Miguel Calderón, simplemente reflejaban la realidad de la ciudad, que prácticamente eran documentalistas, que nada era inventado o ficcionado, simplemente muestran las cosas tal y como son (policías corruptos o ricos caprichosos).
Todo ello nos podría llevar a varias discusiones que van más allá de la realidad mejicana. La menor: ¿a qué una supuesta división entre narcoliteratura o narcoarte? También: como algunas realidades sociales tensas pueden convertirse en el mejor artículo de venta para una identidad nacional en la producción cultural. O, más interesante bajo mi punto de vista, la discusión que apuntaba Martí Manen aquí hace unos meses sobre la verdad en arte, cine y literatura.
David Torres