Tuve la oportunidad de ver las maquetas finales (foto) y los bocetos de ensayo, además de escuchar personalmente las explicaciones del maestro Negret, sobre su escultura en homenaje a Bolívar. Creo que los arquitectos tenemos que opinar por muchas razones, como se verá. De entrada quiero decir que tuve la sensación inmediata de estar frente a una obra de arte de gran envergadura. Negret, en su estilo, reconocido internacionalmente, dio respuesta grandiosa a la solicitud que se le hizo. De Perogrullo es, pero parece que no se ha entendido así, si el Distrito llama a un poeta para un homenaje al Libertador, entrega un poema, si llama a un pintor entrega un lienzo, y si como fue el caso, llama a Negret, surge una escultura. No fue una salida espontánea de él. Fue un encargo oficial. Negret se crece y entrega una escultura monumental, a la escala de una ciudad de 8 millones de habitantes. Escultura arquitectónica, porque es visitable, recorrible.
Desde un punto de vista formal me pareció equilibrada, por la simetría de sus seis grandes soportes, pero es a la vez dinámica por su composición en diagonales. Desde un punto de vista estructural, a primera vista parece perfectamente construible y requerirá desde luego de la participación de ingenieros calculistas, no solo para la súper-estructura sino para su cimentación.
No tengo dudas de que Negret ha bosquejado una obra de resonancia universal, propia de nuestra época, y no pude menos de sentir por muchas razones la necesidad de compararla con otra obra ya consagrada desde hace más de un siglo y que nadie osaría discutir. Me refiero la famosa torre de París diseñada por el ingeniero Augusto Eiffel, el cual merece también el título de arquitecto. Hubo por el proyecto también una terrible polémica oposición de los académicos, cuyos nombres son hoy desconocidos. Se la consideró un objeto inútil, y se dijo que iría a destruir la bella silueta de París. Su costo se consideró inadmisible. Todas las predicciones fallaron. La torre es hoy la que simboliza la ciudad, ha sido rentable, y sobre todo es uno de los atractivos turísticos y populares de la ciudad. Este monumento símbolo, es en metal, pues fue el siglo de las estructuras metálicas: puentes, edificios públicos, y los pabellones de exhibición de las exposiciones universales que tuvieron lugar en París y Londres, se realizaron con este material. El de Negret es el concreto, en lo referente a su estructura básica, y es significativo el hecho de que estamos en el siglo del concreto. Eiffel concibió una torre perfecta estructuralmente, pero en el lenguaje de su época: el Art Nouveau. Negret nos presenta una obra abstracta que sigue nítidamente su línea que nadie puede rechazar como auténtica de su personalidad creadora y representativa del arte contemporáneo..
Y finalmente, la torre no fue, lo demuestra más de un siglo de existencia, un objeto inútil. La de Negret está, felizmente, concebida como un monumento de atracción popular.
Podrá ser símbolo de Bogotá y será rentable también. Pero sobre todo, la gente de hoy, bogotanos, colombianos, turistas, a través de la vivencia con este monumento recorrible, que sin duda atraerá su interés, estarán también en contacto con las obras del Libertador, que en él se han planeado y serán un homenaje permanente.
Germán Samper