1. Todas las especies, pueblos y culturas tienen un valor intrínseco: todos los seres son sujetos dotados de integridad, inteligencia e identidad, y no objetos susceptibles de convertirse en propiedad de otros, de ser manipulados, de ser explotados o de ser desechados. Ningún ser humano tiene derecho a ser dueño de otras especies, de otras personas o de los conocimientos de otras culturas por medio de patentes y otros derechos de propiedad intelectual.
2. La comunidad de la Tierra es una democracia de toda la vida en su conjunto: todos somos miembros de la familia de la Tierra y estamos interconectados a través de la frágil red de la vida del planeta. Todos tenemos el deber de vivir de un modo que proteja tanto los procesos ecológicos de la Tierra como los derechos y el bienestar de todas las especies y de todas las personas. Ningún ser humano tiene derecho a inmiscuirse en el espacio ecológico de otras especies y de otras personas ni a tratarlas con crueldad o con violencia.
3. Debe defenderse la diversidad en la naturaleza y en la cultura: la diversidad biológica y cultural constituye un fin en sí misma. La diversidad biológica es un valor y una fuente de riqueza (tanto material como cultural) que crea condiciones para la sostenibilidad. La diversidad cultural genera condiciones para la paz. Todas las personas tienen la obligación de defender la diversidad biológica y cultural.
4. Todos los seres tienen un derecho natural a su sustento: todos los miembros de la comunidad de la Tierra, entre los que se incluyen todos los seres humanos, tienen derecho a su propio sustento, es decir, a la comida y al agua, a un hábitat seguro y limpio, y a la seguridad del espacio ecológico general. Los recursos vitales para tal sustento deben seguir siendo comunales. El derecho al sustento es un derecho natural porque es el derecho a la vida. Son derechos no otorgados por ningún Estado ni por ninguna empresa, y tampoco pueden ser anulados por acción estatal o empresarial alguna. Ningún Estado y ninguna compañía empresarial tienen derecho a cercenar ni a debilitar estos derechos naturales, nia cercar los ejidos que sostienen la vida.
5. La democracia de la Tierra está basada en las economías vivas y en la democracia económica: la Democracia de la Tierra se basa en la democracia económica. En la Democracia de la Tierra, los sistemas económicos protegen los ecosistemas y su integridad; protegen los medios de vida de las personas y satisfacen sus necesidades básicas. En la economía de la Tierra, no hay personas ni especies ni culturas prescindibles. la economía de la Tierra es un economía viva. Está basada en sistemas sostenibles, diversos y pluralistas que protegen la naturaleza y las personas, que son elegidos por éstas y que obran por el bien común.
6. Las economías vivas están levantadas sobre economías locales: es en el nivel local donde más cuidadosa, creativa, eficiente y equitativamente se consigue la conservación de los recursos de la Tierra y la creación de medios de vida sostenibles y satisfactorios. La localización de las economías es un imperativo social y ecológico. Sólo deberían ser producidos de forma no local y comerciados a larga distancia aquellos bienes y servicios que no pueden ser producidos localmente -es decir, empleando recursos y conocimientos locales-. La Democracia de la Tierra está basada en unas economías locales vibrantes que sostienen, a su vez, economías de alcance nacional y global. En la Democracia de la Tierra, la economía global no destruye ni aplasta las economías locales; tampoco genera personas prescindibles. Las economías vivas reconocen la creatividad de todos los seres humanos y crean espacios para que las diversas creatividades alcancen la plenitud de su potencial. Las economías vivas son economías diversas y descentralizadas.
7. La Democracia de la Tierra es una democracia viva: la democracia viva se basa en la democracia de tanto de toda la vida en su conjunto como de la vida cotidiana en particular. En las democracias vivas, las personas pueden influir en las decisiones que se toman sobre los alimentos que consumimos, el agua que bebemos y la sanidad y la educación de las que disponemos. La democracia viva crece como un árbol, de abajo a arriba. La Democracia de la Tierra se basa en la democracia local; en ella, son las comunidades locales -organizadas sobre los principios de inclusión, diversidad y responsabilidad ecológica y social- las que gozan de la máxima autoridad en aquellas decisiones relacionadas con el medio ambiente y los recursos naturales, así como con el sustento y los medios de vida de las personas. La delegación de autoridad en niveles de gobierno más distantes se realiza conforme al principio de la subsidiaridad. La autonomía y el autogobierno son los cimientos de la Democracia de la Tierra.
8. La democracia de la Tierra está basada en unas culturas vivas: las culturas vivas promueven la paz y crean espacios libres para la práctica de religiones diferentes y la adopción de credos e identidades distintas. Las culturas vivas permiten permiten el florecimiento de la diversidad cultural partiendo del terreno de nuestra humanidad común y de nuestros derechos compartidos como miembros de una comunidad de la Tierra.
9. Las culturas vivas nutren la vida: las culturas vivas se basan en la dignidad de (y el respeto por) la vida en su conjunto (humana y no humana), las personas de todos los géneros y culturas y las generaciones presentes y futuras. Las culturas vivas son, pues, culturas ecológicas que no favorecen estilos de vida ni pautas de consumo y producción que sean destructivas para la vida, ni la sobreutilización y la explotación de los recursos. Las culturas vivas son diversas y están basadas en la veneración por la vida. Las culturas vivas reconocen la multiplicidad de identidades basadas en el lugar y en la comunidad local, pero, al mismo tiempo, reconocen también una coincidencia planetaria que vincula al individuo con la Tierra y con la vida en su conjunto.
10. La Democracia de la Tierra globaliza la paz, la atención y la compasión: la Democracia de la Tierra conecta a las personas mediante círculos de asistencia, cooperación y compasión, en lugar de dividirlas mediante la competencia, el conflicto, el temor y el odio. Frente a un mundo de codicia, desigualdad y consumo excesivo, la Democracia de la Tierra globaliza la compasión, la justicia y la sostenibilidad.
Vandana Shiva
Ediciones Paidós Ibérica S.A, 2006
Traducción de Albino Santos Mosquera
Impreso en España