Debate: Los hijos bobos

Este círculo abierto de amigos/galerías/espacios independientes es la llave para el mínimo reconocimiento; en los eventos sólo aparecen expuestos los mismos pelagatos semiestablecidos del mismo círculo.

La decadencia crítica y artística por la cual pasa Bogotá recuerda el nacimiento del Rey Carlos II de España, también conocido como el Hechizado. Gracias a la endogamia, la corte de los Habsburgo españoles concibió su último fruto podrido. Torpe, encorvado, enfermizo, mongólico y feo, son los adjetivos que presentan las descripciones del rey, adjetivos que comparte con la escena del arte como producto de la endogamia.

En la enmarañada red de circulación del arte, las convocatorias y los espacios independientes parecen tener un rol fundamental sobre los artistas emergentes. Concebidos como espacios de inclusión que deberían fomentar la producción artística, los espacios independientes tienen su origen en la antítesis del academicismo, una vetusta disputa que pretendía cambiar los preceptos establecidos por unos nuevos, cambiar a los artistas octogenarios por sangre nueva. Pareciera que los espacios independientes son el lugar para obtener la madurez de la producción artística, al igual que la participación en convocatorias y otro tipo de investigaciones que impliquen un desarrollo plástico y teórico para llegar a una supuesta consolidación. Hipotéticamente, si continuamos en los escalones del arte, seguiría exponer en el Salón Nacional de Artistas y después ¿por qué no? en la bienal de São Paulo.

Surge entonces la siguiente pregunta para los artistas emergentes que pretenden acceder a este pequeño mundo: ¿Cómo empezar a exponer?

Existen los siguientes pasos para exponer en cualquier espacio independiente/galería: sé cool, monta un taller con un grupo de compañeros, ve a todos los eventos sociales del arte y, por sobre todas las cosas, sé amiguis íntimo de la escena artística, pues, finalmente, los contactos abrirán las puertas a un mundo mediocre y sin el mínimo vestigio de rigor, donde solo le dirán “vamos a hacer una exposición, monte algo”.

Este círculo abierto de amigos/galerías/espacios independientes es la llave para el mínimo reconocimiento; en los eventos sólo aparecen expuestos los mismos pelagatos semiestablecidos del mismo círculo. Parecen haberse olvidado de las convocatorias o de procesos de investigación que impliquen una férrea búsqueda de obras. Como hijo mongólico aparecen proyectos mediocres e insulsos que terminan por establecer una paupérrima red de artistas a los cuales no se les exige un proyecto decente, tan sólo mamarrachos expuestos que parecen estar avalados por nosotros.

Es aquí donde surgen las mas irrisorias investigaciones, proyectos y obras que parecen ser el vómito incontrolable del mongol. Un ejemplo de ello es Nado Sincronizado proyecto del espacio independiente MIAMI y La Usurpadora, donde los artistas son amigos invitados del espacio para que hagan algo en Puerto Colombia. Si el único requisito es hacer algo implica perdida del rigor, traduciéndose además en un relativismo que pregona el todo vale y en una mínima investigación, sin análisis ni estudios sobre la repercusión de las obras en otras ciudades o espacios, tampoco se estudia el público a que van dirigidas. Otra de las exposiciones donde recuerdo haber sentido el escozor por la pregunta “¿Esto por qué está expuesto?” fue la muestra en la Quinta de Bolivar que se tituló Una Serie de Posibles Recuerdos, en en el cuarto en que dormía Simón Bolívar aparecían carteles donde se podía leer La quinta esta de quinta. No dejaba de preguntarme si con una debida convocatoria o investigación sobre ciertas obras podrían haberse expuesto proyectos mas contundentes y congruentes que los bobalicones anuncios de Juan Haag. Igual sucede con exposiciones como La Otra, que es un ejemplo de la extraña necesidad de soportar por parte de los curadores la presentación de proyectos acostumbrados a recibir un SÍ dentro de su circo artístico. Un ejemplo de esto fue el proyecto Tímido donde  circulaban videos de amigos de los expositores, así como presentaciones en vivo que nos llevaban a concluir en la pregunta: “¿Y esto QUÉ?”

Queda tan sólo en estos tiempos apocalípticos de amistad cruzar los dedos, cruzarlos para que abramos los ojos y exijamos proyectos medianamente decentes, que exijan creatividad y contundencia, donde se pueda percibir la investigación y no la simpatía, pues si no entonces quítense los espacios independientes, galerías y curadurías sus títulos y opten por portar el de Espacio en Alquiler.

 

Carlos Salazar Wagner

30 comentarios

Bueno, pero ¿cuál es la propuesta?

Los espacios independientes son un recurso válido. El arte es y siempre será en Colombia una expresión de las relaciones públicas. Si alguien no es capaz de hacerse amigo de los demás para exponer su trabajo, creo que lo justo es para él empezar su proyecto con completa independencia. Los artistas siempre andan detrás de alguien más y parece que se acostumbraron a esto, y sería ridículo pensar que esta clase de problemas tampoco van a existir en manos de instituciones distritales o privadas.

Los espacios independientes, tienen su cuna en Cali con ciudad solar, que surgió en respuesta, a la falta de espacios que apoyara las inquietudes artisticas de los jóvens y la ineptitud del estado en materia de cultura, una situación que ha cambiado bastante en los últimos años, el país es mas grande y la ineptitud ya raya en lo descomunal. El problema no son los espacios independientes, ni las galerías, ni los eventos ni las convocatoria, El problema es la endogamia que algunos artistas han querido también implementar en Cali con resultado similares a las de un grupo que podemos ver en diferentes exhibiciones y convocatorias que avalan trabajos insulsos y hasta caídos del zarso. En Cali aún es crítica la situación con los espacios de concertación de pensamiento estético y no se exponen a nuestros artistas jóvenes y emergentes, pero si se le da espacio a las mamertadas de los ilustres artistas bogotanos que extienden como un pulpo su red de «amiguis» que según ellos «curan»….

Yo sé que es un lugar común pedirle a los críticos que pasen a la acción, pero en este caso me parecería ideal que Carlos Salazar Wagner nos mostrara qué cara tiene una «férrea búsqueda de obras» y cómo se podría satisfacer su exigencia de «creatividad y contundencia». Hay muchos espacios donde podría hacerlo, basta contactarlos por Facebook y cuadrar una fecha, todos están sedientos de ideas. Mientras más gente haya haciendo cosas buenas, mejor para todos.

Un aspecto positivo de este número de espacios independientes, que aparece como algo negativo en este texto, es que no hay convocatorias –o sea que el trámite para hacer algo ahí no es tan complicado ni tan mediado por requerimientos institucionales–.

Usted puede acercarse a cualquiera de los que manejan esos espacios y decirles «oiga, tengo una idea, quiero hacer una férrea búsqueda de obras para luego montar una férrea exposición donde los férreos lazos de amistad no cuenten para nada. Una exposición donde sólo puedan participar gente que yo no conozca, y donde no puedan simplemente ‘montar algo’. ¿Ah? ¿Le suena? De verdad que no va a ser como un hijo mongólico, se lo aseguro. Yo me lo imagino como un hijo sano y saludable, sin irregularidades en sus cromosomas».

Y ante semejante propuesta, algún espacio rebuscará en su calendario y le dirá que sí y ahí todos podremos ver cómo se ve la paradójica propuesta del autor de hacer una investigación donde la simpatía no se tenga en cuenta (¡sería toda una hazaña, eso sí, porque la simpatía existe en tantos sentidos!).

(Aclaro que curé con Natalia Sorzano de Tímido y puedo decirle que no todos los que participaron eran «amiguis» míos, aunque sí me simpatizaban. Pero como según el texto simpatía y amistad son la misma cosa, no sé si sirva de algo la explicación).

Creo que el texto de Carlos Salazar Wagner no va por el lado del creciente auge de espacios. Creo que en lo que llama la atención como sub-texto es en la reproducción de prácticas que posiblemente son las mismas que estos espacios critican de lo institucional. El amiguismo como práctica política y burocrática, independientemente de la existencia o no de algún tipo de convocatoria; la cercanía y necesidad de hacer parte de un circuito basado en el mercado (ferialización, galerismo), entre otras. Hay que ser muy ingenuo para comer cuento de la noción de independencia como circuito autónomo en un país como este. Por eso me parece que lo que dice Salazar Wagner podría ubicarse en el campo como crítica independiente (parafraseando a Andrea Fraser y demás en aquello del apellido institucional) que devela, por decirlo así, la micropolítica de estas «alternativas».

Del texto comparto parcialmente algo: falta de rigor en muchas de las cosas expuestas, de calidad.
Que haya amiguismo no importaría, me parece una herramienta válida, porque si Ud. conoce mejor a alguien por su trato frecuente, siendo artista, no sería diferente para el caso, un modo para tener más elementos de juicio al formarse un criterio de su trabajo. Es odioso [¡sí.que lo es!], enterarse de que no es posible acceder a participar con un mejor trabajo que algunos de los escogidos finalmente porque uno no es amiguillo; pero esto es algo difícilmente demostrable.

Al artista le queda es mostrar nada más; la demostración se deja -mejor por ser menos proclive a la corrupción- a la ciencia; o a los de las leyes, aunque dejen mucha duda.

Es descorazonador descubrir la cortedad de criterio, de alcance mental en quien pretende llevar las riendas como curador, crítico o jurado; pero si es lo que hay, es lo que hay. Quedaría mejor no dejar de proponerse asumir [en primera persona] que se puede dar más siempre, dando la pelea o simplemente hallando su propio espacio de expresión, así no sea institucional y, por tanto, menos visible.

Inevitablemente, todos dejamos de ser adolescentes en algún momento, no vale con teñirse canas si el cerebro se envejece; por eso el criterio de la edad es algo tonto si se mira la apariencia nada más.

Si Carlos Salazar Wagner repugna que se entreguen esos espacios a mediocres, está bien; no, si únicamente repugna porque sean menores que él [presumo]. Sabe más el Diablo por viejo, pero cabe la posibilidad que exista gente genial desde niña; aunque -comparto- no conocer entre tod@s los mencionad@s a ningun@.

No dudo en primer lugar el carácter utópico del texto, que si bien no propone una solución explícita ni tampoco expone una nueva falencia sobre el mundito del arte, sí creo y estoy casi seguro, pone el dedo en la llaga sobre una situación que se hace crítica y que pareciera estar siendo defendida por muchos con sus insufribles lobby de amigos; aunque me urge aclarar ciertas incógnitas porque pareciera que me tildan de artista resentido y marginal.

Señor Kalmanovitz, no me preocupa que no entienda las comparaciones, las metáforas, ni la ironía y, por ende, no intentaré hablar en fábulas; lo que si me tiene desconcertado es que en su opinión me tildara como alguien ajeno a los espacios independientes. Si escribo esto es porque hablo desde adentro, he tenido la oportunidad de ser amigo de estos espacios y observar plácidamente como realizan sus eventos y exposiciones, he incluso vivido y escuchado en primera persona el “vamos a hacer una exposición, haga algo”.

No sé en que mundo viven muchos, si es que tanta mediocridad se les hizo algo normal y la ineptitud creciente no les permite ni comparar, planear e iniciar un nuevo diálogo y/o proyectos. No sé incluso si ya exista la siguiente pregunta ¿Qué obra o qué investigación parece concordar con el objetivo de mi curaduría/evento? o incluso creo que no existe el siguiente razonamiento: ¿Será que la obra de “x” artista tiene mucho más fuerza que la mía y es más congruente con el discurso de la exposición? Pareciera que los proyectos de todos los amigos son perfectos y tan interesantes que se olvidaran del millar de artistas que TAL VEZ tengan obras mucho mas significativas que los mismos pelagatos observados. No se trata de proponer como algo novedoso una exposición donde prime la investigación, es exigir que las exposiciones tengan un mínimo criterio investigativo y curatorial, es decir, no es algo nuevo, es algo que DEBEN tener pero que el señor Kalmanovitz parece olvidar.

Existe también el carácter utópico de las convocatorias y las investigaciones, evidentemente no se van a encontrar artistas maravillosos a primera mano ni se presenta una inmensidad de proyectos. Lo que si resulta casi demandable es que esta falacia parece haberse olvidado y que la presentación galerista de amigos/artistas se nos tire en la cara como proyectos de investigación y nadie lo denuncie –insisto, yo no hablo de la periferia-.

El producto final que es palpable es el estancamiento, estancamiento que parecen observar los 201 me gusta sobre el texto, pues el aceptar proyectos que no son ni siquiera cuestionados por los gestores del proyecto (ni en su inicio ni en su proceso) donde el único requisito es ser amigo entonces queda la siguiente pregunta ¿Cuál fue el criterio (teórico, plástico, etc.) por el que fue escogido el proyecto aparte de la camaradería?

Finalmente la decisión de escoger a los espacios independientes es que resulta más irrisorio su actitud rebelde que toman muchos, cuando sus practicas son el espejo de la burocracia de las instituciones que tanto critican, además de mi consideración personal de ser los espacios independientes parte fundamental de la fomentación artística de la cual parecen olvidarse y adentrarse al lobby de la amistad. Sin embargo es una situación generalizada por lo cual ladenominé en totalidad como la escena del arte.

PD: Muchas palabras están en cursiva porque parece que algunas frágiles personas no parecen entenderlas dentro del férreo contexto del texto.

Me parece evidente que respuestas como las de Kalmanovitz son predecibles en cuanto adoptan una noción de defensa inmediata y olfativa de que en realidad se les acusa de mediocridad. Ahora, claro que este asunto de las propuestas juveniles sí son una cuestión de mediocridad bien establecida desde el seno de su gestación: las facultades de arte de Colombia. No me parece que se pueda justificar desde ningún motivo la mediocridad que se ha sentado hoy en día en las galerías y espacios alternativos de la ciudad. Si bien no he estado tan pendiente del asunto, hablo desde lo visto y es muy poco lo rescatable… reflexiones pop que abundan (eran necesarias, ahora invasoras), muy pocas obras que reflexionan sobre el espacio, mucha exploración esteticoide, pero pocos discursos alternativos, que es lo que reclaman.

Y concuerdo con lo que dice Iván Ordóñez: la crítica va a la hipocresía de lo alternativo. Claro que en esa misma esfera artistocrática se ha gestado la hipocresía más atroz… espacios alternativos para gente alternativa. Ahora, no todo ha sido tan terrible… pero sí me parece que la rosca universitaria es una clara muestra de la mediocridad de las facultades de arte de este país. Creo que finalmente el asunto no va contra el derecho de libre asociación artística sino contra su discurso hipócritamente alternativo y mediocremente logrado.

Una vez me habían dicho por ahí que era imposible acceder exponer en MIAMI, ya que es un grupo muy cerrado y donde prevalece la amistad, yo no lo podía creer, y entonces me puse a la tarea de contactarlos para presentarles un proyecto mio, me comunique con uno de ellos por Facebook y le envié mi proyecto con un buen texto y las imágenes a buena resolución con sus respectiva fichas técnicas, muy bien explicado, como cuando uno envía a un convocatoria, unos días después me citaron y fui a verme con ellos, les pregunte como empezaron el proyecto y por que se llamaba así, les explique mi proyecto muy detalladamente de constaba (pensé que con mis varios años de experiencia profesional en medio artístico, lo iba lograr), me dijeron que no les servia como individual (sin ninguna razón en concreto), que buscaban mas bien colectivas (me sentí como el chico que quiere entrar a un bar y el portero le dice: no amigo hoy es evento privado, toca con invitación), yo les dije bueno, puedo volver mi proyecto en una curaduría he invitar mas artistas, ya que tengo una larga experiencia en organizar exposiciones temáticas en varios recintos de Bogotá, me dije para mi, lo hago.

Nos despedimos y quedé a la merced de la respuesta de ellos, pasó el tiempo y nada, mas tiempo y nada, yo les escribía y nada. A la final me los encontré en una inauguración y les pregunte de una vez, que pasó con la respuesta. Ellos sólo vacilaban sin darme una respuesta (como chicos de colegio, como si no tuvieran razones de peso para decirme la verdad), muy respetuosamente les pregunté de nuevo qué pasaba, que me dijeran las cosas (en este medio como una vez hablaba con Paco Barragan, Curador español, son mas los no que los si, pero él media que había que buscar mas opciones y espacios, que alguno decía que si).

Bueno en fin, la respuesta anhelada de los de MIAMI (sabía que era un NO rotundo sin ningún argumento serio, por lo que le había pasado a varios conocidos míos del medio artístico con ese Espacio Independiente) fue tan superficial y tan tonta que uno sabe si reírse o llorar de la torpeza que esta escuchando, me dijeron: «no Widy lo que sucede es que su trabajo no nos gusta», así seco sin ninguna palabra que amerite un no real. si van a poner a esperar a un artista tanto tiempo con una respuesta tan floja y sin argumentos, digan de una no, o mejor aun no nos interesa por que sus trabajos no entran en los gustos del grupo o usted no es un allegado de nosotros y listo, ya uno sabe que no se puede nunca hacer nada allá.

A la final comprobé que en ese Espacio para exponer hay que ser amigo de, o fulano de tal o que su trabajo de arte encaje en los gustos personales de los del grupo, no vale la experiencia, ni la solides argumentativa de las obras, no vale nada de nada, al fin como lo dice el nombre del lugar, MIAMI basado en la cuidad norteamericana superficial, de gente latina que no quiere salir de su comodidad e idiosincrasia natural, descansadero vacacional, el Melgar de los niños pupi de Colombia.

La escena del arte local es en verdad paupérrima, pero ¿usted cree que lo que dice es en alguna remota medida novedad? Qué hastío da leer lo mismo una y otra vez.

Con el puro animo de llevar la contraria y de irritar a los espíritus sensibles, les voy a contar mi experiencia con MIAMI la cual es diametralmente opuesta a la que cuenta Widy.

Quería hacer una exposición en Bogotá y estaba buscando donde hacerlo. Como cualquiera lo hubiera hecho acudí primero a los amigos donde por razones que no recuerdo el asunto no se podía hacer. Una vez antes había ido a MIAMI y, aunque no los conocía y en resumidas cuentas no tenia ni idea quienes eran, decidí contactarlos. El proceso fue el usual “pues si.. podría interesarnos.. ¿por qué no nos envia una propuesta por email?”. Eso hice, esperé un tiempo y no me contestaron (como siempre sucede en estos casos), por lo que insistí de nuevo (como debe hacerse) y recibí la respuesta que quería: “hagamoslo”.

En ese primer momento, no era amigo de ninguno de ellos y mi contacto se limitaba a un par de llamadas telefónicas, un corto intercambio de correos y una saludada durante una inauguración en La Central. Después se hizo la dichosa exposición y durante el proceso de montaje nos fuimos conociendo y cogiendo confianza y aprecio. La experiencia fue bastante gratificante (al menos para mi), me gustó su actitud la que consideré honesta, fresca y desinteresada. Algunos meses después, de una manera bastante instintiva los invité a que me propusieran un proyecto para una de las salas del museo en el que trabajo. Aclaro para los cazadores de conspiraciones que al momento que se realizó mi proyecto-curaduria en MIAMI, aun no detentaba el cargo de curador del museo.

En fin, todo esto para introducir el capitulo final de esta novela. Después que MIAMI hiciera su proyecto en Cali, yo estaba buscando (de nuevo) un lugar en Bogotá para mostrar un otro proyecto. El proyecto era el libro de Victor Albarracín que había editado (y del cual yo estaba muy orgulloso) y la exposición que lo acompañaba. Por supuesto, mi primera idea fue proponerlo a los nuevos buenos amigos de MIAMI. Mas allá de mi amistad reciente, sabía que ellos eran amigos de Víctor, que algunos de ellos en el pasado habían trabajado con él, que les interesaban las publicaciones, que también eran amigos de Francisco Toquica (quien había diseñado el libro), que la cosa iba en el “estilo MIAMI”, que era un espacio donde el proyecto se desarrollaría de una manera muy natural, etc.. Además, ellos ya habían visto la exposición en Cali y leído el libro y, me habían hecho buenos comentarios. Sin embargo cuando lo propuse me dijeron “no sabemos… vamos a pensarlo”. Después recibí la respuesta: “este año ya hemos trabajado en dos ocasiones juntos, y Víctor ya ha expuesto acá.. y nos parece que es mejor evitar la endogamia.. preferiríamos hacer proyectos con gente nueva que no conozcamos, que aparezcan por ahí”. Y así fue. Cuando los MIAMI estuvieron en Cali se entrevistaron con artistas de acá que no conocían, y después de un tiempo los invitaron a exponer este año en Bogotá. Lo de Victor se hizo finalmente en otro lado.

Resumiendo… ser amigo no hizo ninguna diferencia en el plano laboral. Sin embargo, es muy común que los agentes del campo artístico, heridos en su ego al ser rechazados, en vez de poner en duda la calidad de sus proyectos, se limiten a buscar un tercero a quien culpar. La culpa siempre es de los demás..

Una solución interesante sería adquirir la sana costumbre (que yo ahora he perdido y de lo cual me admito igualmente culpable) de ejercer una labor crítica constante sobre lo que consideramos mediocre y falto de carácter conceptual. Se ha acostumbrado a no hablar sobre lo que no nos gusta y dejar pasar las cosas esperando que el olvido se encargue del asunto, pero leyendo las críticas en esta discusión salta a la vista que hay un enorme inconformismo soterrado en el público que no suele ver la esfera pública, ni siquiera en esferapublica. A excepción de poquísimos personajes como Guillermo Vanegas, es muy extraño ver por este medio a alguien que se ocupe de un ejercicio de crítica simple y útil: ir a una exposición de arte, diferir con ella y compartir dicha opinión. Se acostumbra a escribir en universalismos y generalizaciones sobre un supuesto estado del arte del arte local, pero pocas veces verdaderamente alguien dice con ejemplos puntuales que fue lo que no le gustó y porqué. A Carlos Salazar Wagner no le han gustado varias exposiciones y nos intenta explicar porqué. Eso está bien. Una galería no acepta cualquier proyecto que le proponen y por eso es acusada de falta de criterio ¿Porqué?

Otro punto: Realmente dudo que sea serio decir que el amiguismo curatorial es cosa de los espacios autogestionados. Es común ver gestores, curadores, impulsadores y cocuradores adjuntos elevados en posiciones de poder a punta de lagartería coctelera y apellidos caros que entregan becas, premios y meten mano en las rifas culturales para que quien le caiga en gracia entre a colecciones de bancos o se vaya a visitar Sao Paulo. Acá hay gente que imprime tarjetas de presentación con el título en mayúsculas de CURADOR E INVESTIGADOR y nunca han mostrado resultados ni en lo uno ni en lo otro, pero ahí siguen a flote, quién sabe cómo…

No para nada sientan que estoy atacando a los chicos de MIAMI, entiendo la labor de ellos como grupo, no es fácil primero buscar un casa para abrir un Espacio Independiente, segundo financiarlo para que dure unos meses o años eso es una cosa de admirar. siguiendo con lo mio, tampoco estoy triste, bravo o resentido por que no me aceptaron mi Proyecto, la cosa es que a veces la falta de argumentos serios hace pensar cosas, no todo lo que uno piense o haga tiene que se expuesto así no mas, por que si, cuando expuse o escribí en este medio mi experiencia, la hice hablando de que si uno posee un Espacio sea el que sea, hay que ser honestos desde en comienzo, ser respetuosos con los diferentes agentes del arte (Artistas, Curadores y demás), ser claro en los parámetros para exponer en el sitio, no hablando como: eso me gusta o eso no me gusta (creo que para mi, que esas cosas no son muy profesionales que digamos, no se que opinen los que lean esto). En otro sentido, es interesante ver que hay otro artista como Juan Sebastian Ramírez que le fue lo contrario que a mi, y resulto siendo muy afortunado de mostrar sus trabajos y fuera de eso hizo nuevos amigos (ya que los antiguos amigos lo decepcionaron), para mi, eso es normal y no es malo, así es el mundo de arte, muchas relaciones publicas e intereses en todos los aspectos, como lo comenta Willian Contreras en su escrito.

Y para terminar. creo que hay que ser mas claros con las respuestas (se que nadie es monedita de oro para caer bien) y con respecto a lo que pregunta William, el Porqué? pues fácil, por que todos merecemos respecto o acaso a usted William le hace gracia que no le den una buena explicación, de por que no es bienvenido su trabajo? sea artista o curador, por que a mi si me deja un mal sabor y a muchos mas también.

Muchas ideas en el texto de Carlos Salazar Wagner son generales, vagas y sobre todo extremadamente godas/ortogonales en la comprensión de cómo hacer exposiciones de arte.

En el ambiente ya tenemos buenos procuradores fascistas y tenemos suficiente con Ordoñez. Estaría bueno al menos en el arte, tener espacio para que vivan los hijos bobos, los hijos mongólicos, los buenos hijos, las ovejas negras, los maricas y hasta los espacios malditos.

Y si estamos en una era en donde suenan tanto palabras como inclusión, diversidad y entretenimiento, debería algún “amiguis” de María Paz proponerle para la Feria Artbo, un pabellón de espacios “independientes”. Nunca he asistido a la feria, no se si ya se ha hecho tal cosa, pero depronto puede ser un buen ejercicio para ver en la práctica diferentes espacios, formas, estrategias, métodos y fines de las muestras. Tal vez en la cercanía espacial entre espacios se puedan ver diferencias formales serias, que justamente alimenten el mundito del arte local.

Es el corolario hijo de la doctrina que profesa el «hablar de las obras», dogma inaugurado por Lucas Ospina, quien desde hace varios años vio con temor que la crítica a las instituciones (de la que ha hecho sorna sistemática y ha querido resolver en la fórmula trivial de «crítica institucional» queriendo sugerir «institucionalizada», excepto cuando él la ejerce) alcanzara a lesionar el monopolio de oportunidades que había venido proyectando y construyendo desde los espacios centrales con objetivo de control total. Entonces -para desarticular el potencial desequilibrante de una crítica a esas instituciones que iba colonizando (y de allí tal vez el único y verdadero sentido de un aplazado giro decolonial)- propuso el retorno de la crítica al periodismo cultural pedagógico, a la crítica de catálogo ligero abierta al gran público (en verdad ese gran público está restringido a esa minoría que es potencialmente compradora) o al comentario irónico, o polémica didáctica como lo propuso Traba o Eiger; o como él mismo (Ospina) dijo en algún momento en un tono más ambiguo y útil a su agenda: volver a «hablar de las obras».

Con cruzar los dedos en estos tiempos reumáticos parece incrementar una vaga sensación de repugnancia hacía la desenvoltura de los acontecimientos. El silencio de los acusados en general no parece esclarecer nada, ni siquiera se vislumbra al final una pretensión de esclarecer algunos criterios donde muchos se ven involucrados, no se sabe a ciencia cierta si su silencio parece aceptar algunas acusaciones o si sencillamente les invade un importaculismo descarado.

Tan solo quedaron malabaristas que sirvieron como abogados, con caras pintoreteadas tan solo echaron escupa, tan solo se quedaron en hablar de la vaguedad y simplicidad del texto sin adentrarse al problema que muchos parecen olvidar, tapar y babosear.

Finalmente en el piso tullido de la risa y el frío me doy cuenta que todo se fue a la mierda, que mientras muchos estamos cansados y hastiados de pésimas exposiciones que son auspiciadas por la misma gente, que mientras instigamos por una mínima decencia y un cambio de artistas mediocres, aparecen bobalicones aún peores, que tildan estas ideas de godas, que esperan un enmarañado mensaje y un amoroso texto donde el todo se vale impere por sobre todas las cosas.

Palabras más palabras menos, quedaría expresarse a gritos para que sus peculiares caras mostraran algún signo de atención:

Estamos cansados, mamados y hastiados de las exposiciones que se están realizando en la escena local. Estamos observando a la misma gente, los mismos proyectos, con sus obras pésimas, malogradas y nauseabundas que nadie se atrevió a decir que eran horribles. Y si nadie se atreve a decir lo paupérrimo de los proyectos entonces siguen apareciendo los mismos personajes con su plaga. Amiguis.

Y si no es claro el mensaje, si su única neurona no comprende la claridad de un mensaje y espera un texto del cual su única solución sea una sonrisa, es cosa suya.

¿Y la solución? Alguien ya me llamó fascista entonces sería el exterminio o un gran pogromo artístico -pero como también no notan los sarcasmos entonces es mejor ser claros- la solución ya la dio William Contreras, la solución radica en el hábito crítico, en el escribir sobre las exposiciones que ocurren, no a manera de gaceta si no de forma crítica, a ver si montándosela y dando nombres propios se dan otra dinámicas.

TAKING CARE OF UFF – Comentario sobre una exposición de M.I.A.M.I en el Museo La Tertulia

Dos sensaciones produjo la exposición del grupo M.I.A.M.I en el Museo La Tertulia el pasado mes de marzo, la primera de ellas era admiración por las obras y la segunda una gran desilusión. El problema de estas dos posturas es que eran vividas por la misma persona mientras hacía el recorrido y leía los textos de cada pieza. De unas piezas complejas se pasaba a otras absolutamente simples. La exposición gustaba-pero-no, y la razón de ello es que a pesar de que el arte es de ideas se suele caer en la trampa de un arte de ocurrencias; o por lo menos de ello daban la impresión algunas obras…

Recorrido.

El recorrido en la pequeña sala Contemporánea se toma su tiempo, la selección de obras funciona acorde con un planteamiento general al punto de que cada obra por aparte es tan débil que en otro contexto podría pasar desapercibida. Al entrar a la sala se percibe un olor a moneda, a bolsillo viejo; la primera sensación es la de entrar a una hacienda pisando grava en un gesto altamente arribista como lo es el de pisar la plata. La sala también da la impresión de ser una pequeña maqueta, una ciudad proyectada con sus rascacielos, sus carros, sus pantallas y sus montones; una metrópoli donde el capital se evapora y se materializa en movimientos mágicos e irracionales. Debido a la numerosa producción expuesta el recorrido exige quedarse cierto tiempo en la sala. Pero el tiempo es dinero (Time is Money) y algunos sintieron cierta estafa con respecto a los 4000 pesos que costó la entrada.

El reloj desarrollado por Argote evidencia más allá de la intención de la obra, el nuevo uso de la pantalla, ya no para ver-en-ella-algo, sino por el contrario para que produzca imágenes constantemente, su nueva función de estar todo el día prendida; ya sea televisión, internet, publicidad o un reloj, la pantalla prendida alarga las jornadas de luz artificial, siempre presente para brindar unos minutos de hipnosis, cambio radical en el uso de las cosas: pantallas con atmosferas, falsas ventanas, paisajes que cambian cada lapso de tiempo, etc.; por otro lado, la aplicación del reloj es una ingeniosa forma de dar la hora local con billete extranjero; siendo el dólar no un billete cualquiera la obra no se decide por criticar o por ofrecerse. Este ofrecimiento es común a todas las obras (no solo las de T.C.O.B) y quizá el juego más interesante de la muestra-global sea precisamente el mostrar-mostrando, agrandando el instante más vergonzoso de la obra: su tasación, frente al endiosamiento necesario para vender las cosas. Mitopoyesis del arte, artistas “revelación” que además revelan el ridículo funcionamiento de la especulación, capacidad esquizofrénica de un sistema que nadie puede parar.

El nombre Tres Taxis recuerda el trabalenguas “Tres Tristes Tigres”, que en este caso sería más bien “Tres Tristes Taxistas” contrariados por el gesto de Rivera, quien en un alarde de ingeniosa creatividad pasa la calle a través de tres taxis y además, en la otra pieza, ralentiza al máximo sus movimientos exponiéndose a un total de 4 madrazos. El movimiento ralentizado debe ser entrenado para evitar las vibraciones; este performance implica una serie de trabajos con el cuerpo que no pueden ser desdeñados por la idea; y es el problema presente en algunas obras de la muestra, a pesar de que se trate de ideas y juegos del sin-sentido, estos juegos dejan tras de sí unas imágenes, unos objetos, un registro que también debe ser trabajado profesionalmente. La idea no es suficiente. Ralentizar los movimientos quizá le invite a entrenar Tai-chi; Hay que resaltar que el problema de la velocidad en su relación Lento-Rápido es un complejo problema que ha sido abordado por la filosofía, en especial por aquella que ha tomado elementos de oriente para abrir el pensamiento occidental. El progreso se vuelca hacía la rapidez y la instantaneidad; quizá el gesto de Rivera tenga en consideración muchos puntos de esta problemática, pero de igual forma queda mal ejecutado.

Opportunities es la oportunidad de mirar la frase y pensar sobre ella el tiempo que se crea necesario, y no más. Kilométrico no está a la venta. Cráter es una obra invisible que intenta materializarse en los recibos pero que no está allí presente; Estas tres obras tienen en común su carácter de índices o signos vacíos; objetos que no presentan por si solos un valor artístico profundo si no son acompañados por un texto que explique su origen. En este sentido es importante resaltar que en el caso de Cráter, la pieza resultante es desilusionante, no es clara la relación entre la fotografía y los recibos; la imagen alude más bien a un error del Windows, como una ventana emergente en el escritorio del computador sobrepuesta sobre un bonito Wallpaper de la luna. Esta obra alcanza gran fuerza al evidenciar el absurdo y ser un gesto absoluto, un error del sistema, una grieta sin sentido. Kilométrico por su parte a pesar de indicar un gesto absoluto no es una obra que posea fuerza o pertinencia en la muestra. Su impronta compulsiva no alcanza a impresionar y la belleza de las hojas con las líneas ya ha sido trabajada y agotada desde otras perspectivas. En relación con el concepto global Kilométrico funciona al-ras.

Este concepto global empieza a difuminarse en una especie de todo-vale, es decir, da la impresión de que toda crítica que se haga por sutil, mal hecha, ocurrente o espontanea es útil para la exposición. Con respecto de la obra Lacuna, se podría pensar en primera instancia que no tiene que ver con el resto de las obras; es una alusión a la literatura y al libro como objeto. Esta obra plantea una perspectiva que tiene que ver con los recursos naturales y los formatos; Alguien expresó en la sala de exposición que Lacuna es una obra irresponsable con el medio ambiente, sin embargo precisamente ahí está el mosaico sobre el que baila la obra, la decisión de la artista por ahorrar o no papel, no modificará en nada el consumo y el gasto de papel que generan las compañías, sin embargo existen campañas publicitarias para hacer sentir culpables a las personas por no cuidar el planeta, cuando el problema no está en las manos de nadie; Campañas verdes que sirven más bien para estimular otros productos y abrir otros mercados. El papel se seguirá produciendo en cantidades abruptas a pesar de la decisión de un gremio de no usar más papel. La corporación puede crear sus clientes y muchos artistas han sido creados a imagen y semejanza de algunas compañías, muchos ni saben lo que están defendiendo. Volviendo a Lacuna, es una columna sobre la que se puede pensar en este problema relacionado con el medio ambiente, los recursos y el uso de las cosas. A nivel conceptual la obra es pertinente con los juegos verbales de Borges, da continuación a la paradoja literaria y la exterioriza.

75Mil Unidades es consecuente con la muestra en el sentido de tirar las cosas al piso; esta pieza, que sí parece un cráter, es planteada para ser pisada y para que las personas se lleven algunas monedas. El monto que se podía sacar de la sala no podía ser más de 40 pesos o dos monedas, según el guía. Pocos se sentían con el derecho de llevársela y pocos con el derecho de pisar la plata, hasta que alguien les decía que podían hacerlo; a partir de ahí lo hacían con el mismo placer que se siente meter los pies en agua-caliente. Pisar la plata y hacerla crujir, como crujen las hojas secas y las piedras de gravilla, caminar sobre un mágico tumulto que está siendo inflado, un brinca-brinca de millón y medio que estira hasta cuatro millones y medio, este placer arribista es análogo a pensar en qué se va a invertir el premio del Baloto.

La obra Papel Moneda es la obra mejor instalada de la sala, la única que propone un dispositivo más allá de la idea originaria y la obra que más presencia posee; Borrar los billetes y pesar el ripio del borrador es una operación que cuestiona la materialidad del capital y propone un momento en blanco para la concepción del dinero; frente a la presencia física del papel moneda se evidencia la inmaterialidad de la plata y el deseo como molde a llenar, un cumulo de expectativas y esperanzas dadas en el intercambio de papel por cosas, por aparatos, por lujos, por objetos. Cabe preguntarse sobre la relación entre la obra Papel Moneda con la obra de Juan Martín Rico Deserción de circuitos ideológicos del 2010 en la cual el artista borra los billetes con el fin de demostrar que “el valor del dinero es una idea, y nada de su materialidad importa”[1]; más que una idea podría pensarse que el valor del dinero es el deseo, una entidad mental que ha desbordado el oro, la plata y demás recursos. Con respecto a la coincidencia entre las obras más vale hacer hincapié en que a pesar de su parecido cada una de ellas tiene intenciones diferentes, entre otras cosas se ha discutido mucho sobre estas casualidades; la coincidencia entre dos obras podría hablar de plagio pero también de casualidad, y precisamente en este plano se analiza la obra. En relación a las balanzas no es clara la intención de estas más allá de demostrar la inmaterialidad de la plata; sin embargo da la impresión de que las balanzas no funcionan bien, siempre están en ceros y sobre todo al parecer no existe una relación entre los valores y la altura de las bases metálicas. Acostumbrados a las barras y tortas estadísticas la altura de las bases es una confusa decisión de la artista.

Por su parte la obra Más Trabajo demanda para la artista precisamente más trabajo…

Taking Care Of Uff.

En general la muestra contiene cráteres y vacíos que no alcanzan a ser trascendidos por las ideas trabajadas por los artistas; estas ideas, que tal como el dinero, se dan en el plano del deseo y en la mente son materializadas por las obras, por el registro y por los objetos resultantes del gesto. Quizá haya que tener cuidado con las ideas y sobre todo esas que parecen altamente in-convencionales, pues a veces pasa que la idea es un recuerdo simplificado de algo más complejo; la espontaneidad en el arte a veces no es tan espontanea, no sobra recordar el apunte de Rosalind Krauss con respecto de lo que se tardaban los impresionistas en dar la impresión de espontaneidad. La muestra ha sido muy importante en la ciudad porque ha generado debate y polémica frente a la validez de las propuestas y la intención de las mismas. Se produjeron opiniones divididas y cambios de ánimo abruptos, del amor al odio, de la admiración a la desilusión…

[1] Imagen Regional 7 – Biblioteca Luis Ángel Arango – Banco de la República – 2012.

publicado en Le Pulpo > http://lepulpo.com/taking-care-of-uff-comentario-sobre-la-exposicion-de-m-i-a-m-i-en-el-museo-la-tertulia-2013/

¿Quien es Carlos Salazar Wagner? ¿cree que es realmente importante lo que plantea en la esfera?, o cree, que tratando a «los acusados» de realizadores de paupérrimos proyectos, exhibidores de obras pésimas, malogradas bla, bla, bla, tengan ahora que tomarse la molestia de contestarle o tratar de cotrovertirle sus planteamientos? Aunque aclaro, ahora no se si es simplemente por «montarselas», como él dice (apelativo que se encuadra -este sí-, en conductas de corte fascista). Pero claro él si puede tratar de bobalicon al que salga en defensa del otro («los acusados»), como si tuviera la verdad revelada, y la última palabra en lo que es bueno y es malo en arte.

Y si es tan valeroso, pues anímese (si es que esta tan aburrido de ver las exposiciones locales) a montar un espacio independiente o uno comercial y a mostrar lo que a usted le gusta y quiere ver, o simplemente no vaya a las exposiciones de los amiguis de «los acusados»,

Caso aparte merecen los comentarios de Breyner Huertas, quien procede a efectuar una critica a una exposición, quien indica que la muestra genero debate y polémica, opiniones divididas y cambios de animo, y todo esto que merece ser rescatado dista mucho de la mala leche con que Salazar Wagner, tratar el tema.

Aunque trato de no opinar sobre los debates que se dan e esferapública, no me parece justo con mis amigos «los acusados» que se les trate de esta manera por el «acusador», siendo que tienen proyecto (en mi concepto) muy bueno y quienes son animadores de la escena plástica Bogotana, así le incomode al inquisidor C.S.W.

Creo que en principio, el asunto planteado, debe alejarse de lo doméstico y de los sentimientos de frustración ante la negativa a ser exhibido, o pedir la oportunidad de exhibir.

De la galería MIAMI solo podemos decir en Cali de una sola exhibición,con sus defectos y virtudes que da cuenta de una serie de procesos en los cuales unos mas acertados que otros, evidencian un trabajo de transversalidad con un juego de retoricas ya no tan contemporáneas.

Por encima de generar una crítica vacía y llena de quejas y de tristezas, mejor generar unos señalamientos de los curadores, que ha realizado el ejercicio en Cali,

Hace cuatro años dirijo Precarius Tecnologicus un proyecto de arte e interactividad, que en el que participan diseñadores de medios interactivos, ingenieros mecatrónicos e ingenieros multimedia, puedo dar cuenta de quienes desde un criterio profesional curatorial, se han tomado el trabajo de ir al taller a conocer de primera mano que se gesta desde las ideas de alguien que dedica su vida al quehacer artístico pos electrónico, en todo este tiempo solo he recibido cuatro visitas, la primera de Guillermo Marín y Jim Fgankugenn de la curaduría en vídeo arte e interactividad plastica titulada «Para verte mejor» en Popayán, que hizo parte del 42 Salón Nacional de Artistas «Independientemente», la segunda fue del curador Carlos Betancourt para la curaduría «Ensayos para un mundo perfecto» del Salón de arte joven BBVA-Banco de la República; la tercera fue Carlos Blanco del Colombo Americano de Bogotá titulada Ensayos de dibujo interactivo y la cuarta y última visita fue de Juan Sebastían Ramírez y Erika Florez de la curaduría «Desde el malestar» para el 14 salones regionales de artistas, son la únicas visitas que he tenido y con todos ellos he tenido la oportunidad de compartir ideas y exhibir las vídeo instalaciones interactivas, creo que la lista sería mas larga si tan solo, los curadores vinieran hacer su trabajo «In situ»,

Creo que son los excesos de poder y el tráfico de influencias en la escena artística la que hacer ver a los artistas bogotanos, además de bobos, como unos mafiosos de unos carteles disfrazados de circuitos artísticos.

La lista de las visitas al igual que las exhibiciones des-afortunadamente no es mas larga porque ningún otro curador ha venido a ver el trabajo en el taller, donde se puede instalar y ver en directo, pero cuando escuchan que el trabajo que realizamos aborda tecnología, interactividad y código abierto, no importa el carácter filosófico de lo que se plantea, sino que los curador@s ponen pies en polvorosa y salen corriendo, primero, porque generalmente no conocen sobre arte y nuevas tecnologías (osea que no conocen la contemporaneidad post-digital) y segundo que cuando finalmente te escuchan simplemente dicen: «no se puede porque no hay plata para el alquiler de los equipos».

Finalmente creo que el asunto es que la curaduría tiene que volverse un ejercicio mas riguroso y serio, los curadores deben ir al taller del artista, hablar con él, dejar ese tráfico de influencias que se maneja en la política y en la mafia porque en el escenario nos comportamos igual que bandidos de cuello blanco y Cali no es la excepción, aquí también hay carteles del arte con sus bobos a bordo.


Esta es la situación del arte en Bogotá.

Creo que con esto la escena artística en bogotá le da mucho mas que hablar a la critica, me gustaría leer que opina el señor Carlos Salazar Wagner ademas de este tipo de actividades, pues respeto su punto de vista y su tono franco. Por otra parte me gustaría compartir que en mi experiencia, las instituciones publicas, con toda su burocracia, empleados ineficientes y altos mandos inaccesibles también requieren para su tramite de mover hilos, influencias y amistades. Nada raro es que como respuesta a esto, los espacios independientes aunque se gesten con buenas intenciones terminen por convertirse en pequeños establecimientos ávidos de poder que potencian cada vez mas la frase que reza <>.

Si se preguntó “¿Y esto qué?” entonces valió la pena. El efecto se produjo. El texto devela un confuso y envidioso critico de cuerpo entero y el titulo lo describe perfecto. La crítica llena de insultos, dolor y aburrimiento, no solo es fácil, si no francamente decadente. La cándida queja de que lo círculos de amigos funcionan, me hizo reir, ¡claro! para los que insisten en sus propuestas. Como parece muy joven o inmaduro le aconsejo: puede criticar sin rayar en el fácil insulto descalificador. Como tampoco le quiero insultar, me encantaría ver su propuesta de hijo bobo.

Como «acusada» me cuesta responder a una «critica» que en realidad es una pataleta llena de insultos y odio. No entiendo de que manera el «acusador» pretende, exige y podría interesarle en lo más mínimo la respuesta de una persona que considera mediocre, idiota, unineuronal, importaculista y con un trabajo paupérrimo y nauseabundo. No entiendo el punto de la discusión, tal vez mis neuronas no son suficientes.

Hablar sobre si las personas que exponen en MIAMI son amiguis o enemiguis creo que es irrelevante, no tendría ningún sentido excusarme o intentar demostrar que ese no es el criterio de selección numerando cada caso en que le hemos dicho que no a un amiguis y que sí a un desconocido (amiguis en potencia). En todo caso nuestra meta tampoco es ser incluyentes y democráticos; trabajamos por lo que creemos, con lo que nos llama la atención y sentimos simpatía. Por eso hicimos nuestro propio espacio.

Tampoco me siento en la obligación de demostrarle al inquisidor ni a nadie que efectivamente hacemos investigaciones, intentamos buscar nuevos artistas, conocer mas gente, mas amiguis… Y no porque tengamos la obligación sino porque nos interesa.

Con respecto a la calidad de las exposiciones, el hastío y nauseas que siente Salazar hacia ellas, pues sólo puedo decir que hemos hecho exposiciones malas, no tan malas y creo que también buenas. Hemos hecho mas de 40 eventos en los dos años de funcionamiento que llevamos y han sido en su mayoría charlas abiertas al publico donde invitamos a nuestros amiguis y enemiguis a discutir sobre las exposiciones y los problemas en torno al arte contemporáneo bogotano. Jamás he visto a nuestro nuevo critico en éstas charlas. Si quieres un respuesta inmediata ¿que mejor manera que ir, leer el texto y debatirlo en persona? Quedas muy invitado y personalmente te haré llegar una invitación a la siguiente charla.

Con respecto a la cantidad de neuronas que me quedan, mi mediocridad, estupidez y demás insultos, no tengo mucho que decir. Tan solo te recomiendo por si decides pasarte a charlar, ahorrarte ese tipo de «criticas» para no cerrar el dialogo ni volverlo una pelea personal.

Adriana Martinez, miembro unineuronal de MIAMI.

Resulta increíble ver cómo se puede llegar hasta la perversidad de querer burocratizar todo, una locura de vigilancia «crítica» que replica lo peor de los sistemas de control y reemplaza los reglamentos por un sistema de denuncias. Se quejan de las burocracias, pero parecen querer que los espacios que se crean con el espíritu contrario deben operar bajo controles peores. La amistad, que es lo único que nos salva de la desesperación en este mundo lleno de razones para no querer vivir, ahora resulta que es el peor de los crímenes. Si uno saca una revista, o monta un espacio, o crea un cineclub, es para proyectar películas que le interesan, publicar cosas que la parece que valen la pena, hacer cosas con los amigos, hacer amigos en el camino. Si lo que se hace es pésimo, que digan lo que quieran, pero que no vuelvan un crimen hacer cosas con los amigos.

La verdad en los tiempos que llevo de espectador de las discusiones entre artistas, me ha impresionado mucho que, partiendo del acuerdo que parecen tener de lo malas y perversas que son las instituciones, por un lado les sigan poniendo tanta atención, y por otro, no creen espacios para reemplazarlas. Todas las décadas de crítica institucional no les han servido a los artistas para liberarse de las instituciones, sino al contrario para obsesionarse hasta grado sumo con ellas. A tal punto que los artistas se sienten críticos, no porque sean lúcidos, o porque traten temas políticos, o porque desbaraten las estructuras del sistema, sino porque critican, torpedean, y se regodean con las instituciones artísticas. Luego de 10 años en que la política y la realidad colombiana pasaron por sus momentos más atroces y más descarados, la idea del arte crítico se concentró en su mayor parte en darle una y otra vez a los mismos funcionarios del sistema artístico. Que sin duda muchos han sido criticables por muchas razones, pero no sé si merecían tanta atención. Más durante todos estos años horribles.

Todo parece confirmar que hay una obsesión con ser artistas, y cómo al final para muchos lo único que determina el ser artista es tener que ver con instituciones artísticas (llámese museos, universidades, otros artistas, gestos definidos como artísticos hasta ser institucionalizados), pues muchos de nuestros artistas o críticos parecen condenados a vivir alrededor de estas instituciones.

Yo no lograba entender que los jóvenes artistas no crearan sus propios espacios. Así que la serie de apariciones que van teniendo cada semana o cada quince días, para mí han sido un respiro y una señal de una mediana sensatez y de ganas de hacer cosas. Lo que era incomprensible era la nada. ¿Cómo es que no había espacios de encuentro, parches de músicos, portales de video? Con tanta gente en ciudades tan grandes, no podía ser que ninguno hiciera nada y todos se quedaran esperando a ver qué hacían los dos o tres museos y las mismas galerías de siempre. ¿Será que se iban a quedar todos conectados a facebook y nada más?

Me preocupa mucho la tendencia a generalizar, a hablar de todos los espacios nuevos como si fueran el mismo. Me entristece que la actitud sea la de juzgar y la de la superioridad moral. Me sorprende que no les den tiempo, cuando los espacios son tan nuevos y los que los han creado tan jóvenes. Yo he visitado un par de veces Espacio 101, un par de veces La agencia y El Parche, sigo desde hace rato a Los invisibles, fui una vez a Miami, y los sigo a todos por Facebook y tristemente me toca ver desde lejos lo que hace La usurpadora y Residencia en la tierra. Siempre que voy a Cali voy a Lugar a dudas, y no saben las gracias que doy por que exista ese lugar increíble. Y en Medellín visité Casa tres patios y Taller 7. La verdad todos me parecen muy diferentes y a todos les he visto iniciativas muy buenas. En Miami y en la Agencia asistí a muy buenos debates (donde había agentes de distintos espacios) y donde se evidenciaba la gran diferencia entre unos y otros y donde tenía lugar algo que puedo decir que casi no he visto aquí en Esfera Pública y es que unos aprendan de otros, y que sin estar de acuerdo, puedan hablarse sin insultarse y sin mirarse por debajo del hombro.

Pero los espacios independientes no son solo estos espacios físicos de combos artísticos, también están las revistas como Matera y Asterisco. Hechas por amigos e invitando amigos, son dos hechos fantásticos de los años recientes. La última Asterisco es la mejor exposición de una generación que todavía no ha recibido la exposición que merece en un espacio físico. Aunque extraño los primeros números de Matera donde el protagonismo anónimo de Manuel Kalmanovitz la hacía surreal, me parece que cada número es mejor que todas las exposiciones de dibujo que haya visto en galerías. Matik-Matik y Festina lente son unos espacios donde se presentan los mejores artistas contemporáneos que tiene colombia y que da la casualidad de que son músicos. Los pirañas son algo que uno no acaba de creer, Meridian Brothers son tremendos, Mugre y Las malas amistades crean los mejores ambientes en los que uno se pueda meter.

Creativos, amistosos, hondos y generosos son también los Siluetos y los Jardín, los Lagunos y Destiempos, Entreviñetas y Robots, los de Radio Pachone y Mixticius, los de Bogotraxx y La Peluquería. Unos más ingenuos y otros más cínicos, unos más aguerridos y otros más tiernos. Unos más sofisticados y otros más crudos. La bobería también a ratos funciona como sazón. La inteligencia a veces ayuda y a veces sobra.

Los Siluetos han expuesto en calendarios los dibujos de dos tremendos y desmedidos Jim Pluk y Mateo Rivano, y la serie de los mitos colombianos es la curaduría temática mejor llevada a cabo en mucho tiempo en estas tierras: allí donde se pudo caer en el cliché más manido salen Power Paola y Inu Waters con unas recreaciones fantásticas y potentes, a la vez tiernas y deprimentes, de la Madremonte y el Mohán. Lástima que los libros de Jardín sean tan caros, pero muchos estarán de acuerdo de que el libro de La felicidad es de los mejores proyectos artísticos recientes. Y así no se vendan casi y no sean los libros del año como la maravilla de Emma Reyes, los libros de Juan Mejía y Lucas Ospina, de Laguna, merecen estar en esa misma exposición donde están Rivano, Waters y Mancera.

Y si conocemos los impresos, es también gracias a gente como los de La peluquería o el Mercadito de los domingos, Casa tomada o La madriguera del Conejo, que han prestado sus espacios y sus esfuerzos para que los conozcamos. Y sí, porque unos son amigos de otros, o porque sin conocerse son amistosos los unos con los otros. Muchos porque Manuel Kalmanovitz los ha acogido, con la ayuda de Francisco Toquica por ejemplo, para reunirse en las Ferias independientes a presentarnos libros, músicas, afiches y demás. Reproducidos a precios nada desmedidos. Con versiones en pdf gratis para descargar.

Independientes se llaman a sí mismos también los que han hecho posible que el cine colombiano por fin vuelva a hacer que uno quiera verlo. Chocó y La playa DC tienen mucho que enseñarle a los que hacen todo tipo de ejercicios con imágenes en movimiento con grado de artistas, pero La Sirga es algo tan fuerte, emocionante y conmovedor, tan aterrador y hermoso, que uno bien puede quedarse mudo.

¿Toda esa generosidad, inteligencia, hondura y belleza merece ser tratada así como la tratan aquí? ¿En realidad creen que la solución es mantener este sistema de denuncia como lo peor de los regímenes de paranoia del este y del oeste?

Y que tal si más bien gastaran un poco de su tiempo en hablar bien de lo que se hace bien. ¿No es mejor dejar que todo eso que no merece la pena merezca el desprecio y el menosprecio de no ser mencionado? Que tal si alguien nos cuenta de los hallazgos que tuvieron lugar en La residencia en la tierra o de aquel momento tremendo que pasó en La usurpadora. Por que no reseñamos todo lo que ha hecho El parche y como Marius Wang, hacemos cosas con los artistas que nos parecen profundos y rompedores. ¿Por qué no se ha publicado un catálogo con los textos de El Bodegón para que seamos conscientes de los tremendos artistas que participaron y los textos que inspiraron?

Es verdad de Guillermo Vanegas y Lucas Ospina están muy solos en su tarea de hablar de lo que pasa (y hacer su propia obra con sus textos), todos extrañamos que Víctor Albarracín no haya vuelto a escribir casi, gente que escribe tan bien como Manuel Kalmanovitz y Julián Serna debería sacar un rato para contarnos lo que hacen sus colegas: los que no hayan leído el texto de Serna sobre Maria Teresa Hincapié corran a leerlo porque es lo mejor que se ha escrito en los últimos años sobre nuestro «campo».

Yo debo la reseña juiciosa de los mejores libros que he leído recientemente: el Virus Tropical de Paola, Bogotá con mar de Kalmanovitz; del disco más tremendo que haya escuchado en décadas: Toma tu jabón Kapax de Los pirañas y de la película más fuerte: La Sirga. Allí encuentro lo mejor del arte contemporáneo reciente, consecuentes como pocos con lo que los mejores artistas de todos los tiempos (en especial los colombianos) han podido enseñarnos. Yo me tomo mi tiempo para saldar mis deudas, pero las saldo. O al menos eso intentaré.

«Amiguis, no hay ningún amiguis».

Epígrafe a «Políticas de la amistad», de Jacques Derrida (sólo para que se vea mi rigor investigativo y la férrea construcción discursiva con la que escribo esto y no se me tache de mongólico, porque con ser feo ya tengo más que suficiente).

Solo quiero decir que todo este «debate» se trata de un problema de cercanía, de amistad, y del hecho obvio de que a Max Brod, por ejemplo, lo que Kafka, su mejor amigo, escribía, le parecía tan la retrochimba que decidió traicionarlo y no quemar su obra completa sino más bien, publicarla.

¿Qué es una buena exposición? ¿Qué es una investigación férrea? Es estúpido intentar responder a esa pregunta, porque estamos hablando de arte, es decir, de subjetividad. A mí, la obra de Doris Salcedo me parece una completa gonogorzobia (no encuentro una palabra más fea que esa para adjetivar algo en mundo), pero si ella fuera mi amiga, su obra me parecería fantástica. Se los juro.

El problema, creo, está en que los espectadores como Wagner (no Richard sino Carlos) han perdido la capacidad de sentir simpatía por algo, de sentir amistad por algo y también de odiar con las tripas más que con las conveniencias; de, por pura enemistad con ese algo que odian, tomarse el tiempo para decirnos por qué, sin ambigüedades, les pareció tan mongólica una exposición hecha por un grupo de amigos en el Caribe, o por qué, de una forma clara, echándonos el cuento sin pereza, les parece, más allá de la sosa y abstracta perorata general, que todo es una basura.

A mí también me parece TODO una basura, pero hay basura que recibo con cariño. Con mucho más cariño del que suelo recibir las «férreas investigaciones» de los sesudos académicos y de los grandes maestros, de todos esos nombres construidos a punta de metáforas, alusiones, citas, argumentaciones y de una batería teóríca tan sólida como estéril.

Y ya para terminar, y qué pena con todos ustedes, si quieren crítica, escríbanla. No sean atenidos.

Dicho todo lo anterior, y luego de esta semana de pasión, nada mejor que regresar a la exposición Nado Sincronizado para cerrar esta discusión. Y queda abierta la invitación de Adriana Martínez a continuarla, si es el caso, en MIAMI en vivo y en directo.

Crítica en directo # 19 | Nado sincronizado | Conversación con Maria Isabel Rueda y Mario Llanos.

***

Como lecturas sugeridas, y para aquellos que no pudieron asistir al Modus Operandi sobre los espacios de artistas, les aconsejo visitar el portal donde se están publicando las participaciones de este encuentro, así como varias entrevistas. La semana que viene se publicarán las presentaciones de Casa Tres Patios, La Agencia, La Quincena, La Redada, La Usurpadora, Mercadito & Mentidero, Paramus y MIAMI.

Y aquellos que sufren el mal de archivo están muy invitados visitar el Pabellón de los Independientes.

Comparto el sentimiento de muchas de las personas que han respondido a su crítica, no veo nada de malo con que hayan amiguismos y se generen simpatías entre las personas. No sabía que la gente tiene que ser desconocida entre sí para que los proyectos que surjan sean en sus palabras «medianamente decentes, exijan creatividad y contundencia.» Me gustaría saber la línea causal a la que usted llega con esta premisa pues le veo cabos sueltos, según se lee ¿quienes sean amigos y se junten darán resultados «pauperrimos»? Si una persona se ve interesada por algo por lo general busca aproximarse a ello, en donde resulta que habrá otras personas igualmente interesadas con las cuales podrá compartir su interés. Una vez se conocen y se caen bien, porque tienen cosas en común, se vuelven amigos, y porqué no, hacen cosas juntos. Esto no sólo ocurre en la escena del arte, sino en la política, en la biología, en la medicina, en la bolsa, en la agricultura, en la cocina y hasta en la prostitución.

Me parece extremadamente ingenuo, o romántico, si eso lo hace sentir mejor, que busque eliminar las redes o circuitos que se crean entorno a las distintas disciplinas del mundo. No entiendo cómo pretende mostrar su trabajo si la gente no lo conoce. Vuelvo a lo romántico Salazar -o Wagner como se hacía llamar-, tal vez a usted le caiga por arte de magia un ángel curador de la Bienal de Sao Paulo a su taller, le encante su trabajo que no muestra por el odio que siente hacia quienes tienen espacios de exposición y usted se convierta en la promesa del arte colombiano, eso si con amigos contadores o ingenieros para no contrariar su propio argumento.

Me gustaría saber cuál es esa fórmula que usted tiene tan clara sobre la creación de proyectos artísticos y la aproximación investigativa que estos deben contemplar. Si fuese así la diversidad de proyectos y la creatividad serían absolutamente coartadas, pues la única forma de hacer arte tendría que obedecer a esa fórmula teórica a la que usted alude. Es decir ¿ya nadie puede hacer un dibujo por hacerlo porque eso es «el vómito de un mongol»? O ¿nadie puede crear a partir de su experiencia personal o sus sentimientos sin haber leído algún filosofo que lo sustente? Hay tantos artistas como formas de hacer arte y espero siga así antes de entrar a un sistema dogmático meramente racional de creación artística.

Lo invito a ver algunos proyectos de Philippe Perreno en los que el artista propone que el arte no tiene que tener ningún significado o contener una idea. Cada cual tiene la autonomía de decidir sobre su práctica creativa. Sin embargo, si usted considera que tiene la receta clara sobre qué es «buen» arte y qué no es, sería fantástico que hiciéramos un debate crítico abierto al público o nos diera una clase a todas las personas que critica en su texto, que no sólo son los curadores o gestores, sino los artistas que participaron en dichas exposiciones, los cuales según usted también son pésimos. Propongo que pongamos sobre la mesa de discusión la tesis Kantiana del gusto, según la cual éste no se basa en conceptos, pues de lo contrario podríamos discutir y decidir a partir de pruebas; aunque usted tal vez las tenga. Ya mi amiga Adriana Martínez y los amigos de MIAMI ofrecieron su espacio para hacer algún debate sobre este tema, espero que por ser amigos no rechace el préstamo del espacio, pero si prefiere lo hacemos en un parque.

Por otro lado, no entiendo todavía muy bien las acusaciones y exigencias que le hace a los espacios independientes. Su independencia radica principalmente en que son autónomos y pueden decidir libremente sobre qué exponer y qué no. Estos espacios no tienen una obligación política, social o jurídica de ser democráticos o participativos. Tampoco tienen la obligación de hacer convocatorias abiertas si lo que prefieren es tener proyectos curatoriales de ellos mismos u otras personas. Eso no significa que a quienes les guste el espacio y no conozcan a los gestores, no puedan acercarse a mostrar su trabajo; quien quita depronto se vuelven amigos. Pero así como hay distintas formas de hacer arte y de artistas, también hay distintos espacios y curadurías.

Tal como lo dijeron algunas personas en sus comentarios, ese amiguismo del que tanto habla no es tan blanco y negro, yo no he expuesto jamás en MIAMI y soy muy amiga de sus fundadores, así como algunos de ellos tampoco han participado en los proyectos que he realizado. No sé si usted tuvo la oportunidad de leer la propuesta curatorial de Proyecto Tímido, depronto la conoce perfecto y no le gustó, lo cual no tendría problema. Pero en dado caso de que no la haya leído, está invitadísimo a que Manuel Kalmanovitz y yo le contemos de qué se trató, podemos también invitar a algunos de los artistas que participaron para que conozca su trabajo antes de criticarlo. Si me gustaría saber ¿quién le dijo que de las personas que acá acusa «vamos a hacer una exposición, monte algo.»? Porque ni MIAMI, ni la Usurpadora, ni Proyecto Tímido, ni Natalia Valencia, ni Juan Haag, ni La Otra se lo han dicho.

Por último Salazar lo invito a que presente sus críticas con respeto, no es necesario usar palabras como “escoria,” “mongólicos,” o expresiones como “personas con una neurona” para referirse a la gente, no sé si esté influenciado por déspotas de derecha como Gerlein, el Procurador Ordoñez o Uribe que sólo por medio de insultos pretenden llevar sus ideas. No tiene que acabar al otro para surgir Salazar, depronto sí exponer y entrar en la red.