Pedro García plantea el problema -teórico- de la relación entre crítica de arte, formación del gusto y consolidación de mercados nacionales. En mi opinión hay que ver las aristas del asunto: el acontecimiento crítico es básicamente un asunto evaluativo: la función de la crítica, al menos en principio, se detiene en un conjunto de actividades: analizar, evaluar, establecer similitudes, en fin, propiciar un lenguaje para la comprensión de las obras.
Para Benjamin el crítico ayuda en el proceso de desvelamiento del contenido de verdad de las obras, pero esto parece estar envejecido en las circunstancias actuales. Pienso que estas actividades (en las que el cerebro del crítico interpreta su formación cultural y su sentido del gusto propio) no están necesariamente ligadas a la consolidación de los mercados. Esto por una razón: cuando el crítico actua como ayuda en el proceso de la circulación comercial de los productos ve su independencia crítica amenazada por los compromisos que el flujo del mercado impone. Este problema es viejo, hay ejemplos de críticos favoritos del establecimiento (Greenberg o Traba) que colaboran a partir de sus propias opiniones en la creación y consolidación del sistema de mercado nacional para el arte. Pero, obvio, quedan de lado aquellos artistas -algunos igual de valiosos que los preferidos por el crítico- que no pertenecen al grupo escogido.
Pienso que las razones de los hábitos adquiridos de compra de obras de arte, de reproducciones y objetos de arte en el país debe ser investigados en otra dirección, la del sentido del gusto imperante en los diferentes sectores de compradores (quizás los sociologos deberían analizar el problema y ofrecer información al menos cuantitativa para que sepamos de qué hablamos).
Victor Quinche
Nota: en un texto un tanto envejecido («Crítica del Arte), Juan Acha hace un
listado de las actividades que ejercita el crítico